La República de Cuba nació el 20 de mayo de 1902 con un estatuto neocolonial que otorgaba a Estados Unidos el derecho a intervenir y a crear bases militares en la Isla. Conocido como Enmienda Platt, dicho estatuto había sido adicionado a la Constitución cubana el 12 de junio de 1901. ¿Su autor? El senador Orville H. Platt (1827-1905), quien, apoyado por el Congreso de su país, diseñó aquella patente de corso a la que todavía debemos una consecuencia como es la ilegal base naval de Guantánamo.
Baste recordar, como antecedente de aquella felonía, que en ningún momento Washington reconoció la beligerancia de la República de Cuba en Armas. Por el contrario, persiguió y abortó el envío de recursos a los independentistas. Luego de una guerra relámpago contra un ejército de ocupación español, agotado por tres años de enfrentamientos con las huestes mambisas, Platt propuso en nombre del imperio el modo de escamotearles a los cubanos su plena soberanía, conquistada a sangre, machete y coraje.
Finalmente, cayó la fruta…
A lo largo del siglo XIX, varios fueron los planes yanquis de comprar a la Corona española su "siempre fiel isla de Cuba" incluso, en momentos en que se encaminaba a realizar la intervención militar. La Guerra necesaria organizada por José Martí y desatada el 24 de febrero de 1895 demostró que España no estaba en condiciones de enviar "más hombres y pesetas" al capitán general Ramón Blanco, como antes hizo con Arsenio Martínez Campos y Valeriano Weyler.
Entretanto, Washington observaba. Conocía cabalmente la verdadera situación; el final de la campaña era cuestión de tiempo. Así vemos cómo, en misiva del Generalísimo Máximo Gómez a Tomás Estrada Palma, delegado del Partido Revolucionario Cubano (PRC) en Nueva York, le expresaba: "Dígalo usted a gritos, que yo viejo no me dejo ofuscar por la pasión... Nosotros tenemos el tiempo por nuestro. A España le toca apagar la hoguera".
A mediados de 1897, el bravo mambí declararía a un reportero de TheSun de Nueva York: "España desangrada y arruinada no puede sostener la guerra un año más".
La Fruta, finalmente, estaba madura (*), y el 11 de abril de 1898, el presidente William McKinley solicitaba al Congreso la autorización para intervenir en el conflicto cubano-español con todo el peso de su escuadra y de miles de soldados.
La historia recogería un bochornoso episodio. Las tropas mambisas que habían facilitado el desembarco y la victoria de sus "aliados" de última hora en Santiago de Cuba, fueron privadas de entrar a la ciudad y, como el resto del Ejército Libertadordesarmadas y licenciadas.
Poco tiempo después, la disolución por Estrada Palma del PRC, fundado por José Martí para lograr la independencia y la república soberana, sentó las bases para imponer a Cuba la Enmienda Platt. Aprobado su texto en el Senado (43 votos a favor y 20 en contra) y en la Cámara de Representantes (159-134), fue confirmada por McKinley el 1ro.de marzo de 1901, convirtiéndose en ley.
En Cuba, los siguientes tres meses corroboraron el debate apasionado entre independentistas y ocupantes foráneos, estimulados estos últimos por los proanexionistas de turno. Estados Unidos rechazó las gestiones tanto en Cuba como en las de una comisión enviada a Norteamérica, así como todas las modificaciones propuestas en la votación del cinco de junio de 1901.
Rodeados de una engrasada maquinaria de ocupación a todo lo largo y ancho de la Isla y de sus mares, los constituyentes aprobaron la Enmienda Platt el 12 de junio por 16 votos a favor, 11 en contra y cuatro ausentes. ¿Qué quedaba después de más de treinta años de guerra, destrucción y muerte? La bandera de la estrella solitaria, aunque solo presente en las dependencias oficiales.
Entre los que rechazaron totalmente el documento estaban Salvador Cisneros Betancourt y Juan Gualberto Gómez. En específico, el voto particular de Cisneros posee un carácter antinjerencista, pero también antimperialista liberal, al considerar la llamada “propuesta” de Estados Unidos como una interferencia en los asuntos cubanos, donde Washington exigía prerrogativas a la Convención que respondían a sus intereses expansionistas, y al considerar también abiertamente el peligro que representaba dicho apéndice para la soberanía cubana.
Hasta aquí el rechazo a la dominación norteamericana se mueve en el ámbito jurídico y político, con los matices de aspectos económicos que le imprimen los representantes de la línea antimperialista, contenidos en sus votos particulares contra la Enmienda.
Por otra parte, la aparición de nuevas ideas entre los intelectuales (1) antinjerencistas sobre la necesidad de librar a Cuba del monopolio establecido por Estados Unidos sobre sus productos, expresan un reconocimiento a la necesidad de efectuar transformaciones económicas, aunque la prioridad se siguiera otorgando a las políticas. En sus inicios, el antinjerencismo funcionó bajo formas particulares adecuadas al carácter de la Intervención, pero en su evolución fue adoptando la forma general que le permitió permear todas las formas de conciencia social.
Las concepciones de Manuel Sanguily, Salvador Cisneros Betancourt, Enrique José Varona y Juan Gualberto Gómez, surgidas al calor de la Asamblea Constituyente, del Tratado de Reciprocidad Comercial y de otros momentos de estos primeros años republicanos, no pueden ser considerados aún como ejemplos de antimperialismo radical, pero sí como ideas o concepciones contrarias a las netamente antinjerencistas que sólo se movían en los contextos político, jurídico y diplomático hasta ese momento.
Resumiendo: Las contradicciones surgidas de este enfrentamiento conceptual basado en una idea general –el rechazo a la dominación foránea o imperialista--, provocaron posteriormente, unido a otros factores de mayor envergadura, el surgimiento de condiciones necesarias para realizar el salto a un nivel superior del pensamiento, ya entonces agotadas las posibilidades que brindara a la conciencia nacional este movimiento intelectual antinjerencista.
“El contenido económico de este antinjerencismo de orientación antimperialista aparece de forma marcada en el rechazo a la penetración norteamericana con las manifestaciones contrarias al Tratado de Reciprocidad Comercial. En su polémica en el Senado, Manuel Sanguily descubre la absorción y explotación de la economía cubana por el capital yanqui”. (2)
Restos de la Enmienda Platt
Año 1903. El voraz imperio norteamericano planta su bandera en un estratégico enclave cubano del que se adueñó y se niega a devolver. Son 117,6 kilómetros cuadrados en Guantánamo, particularmente alrededor de la mayor bahía del país, usurpados mediante el chantaje político-militar de la Enmienda Platt, que entonces devino condición para el cese de la ocupación militar de la Isla y dar paso a la llamada Seudo república, o República neocolonial.
Hoy, en esa ilegal base, se asienta un campo de concentración donde se veja y tortura a centenares de prisioneros, incluyendo niños, encarcelados sin juicio so pretexto de la "cruzada" de Estados Unidos contra el terrorismo internacional.
Hay que destacar que con el ascenso de Estrada Palma a la presidencia, el 20 de mayo de 1902, el pueblo de la Mayor de las Antillas iniciaba una nueva etapa de sufrimientos y humillaciones, como consecuencia del entreguismo y sometimiento a los yanquis de aquel sumiso Mandatario y de los 17 gobiernos que le sucedieron durante más de 56 años. Período de tiempo que, no obstante, resultó clave a la vez en la consolidación de la conciencia nacional y el independentismo, concretado con la definitiva soberanía e independencia a partir del 1ro de Enero de 1959.
Pero, ¿qué encontró la Revolución triunfante en esa fecha? Más de un millón de desempleados, 200 mil familias campesinas sin tierra, una tasa de mortalidad infantil de 60 por mil, sin contar a los cubanos que por miles morían sin asistencia médica; 400 mil obreros industriales y braceros sin seguridad social; apenas un diez por ciento de la juventud con acceso a algún deporte, y casi tres millones de habitantes sin los beneficios de la electricidad, por citar solo algunos de los más graves problemas.
Asimismo, a esto se unía el endeudamiento de Cuba con su principal "socio" económico, Estados Unidos. En 1958 los empréstitos solicitados por gobernantes inescrupulosos ya rebasaban los 788 millones de dólares con intereses en muchos casos superiores al monto de los préstamos.
Jamás olvidar que…
…España, Inglaterra, Francia, Portugal, Italia, Bélgica, Alemania… Las fabulosas riquezas acumuladas por esas naciones devenidas potencias imperiales, aún tienen impregnados la sangre y el sudor de millones de africanos, indios, chinos, latinoamericanos y caribeños. Paradójicamente, el Tío Sam llegó último al convite, pero una vez que la mayor parte de los otrora imperiostuvieron que renunciar a sus colonias, irrumpió con inusitada agresividad para ocupar una posición hegemónica.
Hoy Estados Unidos coloniza desde hace más de un siglo a Puerto Rico, las Isla Guam; los atolones de Johnston, Wake y Midway, sin contar, obviamente, a naciones cuyos gobiernos lacayos los han convertido en virtuales enclaves coloniales, por la obediencia y sumisión que les rinden sus gobiernos de turno a Washington admitiendo bases miliares en su territorio, y votando como según se les ordena en la Asamblea General y en los Consejos de Seguridad y de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Los ocupantes de la Sala Oval, al igual que sus colegas de Francia y Gran Bretaña, se burlan reiteradamente de la Resolución 1514 de la ONU, cuyo texto señala que, "Convencidos de que todos los pueblos tienen un derecho inalienable a la libertad absoluta, al ejercicio de su soberanía y a la integridad de su territorio nacional, proclamamos solemnemente la necesidad de poner fin rápida e incondicionalmente al colonialismo en todas sus formas y manifestaciones."
Notas:
(*) Con fecha 28 de abril de 1823, el entonces presidente norteamericano John Quincy Adams, le escribía al embajador de Estados Unidos en España los motivos del interés norteamericano por Cuba, porque "estas islas (Cuba y Puerto Rico) por su posición local son apéndices naturales del continente norteamericano, y una de ellas, la isla de Cuba, casi a la vista de nuestras costas, ha venido a ser, por una multitud de razones, de trascendental importancia para los intereses de nuestra Unión".
El Autor de la teoría de la Fruta madura señalaba más adelante:
"(…) Pero hay leyes de gravitación política como las hay de gravitación física, y así como una fruta separada de su árbol por la fuerza del viento no puede, aunque quiera, dejar de caer en el suelo, así Cuba, una vez separada de España y rota la conexión artificial que la liga con ella, e incapaz de sostenerse por sí sola, tiene que gravitar, necesariamente hacia la Unión Norteamericana, y hacia ella exclusivamente, mientras que a la Unión misma, en virtud de la propia ley, le será imposible dejar de admitirla en su seno."
(1-2) Almazán Sonia/ Mariana Serra. Cultura cubana, siglo XX. Editorial Félix Varela. La Habana, 2006.
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