Enciclopedias cubanas


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A propósito de la presentación de la Primera Enciclopedia Cubana, me vinieron a la mente algunos buenos recuerdos, de mis ya antiguos tiempos de estudiante en Información Científico-Técnica y Bibliotecología.

Esa especialidad, incluía varios semestres donde se estudiaban las obras de referencias sobre el conocimiento humano, no sólo en el extranjero, sino las que fueron el resultado aquí, en nuestro país, de la adquisición y aplicación del saber de varios de los más grandes seres humanos (con toda intención no utilizo la palabra hombres) nacidos en este archipiélago.

Con el objetivo de dejar claros algunos aspectos, navegué un poco por Internet y por mi más cercano librero, para comenzar por armar un par de definiciones:

Obra de referencia: Aquellas que proporcionan una información inmediata y suponen una recopilación del saber. No están concebidas para la lectura continua, sino para la consulta pormenorizada de su contenido. Pueden ser tanto impresas como en formato electrónico. La actual Internet ha aumentado este concepto.

Enciclopedia: es un tipo especial de obra de referencia que busca compendiar el conocimiento. Reúne casi siempre de forma alfabética o temática, datos especializados. Representan un importante e imprescindible servicio a la cultura.

Luego se ejemplifica con un grupo de obras, las cuales, dado su esquema de compilación, cumplen con estas características, diferenciadas por idiomas y países, recordando siempre a los enciclopedistas franceses del siglo XVIII, sin olvidar que cuatro siglos antes de Cristo, se realizara el Sumer, un diccionario temático sobre el conocimiento de aquellos tiempos. Asimismo, egipcios (1700 años antes de Cristo), griegos (350 años antes de Cristo) y romanos (120 años antes de Cristo), también de una forma u otra, reunieron organizadamente los saberes de sus respectivas épocas.

En muchos de esos lugares donde encontré información, surgen referencias a obras hispanoamericanas, incluso del pasado siglo XX, pero allí no aparecen espacios donde se recuerden los anteriores aportes cubanos, padecimiento que a veces parece contagioso. Incluso, en varios casos, llegan a designar como españoles, a aquellos cubanos nacidos durante la colonia.

Con esa amplitud de los conceptos, les propongo un rápido recorrido por la historia nacional de este tema y es imprescindible hablar de Felipe Poey, cuyo nombre lleva nuestro Museo de Ciencias Naturales y del cual, Ictiología Cubana, en 20 volúmenes, es una enciclopedia cubana temática, imprescindible para todos aquellos que en algún momento aspiren a conocer algo sobre la vida marina. Pero en esa misma línea de compilación del saber, publicó su Repertorio Físico-Natural de la Isla de Cuba, allá por la primera mitad del siglo XIX, sumando en ambos magnos empeños, a científicos cubanos y extranjeros de la época.

Dando un salto de casi un siglo, encontré a Tomás Roig, uno de los más eminentes botánicos nacionales. Su Diccionario botánico de nombres vulgares cubanos, en 1928 o el de Plantas medicinales, aromáticas o venenosas de 1945, de la misma manera, se suman a la lista de trabajos enciclopédicos.

En la enumeración, sin orden cronológico, se incluye por derecho propio Don Fernando Ortiz, nuestro bien llamado “Tercer Descubridor” y su Catauro de cubanismos: Aportes lexicográficos y el Glosario de Afronegrismos, o en línea relacionada, Lydia Cabrera y su Anagó, vocabulario lucumí.

Por el camino de las enciclopedias de nuestros decires, también se ubican el Diccionario Cubano Etimológico de José M. Macías y el Vocabulario cubano de Suárez, más el Diccionario de Voces cubanas, firmado por Fray José María Peñalver en 1795 y el Diccionario provincial casi razonado de voces y frases cubanas de Esteban Pichardo. O más cercano en el tiempo, nuestro contemporáneo Argelio Santiesteban y su Diccionario del habla popular cubana, este último Premio Nacional de la Crítica.

Pero deseo regresar atrás, pues en 1940 se publica Cuba en la Mano. Enciclopedia Popular Cubana, en la cual participan algunos de los más connotados investigadores de la época. En la sección de botánica, el ya citado Tomás Roig y en la de historia, Emilio Roig de Leuchsenring. A diferencia de los otros citados, ya aquí aparece el nombre de Enciclopedia como parte del título.

En todos los casos, respondiendo a la época, fueron versiones en letra impresa con sus divisiones de tomos o volúmenes.

Una obra rara, de la cual guardo, posiblemente, alguno de los pocos ejemplares sobrevivientes, es La Bolsa del Saber, editado por Luis Aragón y José Zacarías Tallet. Está basado en un programa de preguntas y respuestas que existiera en la radio cubana de los años cuarenta. Cada noche, un panel de profesores, donde entre otros se destacaron Andrés Núñez Olano, Humberto Galis Menéndez y los propios editores, recibía las más diversas preguntas. El libro compila todo lo que allí ocurrió y, con 1709 preguntas y respuestas, está organizado en veinte temas: Historia; Martí; Ciudades y pueblos; La Habana; Literatura; Música; Animales y plantas; Cosas del campo; Curiosidades; Asuntos generales; Personajes célebres; Geografía; Mitología; Lenguaje; La Biblia; Religión; El cuerpo humano; Ciencia popular; Inventos, Artes y Música. Un dato curioso para la época, puede ser que los vencedores del panel de profesores, recibían como premio, un pomo de chocolate Kresto y un tubo de pasta Kollynos, ambas marcas patrocinadoras del programa.

También con el apelativo de Preguntas y Respuestas, andan por ahí variantes impresas con diferentes dígitos, como es, 100 preguntas y respuestas sobre Cuba, de la periodista Carmen R. Alfonso, presentado en 1996 por la Editorial Pablo de la Torriente y también Cuba: 300 preguntas y respuestas, publicado por Jorge Lezcano Pérez, en Brasilia en el año 2002.

Ya en los albores del siglo XXI y con la informática presente, se divulga Todo de Cuba, un disco compacto imprescindible como fuente de consulta y del cual han salido las redacciones de más de un trabajo escolar de hijos, nietos y sobrinos.

Sin cumplir aún la decena de años, Ecured. Enciclopedia Colaborativa Cubana -destaco aquí también el nombre-, reúne los saberes de miles de personas y más de 150 mil artículos. Con defensores y detractores, como toda misión humana, se ha convertido en obra fundamental de referencia para conocer el mundo desde nuestro sureño, alternativo y cubano punto de vista.

Regresando a la obra que me incitó a la búsqueda, casi en la tercera década del siglo XXI, me hubiera gustado verla emerger simultáneamente en átomos y bits. Con su respectiva versión en ambiente web, en DVD o en los sistemas para móviles, variantes más cercanas a los nacidos digitales, incluso en esta Cuba de tantas carencias, fundamentalmente, contando con el camino ya transitado y la experiencia acumulada en este tipo de producción, como sucede hace varios años con la citada Ecured.

En conclusión, luego de esta larga lista de honorables predecesores, por encima de todo, sea bienvenido el conocimiento que nos ofrece la obra actual, donde lo importante es el saber que se nos acerca. Y sean también bienvenidos los siguientes proyectos, con independencia de la ancestral costumbre del patio, para asignar carácter de primicia ordinal, como confirmación innecesaria del contenido de lo que se realice.


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