En Panamá reafirmé mi condición de cubano


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Eldys Baratute, presidente de la Asociación Hermanos Saíz en Guantánamo

El periódico Cubarte conversó con el joven escritor cubano Eldys Baratute miembro de la delegación cubana en la Cumbre de las Pueblos en la Ciudad de Panamá. 

 ¿Qué temáticas ocuparon a los participantes en los foros?

La delegación cubana, integrada por artistas, médicos, periodistas, abogados, miembros de los movimientos cristianos, trabajadores del sector no estatal y otros jóvenes y no tan jóvenes representantes de las diferentes sectores, organismos y asociaciones que representan la sociedad civil cubana, debimos participar en los 4 foros de debate: sociedad civil, los jóvenes, rectores y empresarios; cada uno de estos foros llevaba previa aceptación por la Red de Derechos Humanos de Panamá, que incluía, además, acreditación por parte de los participantes. Todos estábamos invitados sin necesidad de acreditación a la Cumbre de los pueblos, espacio de las izquierdas de toda Latinoamérica y que llevaban como bandera a Cuba.

En cada uno de los espacios íbamos a hablar de nuestra experiencia de un país que se va construyendo todos los días y en que los jóvenes, sin duda, participamos. Aunque en la mayoría de los debates de los foros primaba la derecha, -supuestos jóvenes emprendedores-, yo creo que la experiencia de los cubanos sirvió para que se conociera otro punto de vista, otras maneras de participar, y exponer el crecimiento de la sociedad desde la cultura, no la cultura artístico-literaria,  sino la gran cultura que incluye todos los aspectos de la vida.  

Fuimos a hablar de lo injusto del bloqueo, de lo injustificado del decreto de Estados Unidos contra Venezuela, de lo que hemos hecho en materia de educación, de salud, de seguridad social, fuimos a poner nuestra experiencia sobre la mesa y que las voces de la verdadera sociedad civil cubana fueran escuchadas.

 ¿Por qué Cuba y otros países rechazaron lo que se planteó en las mesas de debate?

Aunque mi participación fundamental fue en la Cumbre de los pueblos yo, como el resto de los cubanos que estuvimos en Panamá estuve muy pendiente de lo que sucedía en el foro de los jóvenes y en el de la sociedad civil, porque era en donde había una notable presencia de los mercenarios cubanos y extranjeros, pagados para provocarnos y dar una idea errada de la sociedad civil cubana, por eso estuvimos mucho tiempo al lado de los amigos que participaron en dichos foros. Ya sabíamos desde Cuba que iba a ser un escenario difícil, donde prevalecería la derecha y se trataría de legitimar el criterio de esa falsa oposición cubana.

Sobre todo en el foro de la Sociedad Civil prevaleció el ambiente de manipulación, con relatorías amañadas por las cuales la delegación cubana tuvo que pedir moción más de una vez. Por eso, como habíamos sido provocados varias veces, decidimos retirarnos de la mesa protocolar en donde estarían los presidentes invitados, y evitar el encuentro físico que empañaría todo lo que fuimos a hacer en Panamá, pero siempre dejamos claros que no apoyábamos ese documento final porque no había sido redactado con la limpieza, la claridad y la justicia que merecen las Américas.

Además desde que llegó la primera parte de la delegación cubana, dijimos que no íbamos a legitimar, -dígase compartir-, los mismos espacios que los mercenarios asalariados y nos encargamos de mostrar las pruebas por las que no nos permitíamos compartir con ellos.  En Panamá se dejó claro que una cosa era disentir desde la fe y la creencia en algo, y otra muy clara ser un asalariado de alguien y responder a intereses determinados, solo por dinero.

Sin embargo en los espacios en donde no estuvieron los mercenarios y sus provocaciones, los cubanos hicieron aportes muy importantes sobre temas en los que ya tenemos experiencia como la salud, la educación, la seguridad social, el cuidado del medio ambiente, y otros tantos. Aportes que en más de una ocasión fueron elogiados, incluso, por el Presidente de Panamá.

¿Qué opina de la campaña mediática orquestada por los grandes medios de comunicación?

Por primera vez sentí en carne propia la manipulación de los medios. Mucho había escuchado sobre manipulación mediática, pero no lo había vivido de manera tan despiadada. Allí estaban muchas televisoras, periódicos y radiotransmisores del mundo y por supuesto, Cuba, era el centro de atención. Desde las preguntas de los periodistas uno sentía que estaban tomando partido por la derecha y aunque nos desgastamos explicando nuestro punto de vista, en la tarde veíamos en la televisión o en la prensa toda la información manipulada. Además en casi todos los programas de la Cumbre se entrevistaban a los mercenarios cubanos y a ninguno se invitó a alguno de nosotros.

La premisa tan importante del periodismo de poner en la misma mesa los dos criterios en Panamá se olvidó por completo. Así que no nos quedó otra que, además, convertirnos en periodistas y replicar todo lo que hacíamos en las redes sociales. Por suerte también estaban Telesur, Cubavisión Internacional, Cubadebate, Granma, Juventud Rebelde y nuestra delegación contaba con periodistas que trataban de que la verdad fuese escuchada.

 ¿Qué importancia tuvo el concierto de Silvio para los allí congregados?

Silvio significa identidad para Latinoamérica, significa respeto, amor a la tierra que te vio nacer, significa nostalgia de Martí, de Heredia, de Gabriela Mistral, de Dulce María Loynaz, y otros grandes poetas latinoamericanos. Significa hermandad, solidaridad, sentirse humano, con emociones y sentimientos, y sobre todo, ser parte de algo, …el concierto de Silvio fue su discurso por las Américas y mientras lo escuchábamos, los que estábamos en aquel sitio, sentíamos que también hablábamos junto a él.

¿Cuáles son las experiencias que en el orden personal le dejó la participación en la Cumbre de las Américas?

Yo fui a Panamá como joven artista, miembro de una organización que promueve y defiende la vanguardia artística, la AHS, y desde el arte pensaba defender mi espacio, sin embargo Panamá me reafirmó que antes de ser artista soy cubano, nacido y criado en Cuba, con amor a un país que en momentos como ese, lejos de la casa, los amigos y el amor, sometidos a tensiones, y agresiones, reverdece.

En Panamá reafirmé mi condición de cubano y pude gritarlo en todas las esquinas, pasearme con la bandera y decirle a la gente SOY CUBANO Y BIEN, sentí algo que nunca antes, incluso cuando ya había estado fuera de Cuba, había sentido, imagino que a eso es a lo que se refiere la gente cuando habla de patriotismo. De eso, indudablemente, estoy orgulloso.


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