Las imágenes de Ernesto Che Guevara resaltan entre lo más entrañable de la iconografía de la Revolución Cubana. Revisitarlas es siempre emotivo, pero interconectarlas con el hoy y desde los códigos del arte, descubrir ese caudal de referentes simbólicos, históricos, afectivos que se sintetiza en “su querida presencia”, deviene en el mejor homenaje en tanto expresión de un hombre-artista más libre y transformador de su contexto.
Es el caso de La imagen que no cesa, exposición colectiva que, con motivo del 50 aniversario de la partida física del Guerrillero Heroico, ocupa en estos días la galería del emblemático Memorial José Martí de la Plaza de la Revolución.
Del conjunto de 20 piezas —de igual número de artistas cubanos, incluido el propio Che—, salta a la vista la variedad formal y de las posturas con que los participantes asumieron el reto de honrar sin repetirse. Hay, desde un cartel con los fragmentos de Legado —esa hermosa canción del trovador Vicente Feliú—, hasta una pieza aparentemente abstracta como Genética de René Rodríguez, que es ciertamente —en un lenguaje conceptual y contemporáneo—, un poema visual que alude mediante los colores y un patrón del código genético, ese mismo legado referido en la canción. Una obra, dentro de la más natural y colorida pintura naif como la de Roberto Crispín, al lado de una historieta, en tinta sobre cartulina, de Alexander Izquierdo.
Predominan las piezas bidimensionales —pinturas, fotografías, gráficas—, aunque el cuadro Vigencia, de Iván Raúl Basso se escapa de tal encasillamiento, y la pintura Más ceca de ti, de Adrián Rumbaut, se hace acompañar de un objeto, una latica con palo, como la que aparece en la foto del Che que recrea. Hay también una obra objeto, y dos instalaciones que se destacan entre las expuestas.
Jorge Cesar construyó su tributo con objetos que en nuestro imaginario rotan alrededor del médico-soldado-estadista, mediados —como el Che mismo— por muchas de las fotografías que captaron en esas distintas facetas. Una mochila de guerrillero desde la que sale un estetoscopio de médico, una cámara fotográfica, una cuchara de albañil, una vara de pescar…
Por su parte Jassel Pérez nos propone una guataca, devenida pedestal del Che, del Hombre Nuevo. Tatuadas en el palo brillan frases como: “El trabajo debe dejar de ser una penosa necesidad para volverse un imperativo”, “La mentira es la antesala de la traición” y “La Revolución es algo que se lleva en el alma y no en la boca para vivir de ella”.
Sugerentes sobremanera, las dos instantáneas del fondo de la galería. En una el Che Fotógrafo captado por Liborio en el instante en que fotografía a Fidel, que es la otra foto.
Algunas piezas parecen ser un eventual acercamiento al Héroe, otras son una más de una serie de acercamientos a esa “imagen que no cesa”. Es el caso de los ya clásicos, Raúl Martínez y Liborio, así como el más contemporáneo Javier Guerra.
La exposición estará abierta al público durante todo el mes de octubre.
Publicado: 24 de octubre de 2017.
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