En el centenario de César García del Pino


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Los cien años del nacimiento de César García del Pino (19 de julio de 1921-3 de marzo de 2020), uno de nuestros principales historiadores del siglo XX y parte del XXI, se conmemoran en el presente 2021, al igual que el centenario de Cintio Vitier, otro grande de la cultura cubana. 

Larga y fructífera fue la vida de García del Pino, quien murió el pasado 2020 con 99 años. Nació el 19 de julio de 1921 en Pinar del Río y desde muy joven se interesó por estudiar e investigar sobre temas cubanos. Con rapidez, desde la arqueología se movió hacia la investigación historiográfica y en ambas fue relevante su ejecutoria. Fue un investigador sobresaliente, un hombre que persiguió las verdades hasta su consumación, lo que en ciencias sociales significa acecharlas, perseguirlas y configurar una de sus posibles presencias. 

Sus inicios en la arqueología, a la edad de veinte años, lo llevaron a explorar, de conjunto con Antonio Núñez Jiménez y otros destacados espeleólogos, las Furnias de San Diego de los Baños, la Cueva de la Chaveta y otros túneles y cavernas del río San Diego o Caiguanabo en la Sierra de los Órganos. Su primera participación en los Congresos Nacionales de Historia, los que después frecuentaría, lo hizo a partir de sus experiencias arqueológicas en Vuelta Abajo. Contaba entonces con solo veinticinco años de edad, la misma con la que vio publicar su primer texto, “De dónde provenían los siboneyes”, en la revista Lux.

Mantuvo por todos esos años sus indagaciones espeleológicas, yllevó paralelamente los estudios teóricos de estas disciplinas hasta que un hallazgo de mucha importancia, el fémur fósil de un almiquí gigante en el Abra de Andrés, en la Sierra del Rosario, en 1959, le hizo sobresalir en su medio. Continuó en estas investigaciones hasta que, poco después, dirigiendo las excavaciones, descubrió los restos de treinta y cuatro aborígenes en un entierro ceremonial, otro hallazgo de mucha importancia.

Su temprana relevancia en estas lides le posibilitó integrar, con solo treinta años, la delegación cubana al XVI Período de Sesiones de la Asamblea General de la ONU, como asesor histórico. Eran los inicios de la Revolución y César García del Pino dedicó un trienio a estudiar la licenciatura en diplomacia, un paréntesis del que derivaría hacia otros nortes del saber. A finales de la década de los sesenta, comenzó a trabajar en el departamento Colección Cubana (hoy Sala Cubana) de la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí. Se abrió entonces para García del Pino una nueva etapa en la gestación de conocimientos y la redirección de sus investigaciones: lo historiográfico, tan próximo a la arqueología, comenzó a ser el nuevo centro de sus obsesiones.

Visitó Gran Bretaña, Francia y España ensanchando la mirada y asimilando nuevas experiencias académicas e intelectuales. Su estancia en el Archivo de Indias no pudo ser más fructífera, pues dos importantes volúmenes salieron de estos trabajos y búsquedas. A partir de la década de los setenta se hace prácticamente imposible abarcar el conjunto de eventos científicos, jurados, congresos, ponencias, cursos de postgrado impartidos, ensayos y artículos de investigación que García del Pino acumuló de manera sostenida. 

En ocasión de su fallecimiento, el 23 de marzo de 2020, publiqué un texto evocativo en el que dije, entre otras cosas: “Ha partido uno de los grandes de la historiografía cubana. Grande entre los grandes. Trabé relación profesional con César García del Pino hace unos treinta años en la Biblioteca Nacional José Martí, donde yo trabajaba entonces. Lo admiré desde el primer instante por su sencillez y don de gentes, pues ya conocía algunos de sus trabajos, realmente joyas de los estudios sobre nuestra historia pasada. Pero no hay nada que supla el contacto humano, la conversación entre las personas. Nació entonces una amistad entre los amplios salones de la noble entidad que nos recibe con el vitral de ojos minervinos”. 

Tuve, además, la suerte de integrar el jurado que le otorgó en 2012 el Premio Nacional de Ciencias Sociales y lo visité por esos días en su casa, un escenario definido por la modestia que caracterizó siempre a nuestro autor. Tenía que elaborar el elogio correspondiente para ser leído en la Feria del Libro de 2013, en el acto de entrega del premio, y fui a verlo por algunas preguntas que necesitaba hacerle. Redacté ese texto con la preocupación de huir de los lugares comunes que, en ese tipo de trabajo, nos rondan a cada momento. No tengo la menor idea de si salí bien del entuerto, pero al menos sí tengo conciencia de haber escrito aquellas palabras desde el respeto y la sinceridad. Creo que de ellas emergió una imagen de César García del Pino como el humanista que era, condición probada a lo largo de una existencia dedicada con pasión a la investigación, con una rigurosidad y honestidad intelectual jamás desmentidas.

Sus tópicos y temas de investigación más trabajados fueron: la historia naval de Cuba en los siglos XVII y XVIII; las expediciones de los patriotas independentistas cubanos durante las guerras de independencia; la vida de importantes figuras de nuestra historia como Pedro Agustín Morell de Santa Cruz, Carlos Manuel de Céspedes, José Martí, Vicente García, Luis de la Maza Arredondo, Leoncio Prado, José Maceo y Carlos García, entre otros; el arribo de los primeros pobladores europeos a Cuba; los inicios y pormenores de la Guerra de los Diez Años (en particular su desarrollo en la provincia habanera); la publicación y análisis de viejos documentos; el Atlas Arqueológico Nacional; la metodología de la investigación en archivos y la  arqueología histórica del Caribe y de La Habana Vieja. En muchos de estos temas, lo sabe bien el gremio de los historiadores, no se puede escribir sin tomar en consideración los aportes de García del Pino, tal es el impacto e importancia de sus intervenciones. 

Publicó una veintena de libros, algunos de ellos escritos en colaboración con la compañera en su vida, la destacada investigadora Alicia Melis Cappa. La producción de sus artículos rebasó los dos centenares, publicados en revistas, catálogos, anuarios, periódicos y memorias de congresos. En 2013, ya nonagenario, García del Pino seguía publicando. De esa fecha es su breve diccionario biográfico, como el mismo consideró a Mil criollos del siglo XIX, editado por el Centro de Estudios Martianos y en el que recogiólas síntesis de las historias de vida de mil personalidades cubanas relevantes. Después llegó incluso a publicar otros tres títulos. La ya desaparecida bibliógrafa Josefina García Carranza publicó en el número 1 de 2002, de la Revista de la BNJM, la bibliografía de García del Pino, que, contaba, para ese entonces, con más de trescientos asientos, solamente en la parte activa; resulta pues significativa la ausencia de la bibliografía pasiva de nuestro autor; toca a los historiadores más jóvenes ocuparse de eselegado.

Evoquemos, por lo tanto, a este insigne científico e investigador de nuestras ciencias sociales, él fue un hombre de avanzada en los campos en que centró su atención inquisidora y curiosa. Fue un grande entre grandes.


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