El universo de KCHO


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En ningún lugar como en casa, exhibición personal antológica de obras de Alexis Leiva Machado Kcho muestran un recorrido selectivo y a la vez abarcador de una trayectoria de treinta años de creación que tiene un reconocimiento relevante a nivel internacional.

La exposición cubre toda la extensión del patio del Museo Nacional de Bellas Artes en La Habana, un área espaciosa, la mayor parte al aire libre, que ha sido cubierta en casi toda su amplitud por las instalaciones, dibujos, pinturas, esculturas, algunas nunca vistas en el país. Asimismo, en el exterior del Museo y a la entrada se han enclavado varias instalaciones en metal. Conjuntamente, en el interior de Bellas Artes se despliegan junto a las obras, textos sobre el artista, así como videos explicativos subtitulados en inglés y explicados en lenguaje de señas para la comunidad sorda, con objeto de que esta tenga acceso al disfrute del arte contemporáneo. Una atención dirigida a ese sector comunitario que Kcho nunca olvidaría, ya que cuando era adolescente y estudió en la escuela de arte de Isla de la Juventud, se sumaron a su centro, estudiantes sordos e hipoacúsicos provenientes de esa enseñanza especial.

En la inauguración de la gran muestra, el director del Museo Nacional, Jorge Fernández, se refirió a la conocida anécdota, que Kcho ha referido en entrevistas, en relación a cuando expuso en el Palacio de Cristal del Museo Reina Sofía, y el director de esa institución española le preguntó que si tan joven, con solo 24 años estaba exponiendo allí su obra, qué pensaba hacer a sus 50 años, a lo que el cubano le respondió: Una exposición en el Museo de Bellas Artes de mi país. Institución donde vale recordar, fue expuesto su quehacer por primera vez, antes que en el museo español.

Fernández resaltó el celo de Kcho al conservar sus obras durante 30 años, algo que permitió la realización de esta extensa exhibición que, afirmó, es un registro de vida, una memoria de lo acontecido en la nación e implica entender que el arte es un idioma universal. Ello sin dejar de mencionar el compromiso de Kcho ante los huracanes y otras catástrofes desde la posición del artista de explicita que el arte tiene también la función de mejorar las condiciones de vida de los demás.

La prestigiosa curadora de Bellas Artes, Corina Matamoros, leyó, de manera emotiva, unas palabras en la apertura, realizadas aún en tiempos de la pandemia de Covid-19, con las medidas de protección ya conocidas por todos. “No siempre un artista le habla de tú a tú a un país. No siempre quiere ni puede hacerlo (…) ―aseguró―. Vemos sueños que se levantan en columnas y empeños raros al arte como reconstruir casas en Haití, levantar escuelas en Guantánamo, o en montañas remotas donde nunca hemos estado y solo conocemos por las noticias (…) Pero este creador tenía, al parecer, la mirada despejada y una genética de fidelidades y vocación de servicio. La isla con la que Kcho dialoga ―concluyó la especialista― es una isla joven, imperativa, imperfecta, sensual y lenguaraz (…) una isla que resiste, que sufre y sueña …”

La muestra que hubiese sido inaugurada el 19 de abril de este año y debió de ser pospuesta por la situación con la pandemia de la Covid-19, es un exclusivo convite para ver, de forma presencial, una impactante cantidad de obras que pudieran ser consideradas hitos dentro de la producción del artista cubano, máxime es una posibilidad para ver aquellas que no se han mostrado nunca al público y que fueron conservadas por Kcho a lo largo de su carrera.

En una entrevista que le realizáramos inicialmente en mayo para esta publicación, Kcho señalaba que. aunque muchos cubanos pudiesen pensar que conocen su obra, no es así, dado que su carrera se ha ido desarrollando durante estas décadas principalmente fuera del país. A ello deberíamos agregar la singularidad mediática de este artista, del que con frecuencia vemos en los medios su colaboración activa en la colectividad social.

En ningún lugar como en casa no solo revela las aristas de un Kcho que ha indagado a profundidad en las potencialidades que le ofrece el arte povera (arte pobre) con los recursos del entorno, sino, de igual forma, su capacidad para percibir lo que ha llamado la energía de esos materiales, cuya preeminencia en las obras devela metáforas nunca simples que sobrepasan las fronteras de un discurso insular o nacional para redimensionar, a nivel poético-visual, las realidades del Sur.

Asimismo, la megaexposición revela diversas facetas del artista como escultor e instalador, a la vez que nos ofrece una visión panorámica donde se observa un Kcho con sus fijaciones, mas que logra bordear la confortable línea para cualquier artista­ de reiterarse a sí mismo, o algo aún más difícil y hasta riesgoso, de no circunscribirse a complacer al circuito expositivo y mercantil internacional.

 En esa dirección es que ha debido de tener la voluntad o brío imprescindible para saltar a otras realizaciones, sin perder la coherencia con su propio proyecto, sus morfologías, materiales y prácticas artísticas. Ahí están obras de la exhibición personal La jungla (expuesta en Bellas Artes de La Habana hace 19 años) y que homenajeaba a la obra de Vladimir Tatlin, Monumento a la III Internacional, y al cuadro homónimo y más famoso del cubano Wifredo Lam.  Al igual que, entre otras esculturas, Núcleos del tiempo (exhibida en la Galería Villa Manuela a inicios del siglo), donde los muebles de una vivienda han sido encaramados en remos, entre otras importantes obras.

Del mismo modo se incluye una cuantiosa cantidad de dibujos y pinturas. A la par que,  se exponen publicaciones sobre Kcho y su obra en mesas con vidrieras.

Debe resaltarse que aún con pandemia, se sostuvo la inclusión de un taller de grabado para que artistas creen allí en plena exposición con visitantes, sus propias obras, aunque respetando las medidas higiénicas para prevenir la Covid-19.

En ningún lugar como en casa nos invita a recorrer las obsesiones de un artista, sus continuos viajes hacia conceptos permanentes que agobian a la nación y al mundo contemporáneo, sin olvidar el reflejar sus aportes desde un Proyecto de Utilidad Social comunitario, dirigido a sectores humildes de la zona donde radica, la existencia del Museo Orgánico Romerillo o MOR (2014) o la contribución viva de la Brigada Artística Marta Machado, que considera interdisciplinaria en su  asistencia a pobladores de zonas que así lo requieren, al mismo tiempo que tiene lugar como una expresión de la vida del artista en relación con el pueblo y bajo un amplio concepto de democratizar el arte para todos.

Finalmente, si bien es perceptible la densidad y cantidad de obras en el patio de Bellas Artes, no cabe duda que esa consistencia o espesor de visualidades revela, de modo fehaciente, la alucinante energía e imaginación de Kcho. 


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