Durante un largo período significativo de nuestra historia, el 27 de noviembre siempre fue una fecha imprescindible para la lucha contra las dictaduras y los desmanes que corroían a nuestra nación. Para la juventud cubana, y especialmente, para el estudiantado, ese día era símbolo de lucha y de combate. No había 27 de noviembre en que la clase estudiantil erigida en verdadera vanguardia de lucha de nuestro pueblo no se lanzara a las calles o desarrollara acciones de protestas y siembra de conciencia.
Son muchos los cubanos que a través de generaciones conocen del horrendo crimen perpetuado un 27 de noviembre de 1871 contra los ochos estudiantes de medicina de La Universidad de La Habana, pero pocos saben que ese mismo día cinco cubanos de piel negra y pertenecientes a la sociedad secreta Abakuá también fueron cruelmente masacrados por la soldadesca española y que fue también un 27 de noviembre de 1893 el fallecimiento de Mariana Grajales, La Madre de la Patria.
El fusilamiento
El 27 de noviembre de 1871 más de 40 estudiantes de primer año de medicina fueron llevados a dos Consejos de Guerra acusados como profanadores del sepulcro del periodista Gonzalo Castañón, de quien se afirma había sido abatido en Cayo Hueso por un panadero cubano en respuesta a una provocación del furibundo anticubano.
En el primer juicio unos quedaron absueltos y otros tuvieron condenas menores, pero la furia del Cuerpo de Voluntarios de La Habana y la bajeza del gobierno colonial español se combinaron para anular la sentencia. En un segundo y todavía más injusto proceso, ocho jóvenes recibieron la pena de muerte.
Todo fue un gran montaje de mentiras y falsedades y así quedó claramente demostrado por la honrosa defensa realizada por el capitán español Federico Capdevila, abogado de oficio.
A las 4:20 p.m. se consumó la terrible sentencia, Ninguno de los fusilados pasaba de los 21 años. El más joven contaba apenas con 16 años de edad.
Según el testimonio de Fermín Valdés Domínguez, durante las casi siete horas del juicio el capitán español “se elevó a un alto puesto entre los hombres de verdadera fe patriótica”. Mucho se comentó después que cuando Capdevila supo del fusilamiento quebró en público su espada y renunció a continuar prestando servicios como oficial del ejército español.
No olvidaré jamás la profunda impresión que en la década de los sesenta me produjo ver en el histórico Salón de los Mártires de la FEU la inmensa foto mural con la imagen de los ocho estudiantes momento antes de su fusilamiento.
Los Abakuá
La muerte de cinco miembros de la sociedad secreta Abakuá el mismo día del fusilamiento de los estudiantes de medicina después de haberse lanzado, junto a otros, en una arriesgada carga al machete en solidaridad es tal vez la más mítica y desconocida de las historias que hasta hoy llegan en torno al 27 de noviembre de 1871.
Se ha afirmado que en el acto murieron cinco negros liderados por el hermano de leche de Alonso Álvarez de la Campa, el más joven de los estudiantes condenado.
De este crimen nunca se trató en la historia de Cuba. Tuvo que ser nuestro inolvidable Che Guevara cuando en noviembre de 1961, para sorpresa de todos, se refirió a este hecho cuando señaló:
“Y no sólo se cobró en esos días la sangre de los estudiantes fusilados. Como noticia intrascendente, que aún durante nuestros días queda bastante relegada porque no tenía importancia para nadie, figura en las actas el hallazgo de cinco cadáveres de negros muertos a bayonetazos y tiros. Pero de que había suficiente fuerza en el pueblo, de que no se podía matar impunemente, dan testimonio el que también hubiera algunos heridos por parte de la canalla española de la época”. A pesar de estas afirmaciones del Che, aún en muchos sectores prevalecía la duda acerca de este acontecimiento.
En una oportunidad en que me encontré con Eusebio Leal le pregunté al respecto y me relató la existencia en los archivos de documentos probatorios de la acción de los abakuá ese 27 de noviembre de 1871 y de la masacre cometida contra ellos.
Un digno testimonio cinematográfico de estos acontecimientos lo constituye la película Inocencia dirigida por el cineasta Alejandro Gil la que muestra conmovedora imagen del enfrentamiento heroico contra las huestes coloniales.
Como dijera el crítico Iroel Sánchez, ojalá “Y que jamás vuelva a relegarse el papel de esos que escogieron la culpabilidad de enfrentarse “a bayonetazos y tiros” para impedir la muerte de ocho inocentes”.
En el libro La sociedad Abakuá del Dr. Ramón Torres Zayas al referirse al otro 27 de noviembre, aparece cómo a partir del 27 de noviembre de 2006 se comenzó a fundar una tradición de recordación con la participación de activistas sociales y autoridades abakuá con una peregrinación hasta el lugar donde según la memoria popular cayó uno de los negros aquel día.
Mariana.Otro 27 olvidado
Fue un 27 de noviembre de 1893 cuando falleció en la casa de uno de sus hijos, Marcos Maceo, ubicada en la entonces calle de la Iglesia no. 34, en la ciudad de Kingston, capital de Jamaica. El mal de Bright y una congestión pulmonar fueron las causas de su deceso, a los setenta y ocho años de edad. Su enterramiento ocurrió el mismo día en el cementerio católico de Saint Andrew. Días después, desde Key West, José Martí escribiría una carta a Antonio Maceo:
“¿Y de su gran pena de ahora no ve que no le he querido hablar? Su madre ha muerto. En Patria digo lo que me saco del corazón la noticia de su muerte: lo escribí en el ferrocarril viniendo de agenciar el modo de que le demos algún día libre sepultura, ya que no pudo morir en su tierra libre: ese, ese oficio continuo por la idea que ella amó, es el mejor homenaje a su memoria. Vi a la anciana dos veces, y me acarició y me miró como a hijo, y la (recordaré) con amor toda mi vida”
Antes de morir, Mariana pidió que una vez que Cuba fuera libre sus restos se trasladaran a su tierra natal para tener descanso eterno. Hubo que esperar 30 años para que este deseo se materializara.
El 18 de abril de 1923 partía de Santiago de Cuba el cañonero cubano Baire, con destino a Kingston, Jamaica, para buscar los restos de la noble Mariana Grajales Cuello. A su regreso el 23 de abril de 1923, la Alcaldía santiaguera declaró duelo local.
El 10 de octubre de 2017 sus restos fueron finalmente inhumados en ceremonia militar y depositados en la primera línea del campo santo santiaguero donde se le rinde guardia de honor permanente junto a Carlos Manuel de Céspedes y Fidel.
Jorge Risquet, miembro del Comité Central del Partido y quien, hasta el último momento de su vida, junto a la Comisión Aponte de la UNEAC, estuvo abogando por el reconocimiento oficial de Mariana Grajales como Madre de la Patria llegó a calificar el 27 de noviembre como la fecha del triple duelo.
El 116 aniversario del fallecimiento de Mariana Grajales, la Madre de la Patria, fue conmemorado por la UNEAC durante una actividad realizada en el monumento que lleva su nombre en el parque situado en 23 entre C y D en El Vedado. En el acto presidido por Miguel Barnet, Presidente de la organización,y Jorge Risquet, miembro del Comité Central del Partido. Hizo uso de la palabra Heriberto Feraudy Espino, Coordinador de la Comisión de lucha contra el Racismo y la Discriminación. Ofrendas florales fueron depositadas por Feraudy, Eduardo Torres Cuevas, Director de la Biblioteca Nacional, y un representante de la masonería. Se encontraban presente además Panchita Ulloa, biznieta de Mariana Grajales, y otros familiares, entre otras personalidades de la cultura e invitados.
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