En varias ocasiones me he referido a la necesidad de refundar nuestras
instituciones culturales teniendo en cuenta los nuevos tiempos. Los espacios y
límites de libertad artística en ellos resulta un tema aún no muy debatido, a
veces por la ojeriza de algunos cuando oyen la palabra “libertad”, un concepto defendido
por los revolucionarios de todas las épocas, que toda la variedad cromática de
anti-revolucionarios “que en el mundo han sido” ―contrarrevolucionarios,
conservadores, reaccionarios, acomodados, oportunistas, retrógrados…― reprimen,
frenan, detienen, postergan…, como si fuera un tema imposible de atender en una
“plaza sitiada” y ante contingencias en que, supuestamente, peligra la estabilidad
de una revolución.
Fidel Castro en varias ocasiones abordó el tema de la libertad artística y
su adecuación a la política cultural cubana, cuestión estratégica que hoy asume
máxima prioridad. La emancipación socialista ha sido un asunto poco debatido por
quienes tienen la responsabilidad de organizar y poner en funcionamiento esta
condición en las instituciones, quizás argumentando la falta de condiciones
para desarrollar su implementación, de acuerdo con los tiempos y etapas en que
se ha encontrado el socialismo cubano.
Por supuesto, cada vez que hablemos de libertad habremos de tener en
cuenta dos aspectos consustanciales a la intención de desarrollarla: libertad
de qué y libertad de quién o para quiénes. No es necesario advertir, a estas
alturas, que toda libertad está vinculada estrechamente al concepto de
necesidad, y por tanto, al de responsabilidad, y que no se trata de una
libertad para afectar la justicia social o aumentar las desigualdades, ni mucho
menos destruir o afectar el legado construido por
La libertad artística socialista a la que aspiro estuvo formulada por
Fidel en el mal leído y peor citado discurso improvisado de Palabras a los intelectuales (Ver Un texto absolutamente vigente. A 55 años de
Palabras a los intelectuales. Compilación de Elier Ramírez Cañedo;
Quisiera
contextualizar que estas reuniones fueron en 1961, en momentos en que en el
llamado “socialismo real” el tema de la libertad era anatema, y sus
limitaciones tributaban a un determinismo sistémico que se encargaba de
preservar los privilegios de una clase política en el poder, posteriormente
anquilosada hasta su autodestrucción: allí ya se había aniquilado la crítica
como factor imprescindible para ejercer criterios que contribuyeran a la
aproximación de la verdad de todos, y no a la de un grupo que cada vez más
perdía el contacto con el pueblo.
En medio del
parto socialista cubano, Fidel razonaba con representantes de la intelectualidad
del país sobre la libertad, y planteaba como algo inexplicable la posibilidad
de que
Fidel estaba
fundando en la práctica la democracia socialista, frente a la deformada
alternativa de la hoy casi extinguida “dictadura del proletariado”. Estaba perfilándose
el objeto social de las instituciones culturales nacidas hacía unos dos años,
como el Icaic y
El amplio y
variado programa cultural desplegado en esos años por toda
En cada premio,
festival, espectáculo, inauguración de escuela o institución cultural,
científica, educacional o deportiva de importancia, y a veces de no tanta “importancia”,
estaba Fidel, quien llegó a decir que “
Cuando a
finales de los años 80 Cuba estuvo dispuesta a dar un salto cualitativo para
alcanzar mayores espacios de libertad en la larga lucha por la emancipación,
Fidel vislumbró la caída del campo socialista europeo. El 12 de marzo de 1988,
en el primer Consejo Nacional de
Fidel hace
equivaler libertad y verdad, y llega, incluso más allá de “Palabras a los
intelectuales”, a profundizar en el centro de lo que se discutía en esos
momentos entre los más jóvenes artistas, que se resumía en la necesidad de la
crítica y de la libertad para lograr el consenso de la verdad: “Yo me acuerdo
que cuando planteé esta cuestión de buscar el máximo de espíritu crítico
decíamos: es preferible los inconvenientes de los errores que se produzcan, a
los inconvenientes de una situación de ausencia de crítica. Y podría decir: es
preferible los errores de tener mucha libertad, a los inconvenientes de no
tener ninguna libertad (Aplausos prolongados)”. En buen cubano, “subió la
parada” en cuanto al papel de la crítica y de la libertad para alcanzar más
emancipación socialista, y supongo que nadie lo crea ajeno a la situación
estratégica inaugurada por la era Reagan-Bush, pero él ya sabía que no se podía
combatir al nuevo imperio con las “armas melladas” del “socialismo real”: “El
enemigo va a emplear armas más sutiles, empleemos armas nuevas también, vamos a
consolidar por todas estas vías de que ustedes hablaban la ideología, la fuerza
de
El Comandante
estaba convencido de que había que rectificar muchos errores, pero para ello
había que identificarlos, analizarlos y discutirlos en un diálogo abierto y
desprejuiciado, para eso se necesitaban la crítica y la libertad; con su
habitual audacia, expresaba: “Vamos a demostrarles a los imperialistas y a los
farsantes estos que somos diez veces más valientes que ellos, diez veces más
honestos, diez veces más defensores de la verdad y de la libertad. Entonces, la
libertad ha de ser una de nuestras grandes banderas”.
Quien no tome
esas banderas hoy, no es revolucionario o dejó de serlo. En su espíritu siempre
joven, Fidel se abría a las nuevas generaciones: “Podemos tener prejuicios,
reservas; queremos descubrir si tenemos prejuicios y tenemos reservas. Sobre
todo debemos preguntarnos si tenemos temor, valdría la pena que nos
autoexamináramos para saber si tenemos temor, valdría la pena que nos
autoexamináramos para saber si somos reacios o alérgicos a lo nuevo”. ¿Cuántos
están dispuestos a autoexaminarse hoy para saber si tienen prejuicios,
reservas, temor y son reacios o alérgicos a lo nuevo?
Y
continuaba el líder de
E
insistía con una sinceridad desbordada: “¿A qué le vamos a temer?, ¿a qué le
podemos temer? Dediquémonos a trabajar y veremos cómo le vamos a encontrar las
soluciones, que nadie las tiene aquí, nosotros no las tenemos; pero sí tenemos
la seguridad de que con ustedes las vamos a encontrar, si somos valientes, si
nos apegamos a los valores más sagrados de
Justamente a
partir de aquel momento comenzaron a hacerse más evidentes los resultados de
los errores del “socialismo real” y del trabajo de zapa de la estrategia imperialista
mediante la cultura, por ello Fidel estaba empeñado en renovar la política
cultural; para eso contaba con los más jóvenes, y estaba dispuesto a reunirse otra
vez al año siguiente para ver la marcha de tal esfuerzo de reorganización: “Tal
vez en nuestra primera reunión no hayamos encontrado todavía soluciones para
todo, pero estoy seguro que habremos avanzado, y si necesitamos dos años, si
necesitamos tres… Estoy seguro de que vamos a poder decir también una idea muy
clara sobre todo esto, y hablando con una absoluta franqueza: el que se
equivoque que diga que se equivocó; el que tenga una opinión: esto salió mal
por esto y por lo otro, esto tiene tal cosa. Hablando así, como hemos hablado
hoy; pero no así, como hemos hablado hoy: con más libertad con la que hemos
hablado hoy, ¡con más libertad que la que hemos hablado hoy! (Aplausos)”. Mas
todo tuvo que postergarse por un asunto de vital emergencia: la subsistencia de
Fidel, con su
sentido de futuridad, el 7 de noviembre de
Juan
Nicolás Padrón
Enero de 2007
Deje un comentario