En 1931 fue fundado en La Habana el conjunto musical Anacaona, integrado en su mayoría por mujeres, y digo “en su mayoría” y no totalmente, porque originalmente la trompeta la tocaba Félix Chappotin. ¿Qué les parece?... Pero antes, en 1928 se fundó en Camajuaní el sexteto femenino Casiguaya, del que se tienen muy pocos datos, pero en honor a la historia musical de Cuba, debemos rescatar del total olvido a este sexteto, el cual, según datos fidedignos, gozó de fama en la provincia de Las Villas que era el territorio donde desarrollaban sus actividades artísticas.
El grupo musical Casiguaya lo formó la profesora de piano Sara Aguilar Torres, quien merece un especial reconocimiento por sus valiosos aportes a la música cubana.
Afirma Sara Aguilar que cuando se conoció la presencia y éxitos de las Anacaona, hubo quien fundó grupos similares, pero sin ninguna relevancia ni éxito.
El sexteto Casiguaya sí logró mantenerse durante diez años cosechando éxitos pero en su territorio, lo cual le impidió ser reconocido en otras provincias, sobre todo en La Habana, donde reinaba la orquesta Anacaona presentándose en un sitio privilegiado, frente al Capitolio de La Habana, en los famosos aires libres del Paseo del Prado; donde eran admirados por turistas y empresarios que se quedaron prendados ante la belleza y calidad interpretativa de aquellas simpáticas jóvenes, que al igual que ahora, interpretaban música cubana de variados géneros con inigualable fidelidad, lo que logró que fueran contratadas para presentarse por casi el mundo entero, al igual que le sucede ahora a la actual orquesta.
Sin embargo, el sexteto Casiguaya se quedó en las ciudades cercanas a Camajuaní, a donde no iban ni turistas ni empresarios. Tampoco tuvieron la oportunidad de dejar grabaciones en discos de sus presentaciones.
La fama del sexteto femenino Casiguaya era mucha hasta el punto tal que eran reclamadas para presentarse en su provincia y otras. Tenemos constancia que eran contratadas para sus actuaciones en Ciego de Ávila, Taguasco, Báez, Sancti Spíritus, Cabaiguán, Trinidad, Cruces, Florida, Sagua La Grande, Caibarién, Remedios, Zulueta, Yaguajay, Santa Clara, Cienfuegos y otras ciudades.
Sus integrantes, según recuerda su directora, eran una muchacha a la que le decían “Titico” que tocaba el Tres; Alfonsa Casalla, los bongós; Juanita Montejo, la marímbula; Marta Aguilar, las maracas; Blasina Deschapelli, la cantante y Sara Aguilar, la directora y pianista. Tocaban todos los géneros de la música cubana: sones, boleros, rumbas, guarachas y congas.
El sexteto mandó a imprimir cientos de tarjetas de propaganda que enviaron a las sociedades de recreo, y así lograron muchos contratos.
Por aquel tiempo, ante el éxito de Casiguaya, se formó otro conjunto musical integrado por mujeres, como el Caracusey, del cual no tenemos información.
A principios del año 1940 el sexteto Casiguaya comenzó a disolverse. Unas se casaron y sus maridos no querían que ellas viajaran a otras ciudades, mientras que algunas se marcharon a La Habana. Sara Aguilar se quedó sola, pero no se desanimó y trabajaba contratada como pianista para algunas orquestas de la localidad; y a fines de 1940 fundó la orquesta Rítmica con músicos de mucha experiencia que eran verdaderos maestros en sus respectivos instrumentos. Aquella orquesta permaneció durante cinco años amenizando bailes en distintos pueblos y ciudades de la zona.
Antes de formar el sexteto femenino Casiguaya, Sara Aguilar, en 1927, tocó el piano en la orquesta Francesa, exclusiva del teatro Muñiz, para musicalizar las películas silentes. Durante esa etapa conoció a grandes artistas como Brindis de Salas, a la vedet Chelito, al trío argentino Firusta-Fugasot y Demares, a Arquímedes Pous, Enrique Arredondo y otros.
El 22 de noviembre de 1930 fundó la Academia de Música Santa Cecilia, incorporada al Conservatorio Orbón de La Habana. En 1932 visitó la academia el eminente músico remediano Alejandro García Caturla, quien se quedó impresionado cuando ella le interpretó sus Tres danzas cubanas.
En 1968 comenzó a trabajar como profesora de música en la escuela José Martí en Camajuaní. Luego de su jubilación continuó trabajando como voluntaria en el Centro Vocacional de Música.
A esta ejemplar maestra le corresponde el honor de haber fundado en un lejano pueblo de provincia, el primer sexteto femenino de música cubana: Casiguaya.
FUENTE
Batista Moreno, René: Sara Aguilar, la anciana pianista de Camajuaní. Revista Signos. Ediciones de la Biblioteca Martí. Santa Clara. Mayo-diciembre de 1975.
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