La Habana se ha convertido en centro de congresos, eventos internacionales, negociaciones, secretas y públicas, para lograr la paz, celebraciones de ferias internacionales, visitas del Sumo Pontífice, del Patriarca de Moscú y toda Rusia, otros representantes de instituciones religiosas; de presidentes, vicepresidentes, ministros, embajadores, poetas, comerciantes, empresarios, catadores de ron, fumadores de puros, famosos del cine, artistas, cantantes, presentaciones de orquestas y coros reconocidos mundialmente, ballet, pintores, diseñadores de ropa, modelos, periodistas, escritores, científicos, educadores, deportistas…
Por todo ello, es justo recordar al poeta y escritor alemán Georg Weerth cuando escribió en 1855 a su amigo Heinrich Heine: “La Habana será el campo de acción donde se resolverán, en primer lugar, los grandes conflictos del Nuevo Mundo.” En sus visitas a Cuba, se percató que ganaba terreno en los cubanos la idea de la liberación nacional contra el yugo colonial español.
La despiadada opresión, por parte de los colonialistas y el sentimiento de libertad de los oprimidos, condujo al pueblo cubano a la lucha armada. El 10 de octubre de 1868 estalló el inicio de la Guerra por la Independencia. Solo habían transcurrido trece años de lo manifestado por Weerth.
¿Quién era aquel poeta enamorado de La Habana? Fue amigo de Carlos Marx y Federico Engels, cofundador de la Gaceta Renana y coautor del Manifiesto Comunista y del Socialismo Científico. Nació el 17 de febrero de 1822 en Delmold, Alemania.
En 1852 Marx y Engels vivían en una casa de huésped en Bruselas a donde fue a residir Georg Weerth y se forjó una gran amistad. Ese año comenzó a viajar como comerciante a América Latina y el Caribe. En 1853 llegó a La Habana e informó a Heine: “La Habana es tan grande como Berlín, Bruselas y Lyon y se parece parcialmente a París”. También anotó: “Mientras más conozco a La Habana, más me gusta...”
Después de visitar varios países de América Latina, regresó a Londres el 16 de junio de 1855. En el otoño de ese año se encontró con Carlos Marx en la casa de Engels, donde permaneció varios días.
Carlos Marx narró: “Si bien ahora no escribe folletines, los cuenta, y el oyente tiene la ventaja de la acción viva, de la mímica y de la sonrisa socarrona... Él ha visto, vivido y observado mucho. Ha cabalgado en las pampas. Ha escalado el Chimborazo. Se ha detenido en California, en ocho días zarpará para el trópico. Es muy divertido escucharlo.”
Probablemente su interés por Cuba comenzó con los estudios que sobre la geografía y la naturaleza dio a conocer Alejandro de Humboldt considerado el segundo descubridor de Cuba; y la presencia en la isla del naturalista Juan Gundlach, que la llamó su segunda patria.
El 2 de octubre de 1855, Weerth comunicó a su novia Betty Tenderingy: “Renunciaré a mi frenético vagar por América y concentraré todos mis esfuerzos en La Habana. Entonces me dedicaré a la primera afición de mi juventud, la literatura. Estos son mis planes.”
El 17 de noviembre de 1855, emprendió un nuevo viaje, llegó a La Habana a principio de 1856, visitó la ciudad de Santiago de Cuba y calificó a las muchachas como las más bellas que había visto en el mundo. Al regresar a la capital cubana contrajo la fiebre amarilla y falleció el 30 de julio de 1856. Tenía 34 años de edad.
Carlos Marx le diría a Engels: “La noticia del fallecimiento de Weerth me afectó terriblemente y me resulta difícil llegar a creerla”. Por otra parte Federico Engels lo llamó “el primero y más importante de los poetas del proletariado alemán”.
Todos los años visitamos la placa colocada en lo que fue su tumba en el antiguo Cementerio de Espada, a pocas cuadras de nuestra casa en el barrio de Cayo Hueso en Centro Habana.
Le hemos mostrado el lugar a muchos amigos, entre otras a Roberto Sosa, Poeta Nacional de Honduras y al Comandante de la Revolución Sandinista Tomás Borges. Esta vez llevamos al escritor y poeta boliviano Homero Carvalho Oliva y su esposa Carmen Sandoval, en ocasión de la Feria Internacional del Libro.
Les mostramos las canteras de La Fragua Martiana donde se rememora el presidio que sufrió en su adolescencia el Héroe Nacional de Cuba, José Martí, quien fue condenado por el gobierno español a realizar trabajo forzado. Luego en el exilio escribió sus vivencias, que tituló El Presidio Político en Cuba. Con Homero y Carmen recorrimos la histórica calle San Lázaro, el lugar donde fue herido el Comandante Camilo Cienfuegos, en una de las tantas manifestaciones contra la dictadura de Fulgencio Batista, el parque a Los Mártires y la placita al patriota ecuatoriano Eloy Alfaro.
Homero Carvalho Oliva, nació en 1957 en Santa Ana, un pequeño pueblo, del departamento del Beni, conocido como la Amazonia Boliviana. Como escritor y poeta ha obtenido varios premios a nivel nacional e internacional. Su obra literaria se ha traducido a varios idiomas y figura en antologías de México, Estados Unidos, Venezuela, España, Colombia y Perú.
Es autor de la antología de poesía Amazónica de Bolivia. Sus poemas nos impresionaron, entre ellos el dedicado a su padre, Los Pobres, Soledad, incluidos en su libro que tituló: Inventario nocturno.
Recordamos a Georg Weerth junto a Homero y Carmen frente a la placa solitaria que señala su presencia en Cuba. Hablamos de cómo grandes personalidades cubanas se unieron en 1963 en ocasión del 107 aniversario de su muerte, por iniciativa de la Universidad de La Habana y cómo fue develada la tarja con la presencia de Lázaro Peña máximo dirigente de la Central de Trabajadores de Cuba y del escritor Roberto Fernández Retamar en representación de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.
Le contamos como Juan Marinello fue uno de los más importantes estudiosos y divulgador en Cuba de la obra de Weerth.
La visita nos llevó nuevamente a leer el libro de Homero Carvalho Oliva, Inventario nocturno y su poema “Soledad,” de profundo contenido humano, lleno de ternuras. Y el consejo sabio en Lectura de la hoja de coca.
No me consultes a mí
Dijo la sagrada hoja
El futuro está en tus manos.
El poeta de las aguas y las tierras amazónicas, nos hizo recordar la prosa de Julio Antonio Mella, cuando el joven cubano fundador de la Federación de Estudiantes Universitarios en 1922 se interrogó en una de sus crónicas:
“¿Cómo puede el Amazonas, cuando está desbordado, preocuparse de la conveniencia que para aumentar su caudal pueda tener, una nube que pasa cargada de agua, si esta se rompe en lloviznas…”
Y las palabras de la cubana Olga Rodríguez Colón cuando escribió que el río Amazonas se alegra por la risa estallante de cien ojos de agua, que oye rugir al jaguar en voz de muerte y se siente crecer igual a esos árboles que oscurecen de siglos.
Pablo Neruda, en su Canto General, lo llama padre, patriarca, capital de las silabas del agua, eternidad secreta de las fecundaciones. Homero Carvalho nos dice en su poema, dónde está el río.
Más allá
del poema
está el río
y más allá del río
está el alma del poema
de donde nace el río.
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