Para este 18 de Abril, Día Internacional de los Monumentos, los niños, la esperanza del mundo, ofrecieron lo mejor de los valores de la herencia cultural como regalo de arte y sentimientos. Qué mejor entrega de los duendes de pura y sincera sonrisa, de los que deben nacer para ser felices, que sus obras, expresión de identidad, de sentido de pertenencia, expresadas a través de las artes plásticas y la literatura en una acto de educación de la conciencia en la defensa del patrimonio local.
Organizado por la Oficina de Monumentos y Sitios Históricos del Centro Provincial de Patrimonio Cultural de La Habana, en la Casa Museo José Lezama Lima, a unos pasos de la céntrica y famosa calle Prado (avenida José Martí) y con la colaboración de los museos municipales, es decir, los museos de, por y para la comunidad, donde están las verdaderas y únicas raíces de lo autóctono, se premiaron a más de una treintena de niñas y niños de entre 154 obras entregadas, todas por estimulo a ayudar a la salvaguardia de su patrimonio.
Lo vivido en Trocadero 162, Centro Habana, fue la culminación de una etapa de un acto de Creación. Creación humana, artística, pero mucho más, de pensamiento, de valores, de conducta, del Camino de Apóstoles del futuro, fue una verdadera apuesta a la educación a la que aspiran y necesitan los pobres de la tierra, los que saben querer y creer que un mundo mejor no solo es posible, sino imprescindible.
En esta casa, donde viviera desde 1929 hasta su muerte, José Lezama Lima, autor de la célebre novela Paradiso, y en la cual produjera toda su obra, fue un excelente marco para tal conmemoración, llena de arte y de historia, devenida en espacio místico de La Habana, tal y como reza en el documento de promoción elaborado por los propios trabajadores de esta institución cultural y que al decir de Lezama:
...esta sala y esta penumbra fueron las cobijas de mis páginas. ¿Tendrán algún valor museable desde ya esta casa de Trocadero 162?
Si se cumple que lo sea, yo habré tenido el privilegio de escribir en mi propia casa y en el museo que me legarán la nación y los compatriotas.
Es como vivir en una catedral del futuro...
Y se cumplió..., esta Casa convertida en museo el 30 de junio de 1994, es hoy, para beneplácito de todos los cubanos, Monumento Nacional desde 2010 y atesora un patrimonio invaluable: libros, documentos, objeto personales y otras piezas entre las que sobresale la colección de artes plásticas reunidas por el escritor hasta 1976, con excepcionales obras de grandes maestros cubanos.
Y, unido a todo ello, una muestra de la Gran Travesía... del Teatro Cimarrón, a partir de la versión teatral del dramaturgo y ensayista Alberto Curbelo fue puesta en escena. Excelente complemento a tan emotivo y alentador encuentro, junto a su productor, Jorge Fernández y sus histriónicos actrices y actores que supieron contribuir a la conducción de un acto de Fe de cubanía.
Naturaleza, cultura, raíces, educación en valores, comicidad y alegría fueron mezclados en armonioso equilibrio con gracia, elegancia y profesionalidad.
En horabuena..., eventos culturales como este se agradecen y ofrecen esperanza. Hubiese valido la pena, que el atiborrado patio de la Casa Museo, que apenas posibilitó espacio al numeroso público asistente entre trabajadores de la cultura, niñas y niños, padres y familiares, se hubiera trasladado a la calle, para que la comunidad de esa parte del corazón de La Habana hubiera podido disfrutar y aprender de este día en homenaje a “Los monumentos de mi localidad”, como es el título del concurso que anualmente se realiza para estimular la conciencia por lo nuestro. Pedir autorización a las autoridades correspondientes, bien hubiera valido la pena.
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