Para algunos, es ejemplo de “personas que no sólo no deben morir, sino que en cierta forma no mueren nunca” (Roberto Fernández Retamar); para otros, “(…) El mayor estímulo de su vida es la emoción al riesgo. La tribuna de improvisador parece ser su medio ecológico perfecto (…) Es la inspiración: el estado de gracia irresistible y deslumbrante, que sólo niegan quienes no han tenido la gloria de vivirlo. Es el antidogmático por excelencia (García Márquez); “Es un Iluminado, una mente ecuménica, transmisor de un legado único” (Miguel Barnet); “Hombre de una trascendencia histórica no solamente para América Latina, sino para todo el mundo” (Frei Betto); “(…) Soy un hombre leal y jamás olvidaré que en los momentos más sombríos de nuestra patria, en la lucha contra el apartheid, Usted estuvo a nuestro lado” (Nelson Mandela); “Sus ideas perdurarán en el tiempo” (Sam Nujoma).
Y, para otros muchos, como siempre es y será, el imprescindible venezolano bolivariano Hugo Rafael Chávez Frías, “(…) es un Padre, más allá de las dimensiones humanas, más allá de presagios”.
¿Cómo describirlo? ¿Como el más genuino pensador y líder político y social del siglo XX? ¿Cómo Guía de ideas revolucionarias dignas y emancipadoras para todos los tiempos?
Si hacemos algo de Historia lo hallaríamos como ejemplo de joven revolucionario en su época de estudiante y de abogado, pero si partimos de su cimentación ideológica siempre lo encontraríamos en la expedición de un pequeño yate que partiera de un puerto hermano para poner proa definitiva hacia la Historia para el renacer y continuación de un movimiento definitivo liberador revolucionario, de una Revolución continuadora de las aspiraciones de un pueblo y de sus luchas seculares independentistas socavadas por una poderosa metrópoli europea y por el ulterior nacimiento y poderío de un cercano imperio.
Y es que en el propio año 1959, pocos meses después del triunfo del Primero de Enero, hubo que enfrentar bandas armadas organizadas y financiadas por la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos (CIA); sabotajes, cientos de planes de atentados contra los principales dirigentes, especialmente contra el jefe de la Revolución, el bloqueo económico, comercial y financiero, campañas mediáticas, la invasión por Playa Girón, la Crisis de Octubre o de los Misiles, la introducción de plagas y enfermedades, múltiples acciones terroristas organizadas y financiadas por el Gobierno de los Estados Unidos, con un saldo de miles de víctimas mortales y de hijos de la patria mutilados o incapacitados. Luego, en la década de los años noventa del siglo pasado, tras la desaparición de la Unión Soviética y el campo socialista, y ante la arremetida implacable y oportunista del imperialismo que se entusiasmó con el anhelado colapso de la Revolución, los cubanos, en medio de enormes carencias materiales, pusimos a prueba nuestra inquebrantable capacidad de resistencia y la voluntad de defender la soberanía, independencia y el socialismo. Ello fue posible gracias al inigualable pueblo con que contamos y a la unidad forjada por Fidel desde los primeros años de lucha.
Fidel, tan sólo y únicamente Fidel, y más allá de cualquier otro calificativo o excelente escrito descriptivo acerca de su personalidad y genialidad, Fidel es y seguirá siendo el Hombre que sí definiese nuestro José Martí, Autor Intelectual del Moncada, para todos los tiempos:
“Los hombres que quedan son los que encarnan en sí una idea que combate, o una aspiración destinada al triunfo –los que pasan por el mundo voceando y luciendo, con velocidad extraordinaria–, como los astros. Mientras viven, se les señala con el dedo: en cuanto mueren se ve que donde ellos caen se levanta una estatua. No importa que hayan defendido sus doctrinas con exceso; así han de defenderse las ideas justas, para que, al retraerse, como todo se retrae, en la marea del universo, no quede la idea demasiado atrás”. (José Martí. Obras Completas. Periódico La Nación, 18 de febrero de 1886. T. 10, p. 376).
General de Ejército Raúl Castro Ruz recuerda el 26 de Julio, en la fecha del 26 de Julio de 2018:
“(...) Desde el propio 26 de julio de 1953 los revolucionarios cubanos nos hemos forjado en un incesante batallar y hemos llegado hasta aquí sobreponiéndonos a reveses y venciendo agresiones de todo tipo. Cómo no recordar a los jóvenes que un día como hoy fueron salvajemente torturados y asesinados tras fracasar la acción de «tomar el cielo por asalto» para no dejar morir al Apóstol en el año de su centenario. En este mismo lugar, hace 45 años, Fidel expresó: El Moncada nos enseñó a convertir los reveses en victoria. No fue la única amarga prueba de la adversidad, pero ya nada pudo contener la lucha victoriosa de nuestro pueblo. Trincheras de ideas fueron más poderosas que trincheras de piedras. Nos mostró el valor de una doctrina, la fuerza de las ideas, y nos dejó la lección permanente de la perseverancia y el tesón en los propósitos justos. Y añadía el Comandante en Jefe:
“Nuestros muertos heroicos no cayeron en vano. Ellos señalaron el deber de seguir adelante, ellos encendieron en las almas el aliento inextinguible, ellos nos acompañaron en las cárceles y en el destierro, ellos combatieron junto a nosotros en la guerra. Los vemos renacer en las nuevas generaciones (...)
“(…) Hoy, a 65 años del Moncada, con la independencia ya conquistada y la presencia permanente de Fidel entre nosotros, podemos afirmar que por difíciles que sean las circunstancias, por grandes que sean los desafíos, nuestro pueblo defenderá por siempre su Revolución socialista. La historia ha demostrado que:
¡Sí se pudo, sí se puede y siempre se podrá!”
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