El Danzón, a pesar de constituir el “baile nacional” de nuestro país, es cuestionado muchas veces por especialistas y conocedores en la materia. Se alega que no es un género tradicional y mucho menos popular. Las categorías científicas POPULAR y POPULAR TRADICIONAL. Resultan, en este caso, totalmente desconocidas por quienes plantean semejante criterio. El hecho de que el Danzón tenga autor reconocido y fecha de creación no inhabilita su status de “POPULAR TRADICIONAL”.
Sucede que hasta hace poco tiempo en el Folklore o la Cultura Popular Tradicional las diversas manifestaciones debían observar la condición de autor anónimo y su momento de surgimiento casi siempre se perdía en la memoria común. Existen otras condicionantes que suelen referirse a los aportes que el género en cuestión tiene a su haber, y no cabe duda que el Danzón no solamente es el baile nacional con valores coreográficos, sino que como género musical constituye una de las premisas de la IDENTIDAD CULTURAL de nuestro país. En el plano puramente melódico, armónico y temático, por ejemplo, refleja quizás como ninguno la idiosincrasia cubana.
Lo POPULAR es lo que goza de preferencia de las mayorías en su quehacer socio-cultural durante un tiempo, pero si trasciende a varias generaciones por sus valores y aportes entonces alcanza la categoría de POPULAR TRADICIONAL, lo cual significa un status científico superior, después de un proceso de decantación que se pierde en el tiempo.
Mucha atención hay que otorgarle a la TRADICIÓN como tal, su significación es llevada y traída según conviene en algunos casos.
Es muy frecuente escuchar, sobre todo en los medios masivos de comunicación, que un evento, un programa, un concurso, por ejemplo, es tradicional, solamente porque se ha realizado en más de una ocasión. Se ignora entonces que, si no se ha producido el hecho por más de 25 años, es decir, no ha pasado de una generación a otra, no puede constituir todavía una tradición, en consecuencia, se le otorga un nivel que no le corresponde.
La TRADICIÓN es además la ley de la Cultura Popular que determina la perdurabilidad de las manifestaciones culturales en su continuo desarrollo y cambio en el proceso de asimilación, sustitución e incorporación de nuevas tradiciones. En cambio, la otra ley de la Cultura popular es la de la Renovación o modernización. Este es un proceso que niega y se libera de las tradiciones caducas, al cambiarlas por otras más acordes a las concepciones contemporáneas propias de las nuevas generaciones.
La Tradición es además la acción transmisora del hecho folklórico, de acuerdo al sentimiento y pensamiento del sujeto. Es decir, constituye el aspecto interno, relacionado con el más íntimo sentir de cada persona.
Muchas veces se confunde este concepto con la costumbre, y de hecho suele decirse… “nuestras costumbres y tradiciones”. La Costumbre está muy relacionada con la Tradición porque es la acción externa por medio de la cual se efectúa una tradición, ya que es la disposición adquirida por actos repetidos durante un largo período de tiempo.
La Tradición se caracteriza por poseer determinados SÍMBOLOS que marcan de forma indeleble la cultura de la comunidad y, por ende, su Identidad Cultural. Pueden ser rasgos distintivos presentes en una manifestación musical, danzaria, poética, festiva, u otras.
Mientras la comunidad tiene oportunidad de ejercer regularmente sus tradiciones, a través de la costumbre tiende a valorarlas y a conservarlas en su MEMORIA HISTÓRICA, sin embargo, cuando ese proceso es interrumpido o desvirtuado por agentes externos o circunstanciales ajenos a la mayoría, existe el peligro que se produzca un rechazo y, por ende, deje de recordarla y pase a un total olvido. El natural desarrollo de la MEMORIA HISTÓRICA queda trunco y ese espacio siempre es ocupado por otras expresiones, las cuales muchas veces no obedecen a nuestra idiosincrasia, son de origen foráneas, carentes de valores identitarios, patrióticos y estéticos y es aquí donde la ideología juega un rol primordial.
Para que todo pueblo conserve y desarrolle su cultura más autóctona es indispensable que se efectúe la SUCESIÓN CULTURAL, que es la entrega de los símbolos que identifican a una cultura de una generación a otra.
El Danzón posee por sobradas razones la categoría POPULAR TRADICIONAL, al conservarse no solamente en la memoria histórica sino también por la valoración contemporánea que ostenta, sus aportes que trascienden en el tiempo y su práctica socio-cultural nacional e internacional. Su legado se extiende al aspecto tímbrico, a la utilización de instrumentos musicales que los elevan a una categoría superior (como la flauta, el clarinete y el piano), a la incorporación de determinados ritmos foráneos sin perder la cubanía, como melodías norteamericanas e italianas.
Afortunadamente ya las nuevas generaciones valoran y utilizan sus aportes en una forma creativa con un alto vuelo artístico y estético, como quedó demostrado en el reciente evento efectuado en la ciudad de Matanzas, donde jóvenes compositores utilizaron la célula del danzón en arreglos musicales que enriquecen la Identidad Cultural cubana.
En este sentido los medios de difusión juegan un papel fundamental, pues si no se programan estos logros, no se conocerán ni se valorarán por las grandes mayorías. Asimismo, la educación, de la casa y de la escuela, son vías transmisoras insustituibles de estas tradiciones, ya que de este modo se propicia la Sucesión Cultural con programas pedagógicos encaminados a desarrollar programas sistemáticos que ayuden a conocer, analizar y valorar los aportes del género.
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