“El béisbol en la plástica y la gráfica cubanas” y ¡qué viva la pelota!


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El pasado 3 de septiembre fue presentado en el espacio Sábado del Libro la Antología visual El béisbol en la plástica y la gráfica cubanas, del investigador e historiador Jorge R. Bermúdez, que publica Arte Cubano Ediciones, con una extraordinaria cubierta gracias a la obra Josh 800 Home Runs del artista Reynerio Tamayo. 

Esta presentación coincidió con el 149 aniversario de la publicación en el periódico Aurora de Matanzas, de una breve reseña sobre un partido que se había realizado dos días antes en los terrenos del Palmar del Junco de esa provincia y que constituye la primera referencia escrita de un juego de pelota celebrado en Cuba.

El béisbol en la plástica y la gráfica cubanas es el resultado de una ardua labor de investigación del historiador Bermúdez con la que ha garantizado una loable compilación de la historia visual del béisbol en Cuba a través de las creaciones de obras de artistas cubanos clásicos, modernos, contemporáneos y postmodernos, que han recreado desde sus estéticas este componente cardinal de la cultura y la identidad cubanas.

Encabeza el texto el poema del Premio Nacional de Literatura, Roberto Fernández Retamar, Pío tai, que es un homenaje a peloteros legendarios y al deporte como tal.

En el inicio de la primera parte del volumen: Una pequeña gran historia a manera de calentamiento, Bermúdez dice una verdad grande: “(…) el béisbol es una metáfora de la vida. Se gana o se pierde”.

Ilustran ese segmento, por mencionar algunas, una imagen del Discóbolo de Mirón y otras referidas a las originales Olimpiadas de la Antigüedad; le siguen el Minotauro de Creta, corridas de toros allí; vista del estadio Palmar del Junco de Matanzas, así como ilustraciones de Juan Padrón en las que el personaje de Elpidio Valdés aparece como bateador y pitcher manigüero.

La segunda parte se titula Una imagen en once entradas, cada una de las cuales reúne ilustraciones de revistas y periódicos; fotografías, dibujos de peloteros como Martín Dihigo o José de la Caridad Méndez, el Diamante Negro, y también caricaturas.

Después el anexo Esto no se acaba hasta que se acaba, contiene referencias visuales a Orestes (Minnie), Miñoso, a varios equipos y a los monogramas de algunos de estos como Habana, Almendares, Marianao y Cienfuegos.

A continuación, aparece el apartado Umbral que reúne tres piezas de reconocidos artistas de la plástica: El origen de la pelota (2012), de la serie «Que vida más sana, que mente tan perversa», de Rubén Alpízar; Llegada de la pelota a Cuba (2014), de la serie «Calentamiento Local», de Roberto Fabelo, y Esteban Bellán (2014), de Reynerio Tamayo; este umbral es de una riqueza visual extraordinaria y “arrincona a la pelota” desde tres esquinas muy diferentes pero todas bien agudas.

Seguidamente los lectores podrán apreciar la Galería I: Colonia y República (1864-1958) a la que se integran imágenes de época del Almendares Park, La Tropical, caricaturas, fotografías iluminadas de principios del siglo XX; temperas; anuncios de prensa; fotomontajes y dibujos a creyón, de firmas muy reconocidas, algunas de las cuales son Jaime Valls, Conrado W. Massaguer, Jorge Agraz, Eladio Rivadulla y René de la Nuez.

La Galería II: Revolución, comprende de 1959 a 1999 y la componen imágenes de obras escultóricas y pictóricas, y carteles, de Rita Longa, Antonia Eiriz, Lesbia Vent Dumois, Pedro Pablo Oliva, César Leal, Luis Rodríguez García- Casarriego, Antonio Pérez (Ñico), Eduardo Muñoz Bachs, Constante Diego (Rapi), entre otros.

Sesenta y tres piezas se compilan en la Galería III realizadas entre los años 2000 y 2015, por Vicente González Bonachea, Isaac García Toledo, Rafael Pérez, Alicia Leal, Giselle Monzón, Arles del Río, Mercy Rivadulla, Eduardo Roca (Choco), Ever Fonseca, Eduardo Abela, Juan Moreira, Ernesto Rancaño,  Julio Neira, Juan Padrón, Alejandro Saínz, Arturo Montoto, Vicente Hernández, Ángel Ramírez, diez piezas más de Reynerio Tamayo, Harold Vázquez, Bryan Romero, y Guillermo Bello, y por más importantes artistas.

En total más de cincuenta creadores, muchos de ellos Premios Nacionales de Artes Plásticas, y algunas de nuestras más reconocidas pintoras, también tributan a esta antología visual de más de cien piezas que glorifican la imagen del deporte nacional cubano, ese que, aunque ha sido un poco desplazado por el fútbol, se sigue jugando en las calles porque está enraizado en el imaginario popular de todos los cubanos, en su idioma cotidiano, que cruza fronteras pero sigue siendo la pelota cubana.

 


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