Echu y el equilibrio dinámico de la existencia. Joya de la teología de Ifá. Ofrenda a la filosofía mística Universal


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Según las más antiguas tradiciones místicas, los caminos de la transformación espiritual siempre se han configurado con varias opciones. Como un legado de lo más puro de la teología del pueblo yoruba a la filosofía mística Universal, el cuerpo teológico de Ifá muestra una joya filosófica con la figura de Echu, en su misión para lograr que el hombre se reconozca a sí mismo como responsable de sus propias desgracias. Tarea que para muchos le convirtió en arquetipo del mal, porque es más fácil culpar a otros de las desdichas propias, que asumir la responsabilidad por ellas. Echu interacciona entre el bien y el mal, mientras se sucede el tropel lógico de la vida. Agiliza el dinamismo y establece el equilibrio de la existencia. Es su tarea, que cada individuo reconozca y asuma su proceso personal de transición y cambio permanente, para lograr verdadero avance en la vida.

Aquellos que no están dispuestos a la aceptación de estas cualidades, “proyectan su debilidad al mundo y conceptualizan a Echu como demonio. Pero la escritura de Ifá es muy clara en cuanto explica, que los demonios no son fuerzas espirituales generadas por la creación, sino invenciones humanas creadas e invocadas por quienes se resisten al cambio”. (1) 212. Adrián de Sousa Hernández (La Habana 1957-2013), consagrado investigador, ensayista y narrador cubano, quien realizó profundas investigaciones sobre la figura de Echu dentro de la teología del sacerdocio de Ifá, nos muestra mucho más allá del simple aspecto devocional, una verdadera joya filosófica cuyos postulados tienen múltiples puntos de unión con las más antiguas tradiciones filosóficas místicas. Para el mencionado investigador, “el ideario yoruba no contempla ningún modelo doctrinal en el cual se encuentre algo parecido a la concepción del infierno. Este concepto-escenario fue “creado por una clase oligárquica como medio para sojuzgar (en nombre de Dios) a las grandes masas, que ante tan aterradora descripción de la eternidad, llegaron a olvidarse que, si hay algo parecido al infierno, es esta realidad aquí en la Tierra, “debajo del cielo”, que es lugar donde la humanidad intenta depurar las energías negativas que arrastra, ya desde lo individual, a lo colectivo” (1) 150. Desde siglos atrás, el término “diablo” ha sido utilizado por las culturas latinas para nombrar a un supuesto representante de las fuerzas del mal, pero “concebir a Echu como diablo y creer que los practicantes del culto son “brujos”, es desconocer por completo los fundamentos más evolucionados de ésta filosofía. A veces incluso, hasta los mismos iniciados incurren en errores de concepto, de lo que verdaderamente son y deben proyectar hacia los demás”. (1) 150.

En el sacerdocio de Ifá

En la tradición yoruba, el hombre se vale de las prescripciones sagradas de Ifá. Es “expresión condensada del pensamiento, la comprensión y la sabiduría, que se brindan de una manera artística y bellamente concebidas, mediante parábolas, metáforas y símiles, donde: las enseñanzas quedan a merced de lo que cada quién interpreta, aprende y aplica; de lo que cada cual es capaz de asimilar, según su propio entendimiento; y del nivel del pensamiento, comprensión y sabiduría del sacerdote-intérprete del oráculo”. (1) 152. Sin embargo, nada de eso es válido, si no se cumplimenta con el deber de entregar a tiempo y en condiciones las correspondientes ofrendas sagradas.

En el sacerdocio de Ifá se aprende y enseña, que “la relación destino-carácter implica renovarse a cada paso, así que se puede viajar únicamente con el equipaje necesario, lo otro sería lastre, que vendría a ocupar el espacio de la “paz mental”, imprescindible para dilucidar cualquier acontecimiento personal o de la comunidad por el camino de la verdad, dónde ésta depende de la relación individuo-Echu”. (1) 210. Luego de lograda esta paz interior, uno “debe asimilarse a la compleja y activa interrelación entre el pensamiento y la acción, para desarrollar lo que en ésta corriente doctrinal se ha dado en llamar << el buen carácter >>, lo cual se explica, “imposible de lograr, cuando el ser no está en armonía entre lo que se piensa y siente, habla y realiza”. (1) 212.

Por los caminos de Ifá se interioriza al iniciado que ciertos valores universales, tienen el poder de convertirse en virtudes, solo cuando se traducen en acción. “Nadie podrá exigir honestidad, generosidad, lealtad, ni ninguna otra cualidad, si no ha sembrado esos valores universales, pues al ejercerlos de manera cotidiana, cada escenario cambia positivamente, si son operados desde el corazón, de forma individual”. (1) 212. De esta manera se vislumbra desde el sacerdocio de Ifá, mucho más allá del concepto religioso, una verdadera “filosofía para la vida espiritual y material, con la capacidad de brindar guía, a quienes todavía no han encontrado una razón a su existencia, con lo cual se les facilita el encuentro consigo mismo y con su camino preciso”. (1) 152.

Echu, en el sacerdocio de Ifá

Echu existe independiente del creador supremo y “representa de hecho, la infinita oscuridad del Universo. Siempre está al acecho y nunca se deja ver”. (1) 20. Opera a su antojo desde el inicio de la humanidad y “su mayor impacto ha sido desenmascarar al hombre, para que se reconozca a sí mismo como el responsable de sus propias desgracias. Tarea que para muchos le convirtió en el arquetipo del mal, porque es más fácil culpar a otros de las desdichas propias, que asumir la responsabilidad por ellas”. (1) 218.

Según los practicantes y seguidores de la Regla de Ocha. Echu vive en la calle, en la sabana o en el monte, y si entra en la casa hay tragedia. Está mediando de manera constante entre el pensar y el sentir. Se encarga continuamente de recordarnos a cada momento del día, todos los días del mes y todos los meses del año, durante toda nuestra existencia, que “el desarrollo del << buen carácter >>, es la única forma de elevar la conciencia para que quede claro el propósito de la vida y se accione con responsabilidad en el destino colectivo e individual”. (1) 213.

Echu es también el “intermediario entre las aspiraciones humanas y las decepciones”. (1) 149. En algunos casos se convierte en agente “catalizador para mejorar o mantener la situación presente, pues las cosas buenas no llegan naturalmente, excepto si son atraídas o están escritas en el <destino> de uno, de la misma forma que las cosas malas no paran de llegar, a menos que se les detenga de alguna manera, incluso si son parte de nuestro destino”. (1) 149. Echu es quien “interacciona entre el bien y el mal, mientras se sucede el tropel lógico de la vida…” y no pocas veces hace su trabajo con tal pasión que puede causar daño extremo. Es decir, la muerte. Agiliza el dinamismo y establece el equilibrio de la existencia”. (1) 218-19. Pero es también la “entidad que, energizada por el sacrificio del practicante, se interpone en el camino de cualquier fuerza que haya planeado un ataque”. (1) 151.

Tradicionalmente en Cuba han sido vinculadas las figuras de Echu y Elegguá, algunos dicen: Echu es la cara oscura de Elegguá; otros: el lado oscuro. Pero actualmente para algunos creyentes y practicantes, “hay criterios muy difundidos acerca de que Echu y Elegguá no son una misma divinidad”. (1) 31. El investigador cubano Adrián de Sousa realizó una encuesta entre practicantes e iniciados sobre el tema. Encontró criterios de que “Echu es una divinidad independiente de Elegguá y juegan papeles diferentes dentro del culto y en general dentro del sistema planetario”. (1) 32. La gran mayoría de las personas encuestadas consideran también que, “Elegguá es lo que entregan los santeros, mientras que Echu es entregado por los sacerdotes de Ifá. En ambos grupos, de Sousa advierte una misma indecisión final, pues no tienen cómo demostrar sus diferentes puntos de vista, a través del cuerpo literario que conforman los odus de Ifá y ambos argumentan que lo aprendieron así de sus mayores”. (1) 33.

El herbolario de Echu

Se considera como fundamental la hierba fina o grama (eran en lengua yoruba), cuyo nombre científico es, Cynodon dactylon; el ítamo real; la espuela de caballero; el cardo santo; el ciruelo; la güira; el espantamuerto; el romerillo; el bledo blanco, el algarrobo; la pendejera; el tostón; el higo; la parra; el alacrancillo; el curujey; el picapica; el ñame; el abrecamino; la guayaba; vencedor y el mamoncillo. Los garabatos utilizados en las ceremonias de Echu en Cuba y otras partes de América, se adornan con éstas tres últimas plantas. (1) 121.

Tabúes y sacrificios

Los caracoles, los aceites provenientes de la almendra, de las nueces de palma, del maní y del coco, son aborrecibles para él. Además, ninguna mujer menstruante puede manipular sus atributos. No acepta esta deidad un lenguaje inadecuado, ni soez mientras recibe la ofrenda y los animales que se le sacrifiquen deben consumirse afuera. (1) 121. Aunque existe gran disparidad de criterios, incluso en África, pues si en Ife puede ofrendársele el perro y el carnero, en el antiguo Daomey (actual República de Benín), de donde provienen las deidades originales de la Regla de Ocha, estos animales están tabuados para Echu.

Atributos y ofrendas

Se asocian de manera elemental: la piedra de un río en movimiento empleada en su altar y el chivo de color negro en ofrendas. Pero “con el transcurso del tiempo, según el ingenio, la interpretación y los intereses de los hombres, la fuerza de la costumbre y el consejo de los más viejos”, en la práctica existen actualmente algunos símbolos, como: El Yangrí: Arcilla ferruginosa, que según algunos viene a ser su representación más importante; Pilón de Echu; Cuentas rojas, negra, que en algunos casos deben combinarse con blancas; El ado asure. bastón que emplea para bendecir a quien esté de acuerdo con la llamada a ofrecer sacrificio; Obe esu: cuchillo curvo; Kunmo esu: Garrote o bastón; Ropa roja y negra; El caurie: caracol equivalente al dinero (en el antiguo Daomey), y es depositado en su santuario; El Garabato: Horquilla que puede confeccionarse de los árboles de guayaba, mamoncillo o calabaza, que han de esta forrados con cintas de siete colores y adornados de cauries y cascabeles; Recipiente: Cazuela de barro mediana, que sustituye al calabazo, la jícara y al montículo de barro; el falo: Representación considerada como atributo de Echu en su propiedad de reproductor-multiplicador y su relación con la excitación sexual; Sombrero de paja: Adornado con cintas de colores verde, negro, rojo y blanco. (1) 103.

En cuanto a las ofrendas, el ya citado investigador Adrián de Sousa nos advierte que el sacrificio es lo fundamental en el sacerdocio de Ifá, pero “es importante conocer que al realizar una ofrenda, no basta con informarle a la deidad de las necesidades y deseos. Para que el sacrificio llegue, es preciso atraer la energía de esa entidad específica, hasta el lugar de la ceremonia”. (1) 105. A Echu se le sacrifican: peces como “la biajaca; ratas de bosque; pollos; gallos; pájaros; jicoteas; carneros; curieles; ratones; patos; cerdos; guanajos; gallinas de guinea, palomas y perros. Generalmente se cree que a esta deidad puede sacrificársele cualquier animal de cuatro patas, reptil, ave, o pez, de color negro”. (1) 105.

Hay una peculiar característica en las representaciones artísticas y de sus atributos, en las cuales a veces ésta figura tenga “dos o más caras, simbolismo que no se refiere a ninguna actitud de doble rasero, sino a su capacidad de estar en todas partes, pues dicen que suele estar en el sitio preciso, en el momento adecuado”. (1) 103. Está reconocida la existencia de muchos Echu, De Sousa muestra una larga lista de ellos, pero al final se declara como algo conocido, que éste numen desde el inicio de los tiempos se multiplicó hasta el infinito. (1) 31. Algunos de los versos de Ifá, aseguran que “tan pronto como un alma naciente va a escoger a su Orí, en el proceso que antecede su viaje a la Tierra, un Echu individual es creado para ésta persona”. (1) 24. En lengua yoruba Orí, “etimológicamente significa cabeza, pero filosóficamente se refiere a la deidad personal; la esencia, el núcleo del alma; la conciencia pura que nunca se desconecta de la verdad trascendente”. (1) 43. En lo más profundo de la teología de Ifá, “Orí es la manifestación divina y eterna de cada uno, quien contiene la información ancestral heredada, de quién se es y qué necesita verdaderamente” (1) 41 para desarrollarse, tanto en lo espiritual como en lo material. En realidad, “cuando se consulta a Ifá, se está indagando los deseos de su Orí, lo que materialmente se confirma porque el sacerdote toca la cabeza con sus instrumentos”. (1) 41.

El verdadero rostro del mal

Los tradicionalistas yorubas, quienes solo después de muchos años de estudio y experiencias prácticas, se convierten en conocedores profundos del oráculo en el cual se basa el sistema de adivinación de Ifá, atestiguan que “no existe un humano libre de culpas, como para ignorar esta deidad, sin sufrir las consecuencias por la negativa de ofrecer el sacrificio adecuado, para ganar el favor y la magnanimidad de Echu”. (1) 12. Es a través del sacrificio (de animales) que los yorubas desvían peligros y desgracias, infortunio y muerte, de ahí que sea considerado el elemento más importante dentro del culto. Aquí está presente el antiquísimo concepto de que no se obtiene algo, sin ceder equitativamente su igual. A quién obtiene, o se le es dado mucho, también se le exigirá de la misma forma su equivalente” (1) 153, pues el flujo eterno de dar y recibir forma parte de la existencia cotidiana. Así estos sacerdotes reconocen que, practicando correctamente los rituales de Ifá, el hombre logra actuar sobre aquellos aspectos perdidos por la influencia del medio, que le han vuelto más vulnerable.

En resumidas cuentas, dentro del sacerdocio de Ifá y develando esta joya filosófica de Echu, se aprende que: el mal es la falta de comprensión apropiada, es apartarse demasiado lejos del verdadero ser interno; una captación totalmente inadecuada de la vida. Cuando se logra la intuición, una espiritualidad correcta se desarrolla y se corrigen estas deficiencias, el mal cesa en sus actividades y desaparece. Las más antiguas filosofías universales muestran, de la misma manera que, “aquellos que logran penetrar en la esencia profunda del ser, allí no encuentran el mal".

 

 

Bibliografía

(1) De Sousa Hernández, Adrián. Echu-Elegguá y el equilibrio dinámico de la existencia. Ediciones Unión. La Habana, 2015. ISBN 978-959-308-214-3.


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