Desde hace varios años llevo a cabo una investigación sobre algunas voces españolas y sus variantes en los países latinoamericanos. Entre ellas, una es el verbo morir.
En la investigación antes citada he recogido alrededor de trescientas formas con el significado de morir en Cuba. Algunas de ellas son puramente regionales, pero la mayoría son conocidas en todo el país. No voy a relacionarlas todas, sino mostrar un resumen de ellas y, en algunos casos, ejemplificarlas con citas de varios autores cubanos.
Cuando se considera la acción de morir como una despedida, las frases más usadas son: decir abur (1); decir adiós; decir adiós a este mundo; decir adiós a la vida; decir el último adiós; dejar recuerdos; despedirse; despedirse de los vivos.
Con el sentido de que morir es un viaje que implica irse para otro lugar, se dice: brincar o volar el charco; coger pista; espantar la mula o el mulo; fumarse; ir abajo (2); ir camino a los pinos, para los corojos, para el tamarindo o para el mamey (en dependencia de los árboles plantados en los cementerios de las localidades); ir para la hortaliza del padre Gonfago (en Camagüey); irse; irse a la última morada; irse 12 arriba (3) o mudarse para Zapata y 12 (en La Habana, el Cementerio de Colón queda en las calles Zapata y 12); irse a despachar con San Pedro; irse a la ciudad de los bocarriba; irse a visitar a San Pedro; irse al cielo; irse, mudarse, pasar o permutar para el reparto Boca Arriba (4) o para el reparto Los Callados; irse con los angelitos; irse de viaje sin regreso al más allá; irse del parque (5) (en alusión al juego de béisbol cuando un jugador sale del juego); irse para el hoyo (6); irse para el hueco (7); irse para el mundo de la verdad; irse, mudarse o pasar para el otro barrio (8), para el otro lado o para el otro mundo; irse para la casa blanca o para la sierra blanca; largarse; pasar a mejor vida; pasar para el hotel de Santa Ifigenia (en Santiago de Cuba el cementerio se nombra Santa Ifigenia); pedir el pasaporte; permutar con la pelona; picar el boletín; pirarse; sacar pasaje; irse; trasladarse al cuarto de las papas. Y en este grupo está presente la querida República de Honduras, pues se escuchan las frases irse para Honduras o de viaje para Honduras, y sacar boletín para Honduras con el significado de morirse.
Otras frases hacen referencia a algo —por lo general de uso personal— que se deja o se echa a un lado, como: colgar o guindar los tenis (9); colgar el macramé; colgar o guindar el piojo (10), el sable (11), el taco, los guantes, los patines, los hábitos, el cuje, el fusil, el palo o el pavo; doblar el petate (12); largar el petate, el piojillo, el piojo (13), el zapato, la chancleta, la cutara, la tira, los tenis o los tacos.
Con verbos que implican fin o término: acabar; acabársele el aire o la gasolina; apagársele el resuello; dejar de piar el gorrión; dejar de comer fongo (en las provincias orientales fongo es ‘plátano’); extinguirse; irse del aire (14); liquidar la cuenta; salir de circulación; terminar. Y también se emplean otros verbos, entre ellos: afeitarse; afrijolarse; bailarse; chivarse; chuculumbearse; doblarse; enfriarse; entregar; esfumarse; esmerarse; espichar; estribarse; gotear; guardar o guardarse; guisarse; joderse; lincharse; ñampiarse; ñangarse; palmar; patalear; partirse; ripiarse; romperse; traquear; virarse.
En otros casos se alude, eufemísticamente, a la acción de vestirse. Entre ellos: cambiar de traje; ponerse el chemís, el pijama, el traje (15) o la guayabera de madera, de palo, de pino o de pinotea; vestirse de madera, de palo, de pino o de pinotea.
Una de las formas más usadas en todo el mundo hispanoamericano con el significado de morirse, sin duda es estirar la pata. También se emplea en Cuba, pero, además, se hace relación a los pies en varias locuciones con igual acepción. Entre ellas: ir, salir con los pies (16) o las patas por delante; largar la pata (17); mirarse el dedo gordo del pie o la punta del dedo gordo del pie; mirarse la punta del pie; quedar mirándose los pies.
El destino o la mala suerte también intervienen en la forma de morir los cubanos. Así, equivalen a morirse las siguientes expresiones: agarrarlo el ñámpiti gorrión; amanecer más tieso que un palo; caer de cabeza en la quebrada; caer en el reparto Boca Arriba; cogerle la cabecipelá, la pelá, la pelona o la rueda; hacerse ñapa pedida, tierra o trizas; dar la caída; darle el patatieso (18); llegarle la última afeitada, el bocarriba, la pelá o la pelona (19); llevárselo la lechuza, la pelona o Troya; partirse por el eje o por la mitad; quedarse tieso; romperse el asere o el catre esmerito; romperse y no haber modo de coserlo; halar (o jalar) la chapa (20); tragarse la chapa.
La voz patada también es muy usada en frases que significan morirse, tales como dar la patada; dale la patada a la lata (21), a la yagua, al cubo (22), al entablado, al enyaguado (23), al jarro, al tabique, al testero o al tibor, en dependencia de la zona: las dos primeras son mayoritarias en las provincias occidentales, y el resto en las centrales y orientales.
Desde hace muchos años cada ciudadano cubano tiene una cuota fija de los alimentos básicos mediante una libreta de racionamiento. Pues esto también ha entrado a formar parte de las locuciones empleadas con el significado de morirse, como: darse de baja o quitarse de la libreta y renunciar a la cuota o a la libreta.
Sin embargo, hay cinco locuciones que pueden considerarse las más empleadas en toda Cuba con el significado de morir. Dos de ellas están relacionadas con dos canciones conocidas internacionalmente: El Manisero, de Moisés Simons, popularizada por Rita Montaner y por Bola de Nieve, y La Guantanamera, de Joseíto Fernández. Son estas frases: cantar El Manisero (24) y cantar La Guantanamera. (25) Otra, se usa cuando alguien muere de forma violenta: morir como Cafunga. (26) Según don Fernando Ortiz, Cafunga era un desmochador de palmas reales que vivió en el siglo xix cerca de Sancti Spíritus, al centro de la Isla, y murió al caerse de lo alto de una palma, aunque existen otras versiones: unas dicen que era un indio de la época de la Conquista y otras, que se trataba de un negro cimarrón. También es muy usada la frase guardar el carro. (27) Y cuando alguien se suicida o muere por negligencia propia, se dice que murió como Chacumbele (28), que él mismito se mató. De este personaje, Chacumbele, no existe un criterio seguro acerca de su verdadero nombre, pero todas las versiones coinciden en que en un momento de su vida fue artista circense y al final de su vida, policía, y se suicidó por un desengaño amoroso.
De cualquier modo, lo mejor es seguir vivito y coleando y decir como Francisca —ese personaje inolvidable de uno de los mejores cuentos cubanos, Francisca y la muerte, de Onelio Jorge Cardoso—: “No me voy a morir nunca porque siempre hay algo que hacer”.
Notas:
(1) “[…] la pobre cogió un frío y en la misma portada de esta finca dijo abur”. Chofre, F.: La Odilea, p. 150.
(2) “Un día iba abajo. El hombre quedaba indefenso”. Álvarez Jané, E.: Macuta..., p. 123.
(3) “Espero que cuando me vaya 12 arriba, al «campo de pelota» —el cementerio—, pase a manos del museo”. “L. Martínez Pedro”, en Báez, L.: Los que se quedaron, p. 109.
(4) “[...] estaban «ubicados» bajo una lápida, ya para la eternidad, en el Reparto Bocarriba [...]”. Prieto, A.: El vuelo..., p. 226.
(5) “Le apliqué [...] fármacos hasta que se fue del parque [...]”. Mitrani, D.: “Morir es un placer”, en Caminos..., p. 174.
(6) “A todos nos llega la hora de ir al hoyo”. González de Cascorro, R.: Despedida..., p. 52.
(7) “Te da un infarto del gustazo y te me vas a ir al hueco”. Valle, A.: Habana Babilonia, p. 34.
(8) “No aguantó, ya ve usted, y se fue..., se fue al otro barrio, como se dice”. Alpízar, R.: Brindis..., p. 68.
(9) “El roedor vendió bien cara su vida, y antes de «colgar el tenis» le dio tal mordida a su asesina [...]”. Viñas Alfonso: “Extraño”, en Bohemia, año 94, nro. 2.
(10) “[...] largó el piojo per in aeternum el diablo angelical que llaman hombre”. Tallet, J. Z.: Poesía..., p. 336.
(11) “La causa de la muerte fueron tres disparos a unas diez yardas de distancia y guindó el sable instantáneamente, según el forense”. Morán, J.: Medianoche..., p. 188.
(12) “—¿Qué novedad tenemos, don Ciriaco? / —Grande, licenciado; yo creo que de esta hecha doblo el petate. / —¡Qué!, estando yo en el mundo no se morirá usted”. Betancourt, J. V.: “El médico pedante y las viejas curanderas”, en Costumbristas..., p. 228.
(13) “[...] tuvo la suerte de que un tío quinto suyo largase el piojo en España, y le dejase una herencia [...]”. Arango, R.: “El diario de Solomillo”, en Cuentos despampanantes, p. 143.
(14) “Yo estoy un día sin comer y me voy del aire”. Padura, L.: La neblina…, p. 346.
(15) “Parece que se afligió y como a los tres meses hubo que ponerle el traje de madera”. Estevanell, J. E.: “Don Blas”, en Santiago, p. 74.
(16) “Saldría de allí con «los pies por delante», pues aquella gente ni siquiera tenía la delicadeza de sacar a los cadáveres como corresponde [...]”. Enríquez, C.: “La vuelta de Chencho”, en Tilín..., p. 349.
(17) “En casa está entodavía la caneca en espera de que yo largue la pata”. Álvarez de los Ríos, T.: Las Farfanes, p. 166.
(18) “[...] se da una vida de perro sin acordarse que el día menos pensado le da el patatieso”. Iznaga, A.: Las cercas..., p. 83.
(19) “[...] hasta que llegue la pelona y todo se vaya al carajo”. Comas P., E.: La agonía..., p. 196.
(20) “—¡Ay, ay, un médico, que me muero! // —¡Apúrense con la bestia que la vieja está al jalar la chapa!”. Paz, A.: Teatro, p. 74.
(21) “Eso de lucir bien, aun después de haberle dado «la patada a la lata» no es algo criticable [...] podrán retratarse de forma gratuita antes de su muerte, para lucir un buen aspecto en la fotografía que acompaña a su tumba...”. Viñas Alfonso: “Extraño”, en Bohemia, año 94, nro. 20.
(22) “Estás más muerto que el Zar: / Kaputt tot, dead, difunto [...] / Diste la patada al cubo”. Cabrera Infante, G.: Tres tristes tigres, p. 253.
(23) “Volviendo al genial Odileo, ya se encontraba con ganas de meterle la patada al enyaguado y acabar con aquel martirio [...]”. Chofre, F.: La Odilea, p. 63.
(24) “[...] el conde «cantó su manisero» apaciblemente, en su casona secular [...]”. Lagarde, G.: “El conde malvado”, en Desapolillando..., p. 57.
(25) “[...] el cansancio de golpear también comienza a agotarlo; y la cara junto a mí, preguntándome: «¿Qué quieres cantar, La guantanamera o El manisero?»”. Eguren, G.: “Un asunto de rutina”, en Cuentos sobre..., p. 21.
(26) “¡Aquí morimos como Cafunga!”. Arango, R.: “El problema del agua”, en Cuentos despampanantes, p. 124.
(27) “Se emplean eufemismos para designar la muerte [...]. Morir se dirá «guardar el carro» [...]”. Cabrera, L.: Supersticiones..., p. 13.
(28) “[...] dejarlos que fracasaran y empezaran a destruirse ellos mismos como Chacumbele [...]”. Vitier, C.: De Peña..., p. 183.
Obras citadas:
- Alpízar Castillo, Rodolfo: Brindis por Virgilio, Ediciones Unión, La Habana, 2012.
- Álvarez de los Ríos, Tomás: Las Farfanes, Ediciones Unión, La Habana, 1978.
- Álvarez Jané, Enrique: Macuta La Habana, Colección Espiral, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1988.
- Arango, R.: Cuentos despampanantes, Casa Editorial Librería Cervantes, de R. Veloso y Ca., La Habana, s/f.
- Báez, Luis: Los que se quedaron / Los que se fueron, Casa Editora Abril, La Habana, 2008.
- Betancourt, José Victoriano: “El médico pedante y las viejas curanderas”, en Costumbristas cubanos del siglo xix, Biblioteca Ayacucho, Venezuela, 1985.
- Cabrera, Lydia: Supersticiones y buenos consejos, Ediciones Universal, Miami, 1987.
- Cabrera Infante, Guillermo: Tres tristes tigres, Editorial Seix Barral. S. A., Barcelona, 1970.
- Chofre, Francisco: La Odilea, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1981.
- Comas Paret, Emilio: La agonía del pez volador, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2008.
- Eguren, Gustavo: “Un asunto de rutina”, en Cuentos sobre el clandestinaje, Colección Saeta, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1983.
- Enríquez, Carlos: Tilín García, Editorial de Arte y Literatura, La Habana, 1977.
- Estevanell, Justo Esteban: Santiago, Editorial Gente Nueva, La Habana, 1987.
- González de Cascorro, Raúl: Despedida para el perro lobo, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1980.
- Iznaga, Alcides: Las cercas caminaban, Uneac, La Habana, 1970.
- Lagarde, Guillermo: Desapolillando archivos, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1978.
- Mitrani, David: “Morir es un placer”, en Caminos de humo. Antología de cuentos cubanos con aromas de tabaco, Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2009.
- Morán, Javier: Medianoche enemiga, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1985.
- Padura, Leonardo: La neblina del ayer, Tusquets Editores México, S. A., 2005.
- Paz, Albio: Teatro, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1982.
- Prieto, Abel: El vuelo del gato, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1999.
- Tallet, José Zacarías: Poesía y prosa, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1979.
- Valle Ojeda, Amir: Habana Babilonia, Editorial Plaza Mayor de Puerto Rico, Puerto Rico, 2004.
- Viñas Alfonso, Pedro: “Extraño”, en Bohemia, año 94.
- Vitier, Cintio: De Peña Pobre, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1980.
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