¿Qué debió sentir el joven capitán cuando no pudo entrar en La Habana, y tuvo que virar para adentrarse en la mar enloquecida ya por la fuerza del huracán?, ¿qué sintieron los pasajeros cuyo instinto inconsciente hubiese sido entrar en la rada a toda costa?, son algunas de las interrogantes que se plantean en torno al buque Valbanera que naufragó, en medio de un intenso huracán, frente a las costas suroccidentales de La Florida.
A propósito de los 95 años de aquel fatídico suceso, fue develada una placa conmemorativa en un pequeño parque de la calle Crespo, frente al Malecón habanero. Se trata de un homenaje a los miles de canarios que emigraron a América y a Cuba, y, de manera particular, a los viajeros que, en septiembre de 1919, pretendían llegar a la capital cubana y terminaron en el fondo del mar.
La evocación a los desaparecidos del trasatlántico español incluyó las presentaciones, en la Casa Canaria de La Habana, del libro Valbanera, Réquiem por un naufragio, del historiador espirituano Mario Luis López Isla, y el documental Tras la estela del Valbanera, del cineasta canario Federico José Pérez Martín, que abordan la última trayectoria del vapor Valbanera, así como las existencias y misterios de quienes murieron o eludieron el naufragio.
Al acto de recordación asistieron el Excmo. Sr. D. Cándido Padrón Padrón, viceconsejero de Acción Exterior, y Xerach Gutiérrez Ortega, Director General de Cultura, ambos del Gobierno de Canarias, funcionarios de la Asociación Canaria de Cuba Leonor Pérez Cabrera y representantes de la Oficina del Historiador de la Ciudad.
Los restos del buque Valbanera yacen a tan solo seis metros bajo el mar, enterrados en un lecho de arenas movedizas denominado El bajo de La Media Luna. Los lugareños de Cayo Hueso, el lugar más próximo a ese sitio, conocen al pecio como The Ghostship of the Quicksands (El Buque fantasma de las Arenas Movedizas) o The Wreck of The Whores (El Pecio de las Putas).
Se trataba de un vapor mixto de carga y pasaje, un trasatlántico dedicado principalmente al transporte de emigrantes entre España y Las Antillas. En ese entonces el billete de un emigrante, desde Canarias hasta La Habana, solía costar unas 75 pesetas.
Construido y botado al agua en 1906 en los astilleros C. Connell and Co., de Glasgow, Escocia, el buque tenía 121,90 metros de eslora, 14,60 de manga y 6,50 de calado.
Antiguas leyendas sobre los restos del viejo trasatlántico español aluden al oro que transportaba y su saqueo por un grupo de pescadores griegos de esponjas, otras refieren que en las noches de temporal, si alguna persona era sorprendida por un vendaval en las cercanías del bajo, podían escucharse las desesperadas llamadas de auxilio emitidas por el silbato de vapor del buque.
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