Un nuevo Presidente de la República marca la continuidad de la Revolución Cubana que surgió aquel 10 de octubre de 1868. El joven revolucionario Miguel Díaz-Canel ha asumido con responsabilidad e hidalguía los timones del país. El pensamiento de Martí y de Fidel se consolida y marcha firme y decidido. El ritmo de la Revolución sigue vivo junto a su pueblo digno y valiente.
En un momento determinado José Martí dijo que “la lucha no había cesado”, justamente ahora recordamos aquellas palabras. La Revolución Cubana se enfrenta en estos momentos con un ilegal y absurdo recrudecimiento del bloqueo que nos ha sido impuesto por los Estados Unidos por más de sesenta años.
La Ley Helms-Burton, que constituye una agresión a la independencia y soberanía de nuestra Patria, en su Capítulo III, pretende otorgarle el derecho de reclamación a quienes no eran ciudadanos de Estados Unidos cuando sus propiedades fueron nacionalizadas o se marcharon del país. Con ello quieren dañar las relaciones económicas, comerciales y financieras de Cuba con el mundo. Esta Ley es contraria al derecho Internacional y a la soberanía de otros Estados. En múltiples ocasiones, Cuba ha reiterado su disposición de hallar una solución sensata a las reclamaciones y compensaciones mutuas, pero el propio Imperio, a través de algunos resentidos, pero con poder en el Gobierno imperial, mantiene una postura de intransigencias y chantajes.
La mayoría del pueblo de los Estados Unidos se opone al bloqueo. La Ley Helms-Burton viola la Constitución de los Estados Unidos.
Como pueden ver, y hemos reiterado, “la lucha no ha cesado”. Seguimos en combate. La Historia nos ofrece una buena oportunidad para definir nuestra posición ante los pueblos del mundo. El 24 de febrero próximo vamos a Referéndum por nuestra Constitución. Martí decía que “no se puede votar sobre la Constitución quién no sepa leer en ella”, por eso nuestro pueblo podrá votar, porque nuestra Carta Magna es obra colectiva, de todos y cada uno de los cubanos revolucionarios que la hemos hecho, una obra moderna y digna que recoge íntegramente el pensamiento de Martí y de Fidel, y al mismo tiempo, una expresión fehaciente de nuestra Revolución Socialista.
La votación por el SÍ en este ejercicio democrático que realizaremos, es un acto de reafirmación revolucionaria que no debemos desaprovechar.
Daremos una lección de unidad. Para Martí, “era necesario ir acercando lo que ha de acabar por estar junto, si no crecerán odios", decía; daremos una lección de dignidad, “ese esplendor, tan grato de ver que solo la fuerza de la dignidad da al hombre”; daremos una lección de humanidad, “la cobardía y la indiferencia no pueden ser nunca las leyes de la humanidad. Es necesario para ser servido de todos, servir a todos” y además, con el SÍ daremos una lección de patriotismo, al recordar a Martí cuando expresaba: “El patriotismo purifica y sublima a los hombres y por una ley de reacción natural, suele en las horas críticas, lucir con fuego intenso en aquellos a quienes estimula el arrepentimiento de los años culpables de patriotismo cómodo”. Para el Apóstol, “la primera cualidad de patriotismo es el desistimiento de sí propio, la desaparición de las pasiones o preferencias personales ante la realidad pública, y la necesidad de acomodar a las formas de ella, el ideal de la justicia”.
Nuestro pueblo, como señaló Fidel, es un pueblo patriótico y digno que jamás aceptará imposiciones ni amenazas de nadie.
De nuevo la vida nos pone a prueba.
Como dijera nuestro Comandante: “El problema de la justicia es eterno, y por encima de jurisconsultos y teóricos, el pueblo tiene un profundo sentido. Los pueblos poseen una lógica sencilla pero implacable, reñida con todo lo absurdo y contradictorio”.
Las leyes impuestas a Cuba por “el gigante de las siete leguas”, como llamó el Maestro a los Estados Unidos, son absurdas y contradictorias.
Nuestro pueblo, que ha demostrado tener “pleno concepto de su dignidad y de su honra”, sabrá responder a esta aberrante afrenta.
Nuestra nueva Constitución será la respuesta que daremos al imperio del Norte. Con esta Carta Magna, por propia decisión , seguiremos construyendo una Patria libre y soberana, próspera y sostenible “con todos y para el bien de todos”.
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