Pasaje a lo desconocido presentó esta semana un tema apasionante sobre el cerebro de los bebés, lo que permitió escuchar los resultados de investigaciones científicas contemporáneas sobre el asunto y recibir información general acerca de las características del cerebro y su funcionamiento.
El tema en cuestión me llevó a reflexionar sobre nuestra ignorancia generalizada acerca de asunto tan importante. Pensaba en todo el trabajo a realizar con las jóvenes parejas que se unen para fundar una familia o que accidentalmente procrean. ¡Qué falta nos haría recibir una educación científica adecuada para tratar debidamente a las nuevas vidas que se forman en el vientre de la madre!
Quizás nuestro país es uno de los pocos en el mundo, por toda la base social creada, que estaría en condiciones de lograr una educación parental científica y un tratamiento adecuado a todo el proceso de gestación de la vida nueva y lograr una educación prenatal científica, que se proseguiría después en el seno familiar y escolar, en la sociedad.
Nuestro Ministerio de Salud Pública y la Federación de Mujeres Cubanas podrían, en conjunto, propagar la información científica al respecto a través de las Casas de Orientación a la Mujer y el Médico de la Familia.
La mujer puede desempeñar las mismas tareas que los hombres en el trabajo social, pero hay una función que compete a la mujer y sólo a ella: la gestación de las vidas nuevas que dan continuidad a la especie humana. Y en esa tarea fundamental, la mujer lo sacrifica todo con la generosidad innata a la función maternal.
Por eso nuestra sociedad acogió fervorosamente, desde que se propuso la idea, la celebración del Día de las madres, la exaltación de la función materna.
Fidel soñó con que el futuro de Cuba fuera uno de hombres de ciencia. Y no se trata solamente de formar científicos en todas las ramas del saber humano, sino de que el conocimiento científico se convierta en un instrumento de toda la sociedad para su organización y desarrollo.
El conocimiento científico es algo siempre en desarrollo. Cada nuevo descubrimiento es, a la vez, punto de llegada y de partida. Es el permanente esfuerzo humano para tratar de explicarse a sí mismo y a la naturaleza de la que forma parte.
Tempranamente nuestro José Martí escribía: Hasta que no enseñemos ciencia en las escuelas, no tendremos a salvo la República. (11-276) (1) Es preciso fomentar el estudio de las ciencias como vía única para el conocimiento de las verdades. (15-192)
El mejoramiento humano pasa por el conocimiento científico.
Es ese conocimiento el que nos ayuda a tomar las decisiones más razonables y acertadas y a lograr, en lo que al ser humano se refiere, el medio mejor de favorecer el florecimiento de sus facultades potenciales.
Y toda la historia de cada ser humano comienza en el vientre materno. Desde ahí se inicia la responsabilidad educativa, según ha ido probando la investigación científica.
Más arriba hablé de las posibilidades educativas de nuestro Ministerio de Salud y de la Federación de Mujeres Cubanas. Esto, además de nuestro sistema nacional de educación, cuyo objetivo es el de preparar a los seres humanos para la vida en sus aspectos principales. Pero a ellos hay que sumar el papel de los medios de comunicación masivos, especialmente de la televisión, recordando aquel refrán chino de que una imagen vale por mil palabras. Hay que llenar de ciencia las nuevas tecnologías de la información. Se siente su falta. Tal vez haya sobredosis de farándula y banalidad. Claro que tiene que haber distracción, entretenimiento, disfrute del placer de vivir.
Sólo que la vida es más que eso y debe procurarse la armonización que vincule el trabajo, que crea la riqueza material y espiritual, y la posibilidad de disfrutar de los resultados de ese trabajo. Hay que sembrar para cosechar.
El ser humano es una dicotomía de animal y espíritu, de ser biológico y ser sutil que nace y crece a partir de un cuerpo dado. Del cuidado del primero depende mucho lo que será el segundo, conformado después en el trasiego social.
La educación, que no es más que el intento de prepararnos para la vida, requiere de un esfuerzo personal y colectivo, pues somos parte de un todo mayor, la humanidad.
La celebración del Día de las madres es ocasión de agradecimiento y regocijo y de recuerdo profundo para las que ya no están entre nosotros. El homenaje a las madres, fuentes de la vida, es el homenaje a la mujer, ser supremo, depositaria del poderoso amor que realiza la más extraordinaria de las creaciones terrícolas, los pequeños demiurgos temporales que juegan a rehacer y renovar, emulando con la naturaleza de la que son su producto.
Sean bienvenidos los programas de televisión que nos invitan a pensar.
Tengan las madres cubanas un día especial, aunque, en verdad, los días de las madres deben ser todos los de nuestras vidas.
Nota:
(1) Citas tomadas de las Obras Completas de José Martí publicadas por la Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. Al final de cada una se indica, entre paréntesis, tomo y página.
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