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De la africanía en Cuba. Oddun: Ogbe Ate


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En los tiempos de la recolecta del ñame, Oduduwa convocó a toda la  población de Santa Paciencia  a una reunión para conocer la Letra del Año, “había que ver cómo venía”.  Los años trascurridos habían sido de intensa inmisericordia gris, fuese por falta o exceso de agua, ¡quién sabe! El caso es que el ñame no llegaba al mercado y la gente no hablaba más que de las viandas.

Entonces no se conocían las relaciones sexuales antes del matrimonio y se sacrificaban humanos en vez de animales para alimentar a los dioses.

Ogbe, hijo preferido de Oduduwa y encargado de apresar a las personas para el sacrificio, abrumado de tanto pensar en la tarea un día salió por un camino en busca de expansión. Al llegar a la desembocadura de un ancho río, divisó una bella mujer sentada sobre un gran fardo de maíz.

 Movido por la curiosidad, al observar el rostro desconsolado de aquella  delicada joven, se le acercó y le preguntó: “¿Podría este humilde señor conocer cuál es el mal que embarga a tan apreciada aparecida beldad? Dígame usted en qué servirle y encontrará en mí un servidor.”

“Me llamo Irete y mi gran temor es por Belekun  Laye, espíritu maligno que habita en este río; además, tengo miedo de cruzar el puente con esta pesada carga”, dijo la joven mientras señalaba al busto sobre el cual estaba sentada.

“Llevo en mis dos manos un Osun (figura metálica) y un Iruke (rabo de pelo), pero ello no será impedimento para ayudarla en su carga”.

Y diciendo esto, Ogbe ayudó a la hermosa mujer a cruzar el largo puente de madera.

Durante la marcha Ogbe, con su verbo prodigioso, no dejó un solo instante de cortejar a la joven doncella, quien agradecida por el gesto lo invitó a la casa de sus padres.

A pesar de la escasez no faltaron bebidas y comidas para agasajar al forastero, quien pasada la madrugada, y embriagado por el alcohol y el deseo, desfloró a la apasionada joven, quedando esta en el instante embarazada.

Cuando en la casa se dieron cuenta de la flagrante falta, ya Ogbe se había marchado.

Pasado el tiempo, Irete tuvo un bello hijo que creció rápidamente. Todas las mañanas lo llevaba al mercado donde este, vivaz y dicharachero, hacía de las suyas robando y correteando incorregiblemente.

Cierta vez la madre desesperada cogió al insaciable niño y lo ató por las manos al pie de un tronco del mercado.

Resultó que un día Oduduwa mandó a buscar a Ogbe y le dijo: “Voy a hacer un gran sacrificio para invocar a los dioses en aras de tiempos mejores. Toma estos siete pesos y compra lo necesario para el Ebó.”

Al llegar al mercado, Ogbe lo primero que encontró fue a un niño atado a un tronco.

Tanta hambre y penuria había que hasta a los seres humanos se vendían. Ogbe preguntó: “¿Ese omokenke está en venta?”

 La vendedora, que sí había reconocido al recién llegado, respondió afirmativamente.

“¿Cuál es el precio?”, “Siete pesos”, respondió Irete.

Asombrado por la coincidencia del precio, Ogbe pide que le haga una rebaja y ella se niega, por lo que al final acepta llevarse al niño.

Al desatar al hijo, la madre le dice en sus oídos: “este al que yo te vendo es tu padre”, y le indica que por el camino vaya cantando esta canción: “Si él me mata, no está bien, si él me  vende, no está bien, pues Ifá Ogbe me trajo al mundo, me trajo al mundo con Irete”.

Ogbe y el niño se alejan. Dejando sus mercancías a los otros mercaderes, Irete los sigue  mientras el niño iba cantando: “Si él me mata, no está bien, si él me vende, no está bien, pues Ifá Ogbe me trajo al mundo con Irete, me trajo al mundo con Irete”

El niño repite y repite lo dicho por su madre. A la entrada de la casa de Oduduwa, los pobladores y sacerdotes allí reunidos quedaron perplejos con el canto.

Oduduwa le dice a Ogbe: “El niño dice que tú eres su padre. ¿Cómo ha podido ser?”

Ogbe queda silencioso, el niño continúa cantando. De repente, hace su entrada Irete y Oduduwa pregunta quién es esa intrusa.

“Soy mercader y la madre de ese niño y lo que dice en su canto es verdad”.

Diciendo esto, relata la historia del puente.

Al escuchar aquellas palabras Oduduwa dirigiéndose a los sacerdotes exclamó: “Nosotros íbamos a coger el niño para hacer Ebó, pero como es hijo de Ogbe no podemos sacrificarlo. Consultaremos a Ifá para saber qué dice.”

Fue así que al realizarse el Osode (consulta) Ifá vino con Ogbe Ate y dijo que en vez del niño aceptaría gustosamente gallinas, gallos, palomas o animales de cuatro patas. Es a partir de entonces que para hacer Ebó se utilizan animales.

Es en este Odun de Ifá donde nació el sacrificio de animales en vez de personas.


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