Meses atrás, Alejandro Astudillo no hubiera siquiera soñado con ser hoy uno de los artistas que exponen en la Trienal Grenchen, allá en la lejana Suiza. Ni él, ni Anabel Valdés, ni Airel Michel González, sus condiscípulos en la Academia de Bellas Artes San Alejandro. Tampoco Marysol de Armas, con todo y lo que ya es estudiante del ISA.
Play. Alejandro Astudillo
La historia comenzó cuando en el Taller Experimental de Gráfica de La Habana, donde realizan sus prácticas, llegó la convocatoria para el concurso que organiza el más antiguo de cuantos eventos dedicados a esta especialidad se realizan en el mundo.
“Es una gran oportunidad la que nos ha brindado el Taller de Gráfica. Gracias a estar aquí y a su gestión, sobre todo, logramos acceder a este concurso y a que las piezas llegaran a su destino.
“Es genial que, a pesar de la edad de uno y de que uno no tiene una gran obra, ni desarrollo dentro del mundo artístico, pueda participar en este tipo de eventos que son súper interesantes; específicamente este de Suiza, con ese tema del Tiempo sin tiempo que nos puso un reto muy bueno.
“En Grenchen también han estado muy al tanto de la participación de los cubanos y eso para mí ha sido muy espectacular porque uno siente que le están dando importancia a la pieza que hizo, entre las de más de 700 artistas”.
Como parte del grupo de esos artistas a que hace referencia el estudiante de tercer año de San Alejandro figuran, además de estos estudiantes, otros 20 grabadores del patio, entre miembros del Taller y jóvenes talentos vinculados a la institución.
“Pienso que la relación del Taller con los estudiantes, fundamentalmente con los de la especialidad de Gráfica, tiene una gran fuerza; sobre todo en esta época en que vino la pandemia, un aislamiento social y otros factores por los cuales muy pocos muchachos, para no ser absolutos, tienen en su casa posibilidades de trabajar o de hacer la técnica, pues son pocas las cosas que se pueden hacer en el hogar de uno.
“Incluso a veces las que se pudieran hacer no logran realizarse por las condiciones del hogar o del lugar donde uno está, al ser esta una especialidad que requiere una serie de equipamientos que no son asequibles para muchas personas, ni estudiantes ni artistas ya profesionales.
“Algo que nos impresiona es el hecho de que en el Taller no nos excluyen por el hecho de ser estudiantes. No es sólo que estemos aquí para hacer un ejercicio y aprender. No es solamente eso. Es que dentro de él se hace una serie de exposiciones, informan de las actividades que hay y siempre se cuenta con las generaciones jóvenes que estamos presentes. Siempre ha sido un lugar maravilloso por la magia de trabajo que existe aquí”.
Oráculo. Marisol de Armas
Atrapada por esa magia lleva más tiempo Marysol de Armas, estudiante del primer año de la especialidad de Conservación y Restauración del Patrimonio Cultural, en la Universidad de las Artes.
“Estoy vinculada al Taller de Gráfica desde octubre de 2020, haciendo aquí mis prácticas y tareas de impacto de la Universidad. Además de aprender sobre los fundamentos de las técnicas de grabado, he realizado obras para las diferentes convocatorias que han llegado al Taller: el Mini-Print de Cantabria, en España; el evento de Jóvenes contra el Bloqueo, la exposición Nasobucarte. Nasobucos y mascarillas y, más recientemente, la Trienal Grenchen.
“Además, he realizado una visita a su archivo, el cual atesora obras desde los años 60 del siglo pasado y también he colaborado con el montaje de las obras para las exposiciones que en aquí se organizan. Para mi formación académica y profesional ha sido fundamental esta vinculación con el Taller y sus artistas”.
Más no son solo los muchachos, a nombre de los cuales hablaron Marysol –por ser la única del ISA-, y Alejandro -un nivel por encima de sus compañeros-, los que se sienten muy complacidos por este vínculo establecido en la instalación.
Así lo pudimos corroborar en las palabras de Yamilis Brito, primera mujer que dirige el Taller Experimental de Gráfica de La Habana.
“Como institución, estamos muy contentos con la incorporación de estas jóvenes generaciones porque el Taller acaba de cumplir 59 años y queremos garantizar la cantera de nuevos talentos dedicados al arte gráfico.
“La alimentación ha sido retroactiva. A partir de la experiencia de otros artistas, ellos han aprendido mucho de nuestra especialidad, de la vida del Taller, de la utilización de materiales nuevos. También nos han ayudado muchísimo en las exposiciones; no solo como participantes, sino con su ayuda en el montaje y la museografía.
“Ambas partes hemos salido enriquecidas de esta experiencia y pienso que es algo que debemos continuar después de la pandemia. Al menos que se haga como Becas de Creación y que los estudiantes pasen un par de meses trabajando con nosotros. Así garantizamos la continuidad de la institución”.
Hermosa, eficaz y productiva es esta experiencia cumplida bajo las más estrictas normas para evitar la propagación de la pandemia de la COVID-19. Experiencia que pone de manifiesto, además, el necesario vínculo entre las instituciones culturales del país y el sistema de la enseñanza artística, cantera de talentos que demanda el cuidado de todos.
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