"De amores y esperanzas": Una serie televisiva que llegó de incógnita


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Nos ha sorprendido la aparición de una nueva serie dramatizada cubana, De amores y esperanzas, un domingo. Muchos se han preguntado si este horario estelar será utilizado a partir de ahora para este tipo de programación, de pocos capítulos, este solo tiene trece. Porque De amores… no tuvo ningún anuncio y apareció un buen día en una promoción de dramatizados de fin de semana y sin más allá, ni más acá, su primer capítulo, con una duración poco habitual, cincuenta minutos.

Al escribir de otras series cubanas trasmitidas en el horario semanal de las telenovelas, propuse que cuando los recursos no fueran los suficientes para una gran producción, se hicieran audiovisuales de menos capítulos, y De amores y esperanzas al parecer se ajusta a esta variante y resulta ser una puesta decorosa, de situaciones que se dan en nuestra vida diaria y que por cotidianas a veces las pasamos por alto. Su directora, Raquel González, actriz, directora de programas radiales y de doblaje se estrena con esta puesta en televisión, y el guión es compartido por ella con Amílcar Galatti  y Tamara Morales. En una entrevista realizada por la colega Paquita de Armas a la directora, esta última explicó que había investigado durante casi cinco años sobre los diversos pleitos que son llevados a las notarías y son reflejo de los problemas que afectan a la sociedad, algunos de ellos “universales”, como son los derechos de los hijos fuera del matrimonio, la desatención familiar a los ancianos que hace que estos testen a favor de terceros, los dilemas que se presentan cuando al reclamar derechos puedes perjudicar a personas inocentes, la ética profesional, la solidaridad y los valores humanos, entre otros más cercanos a nuestro entorno.

Raquel en su investigación reunió problemas que no solo se dan en Cuba, pero por supuesto los ve desde la óptica de país y por ello logra una identificación con el televidente. Ello en gran medida a hecho que la serie haya prendido en la audiencia, amén de la música de Silvio Rodríguez, que interviene como un protagonista más y las actuaciones de grandes figuras que rara vez se logran reunir en un dramatizado, por lo que resulta imperdonable la falta de promoción para un horario que habitualmente ha estado dedicado a musicales de domingo.

Sin embargo, a pesar de que la historia está bien contada y de manera original, la columna narrativa de cada capítulo se desgaja un poco y ello impide en cierta medida la unidad del relato, a veces con reiteraciones que sobran, situaciones que se dilatan desde el punto de vista dramático y no permiten el dinamismo que deben tener este tipo de producciones audiovisuales, y ello no es solo un mal De amores y esperanzas sino de casi todas las series de este tipo. Nuestros guionistas no han logrado estabilidad en la cadencia narrativa, no la hacen ligera, y con ello me refiero, no a ligereza en cuanto a las propuestas de contenido, sino a cierto vértigo en la acción que ya acompaña al audiovisual contemporáneo. Vivimos en una era en que el avance tecnológico ha impuesto otros ritmos de codificación y decodificación y los realizadores se tienen que ajustar a ello y esto, en ningún caso depende de recursos materiales, y si de recursos creativos.

De amores y esperanzas nos ha permitido mirarnos por dentro como sociedad,  reencontrarnos con figuras relevantes de la actuación y disfrutar de una banda sonora de uno de nuestros grandes trovadores, atemperada a la acción dramática. La dirección de actores ha tenido cierto equilibrio, pues se han reunido jóvenes con consagrados, no obstante, su puesta se agradece en la pequeña pantalla. Pero, sin dudas, este es un horario ya habitual para la programación musical y quizás se debería repensar para otras series venideras, en una frecuencia diferente dentro la parrilla televisiva.

Creo que la programación de la televisión no tuvo en cuenta, que coincidieran en un mismo período de trasmisión al aire dos series en las que sus  protagónicos se desempeñan en  profesiones comunes, lo que hace algo coincidente los ambientes.

En De amores y esperanzas se disfrutan las actuaciones de Corina Mestre, de Verónica Lynn, del  joven Dennys Ramos que está muy bien en su papel, del personaje  secundario del veterano, Félix Ramos, y aplaudir que grandes figuras de la música cubana realicen las bandas sonoras de series de televisión —ya Silvio había participado con anterioridad. Lo más importante, llevar a la pantalla temas de nuestra cotidianidad, este es ya un acierto de la televisión hoy día, lo demás es un problema de corregir los tiros e ir conformando un grupo de creación de escritores y guionistas, y abrirse a nuevas propuestas que como la de Raquel González, puede resultar interesante.


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