La habitual Tertulia de Literatura Histórico-Social, que organiza la Asociación de Escritores en la sala Rubén Martínez Villena de la UNEAC los terceros jueves de cada mes, se transformó en espacio de debate sobre la historia de la Revolución cubana, específicamente sobre los controvertidos años 70.
La presentación del capítulo tercero de la serie Cuba Roja, el último de los realizados hasta el momento por Ismael Perdomo —del ICAIC—, fue el motivo para provocar un sustancioso debate entre los investigadores e historiadores presentes sobre los tópicos tratados en ese episodio, que —a decir del propio documental— sentaron las bases del sistema cubano actual, entre otros: el proceso de institucionalización, ratificado por el 1er Congreso del Partido en 1975 y la constitución del Poder Popular en 1976; el apoyo a los movimientos de liberación nacional en el mundo y la misión internacionalista en Angola; la llamada “sovietización” de la Revolución cubana, con la entrada al CAME y la especialización que conllevó para la economía; los dolorosos sucesos del llamado “Quinquenio Gris”, el dogmatismo y otros males.
Uno de los elementos que generó contrapunteos en el debate fue el relacionado con el término de “sovietización” en la sociedad cubana. Para Luis Suárez esa consideración es una exageración —independientemente de que se adoptaron algunos estilos del sistema socialista de aquel momento— pues el sistema institucional cubano trató en todo momento de mantener un elemento autóctono y, gracias a esa alianza con la URSS, se logró una etapa de muchos beneficios.
Aurelio Alonso, por su parte, consideró que el análisis de cuánto se sovietizó la sociedad cubana y cuánto se mantuvo lo autóctono es un aspecto pendiente de estudio, en el cual aún no hemos tenido el valor de profundizar. Destacó que en ese período comenzaron los gérmenes de la desintegración del sistema socialista europeo en el plano económico —con innegables repercusiones en el plano político— lo que indudablemente tuvo su implicación en Cuba. Consideró que, en términos reales, el modelo soviético no promovió una cultura política socialista que sirviera de sostén al cambio radical que requería la sociedad, que incluyera elementos tan importantes como la democracia y los poderes populares.
Juan Valdés Paz llamó la atención en que la cuestión de la “sovietización” no es tanto la imitación a la URSS sino que este país promovía un modelo universal de socialismo en muchos aspectos, tanto en lo económico, como político, institucional e ideológico. Valoró que ya en los 60 existían profundos rasgos de ese modelo en Cuba y en los 70 existía una subjetividad favorable a ese modelo en nuestro país, a partir de los problemas que se confrontaron con anterioridad. “Falta un análisis profundo de los primeros años de los 70 y el estilo con que se implantó el modelo”, aseguró, que fue la base de lo que se consagró en 1975 y 1976 y se ha seguido reproduciendo a través de los años.
Otras intervenciones se refirieron a lo positivo para Cuba de su incorporación al CAME, por las oportunidades que brindó a la economía cubana, a la par de ser un “puente” del campo socialista para América Latina. Además, se señaló la difícil tarea de realizar un estudio objetivo al respecto cuando aún no se ha hecho la historia del contexto internacional adecuadamente, sobre todo de lo que sucedió en el socialismo europeo que condujo a su desintegración.
En este tema Víctor Fowler propuso una mirada a la inversa, pues estamos acostumbrados a repasar la historia desde una espiral ascendente cuando el poder es frágil y debe estar continuamente renegociándose para reafirmar su legitimidad. En tal sentido planteó que el estudio debe hacerse son los elementos de fragilidad y de amenazas para el poder de la Revolución cubana en cada etapa, con las medidas que se tomaron en consecuencia.
En otro momento se profundizó en el contexto de los años 70, marcado por dos fenómenos importantes: la primera crisis del petróleo en 1973, que influyó decisivamente en los destinos del mundo, incluyendo el sistema socialista en Europa; y el estancamiento del sistema político soviético, a partir de los problemas de salud confrontados por Brezhnev. Algunos se refirieron a las consecuencias de la caída del paradigma de Cuba para determinadas fuerzas de izquierda en el mundo, como consecuencia de aplicar el modelo soviético, y la idealización que tuvieron los movimientos progresistas en algunos países con relación a la Revolución cubana.
Elemento importante en el intercambio lo constituyó la necesidad de construir una visión desde nosotros mismos de nuestra propia historia, sobre todo ante el mal hábito de acostumbrarse a la perspectiva que nos viene del Norte, quienes en muchas ocasiones tienen más oportunidades de acceder a los documentos históricos y recursos. Varias intervenciones insistieron en la falta de conocimiento y comprensión entre muchos jóvenes del proceso histórico cubano, especialmente de los últimos 50 años, y las negativas consecuencias que ello tiene pues se hace difícil defender lo que no se conoce.
En ese sentido, varios destacaron el aporte de Cuba Roja por su invitación a mirar la historia de la Revolución con sus contradicciones, desde una visión más ponderada —pues generalmente se va a los extremos: o se sataniza o se glorifica—, sin cuya comprensión no podremos avanzar en una valoración justa de lo que ha sido la Revolución.
El realizador del documental, Ismael Perdomo, agradeció la presencia de tantos reconocidos historiadores e investigadores y valoró que esta acogida es una muestra de la necesidad de profundizar en el conocimiento y estudio de la diversidad de la historia de la Revolución cubana. Recalcó que el debate que se ha provocado es fruto de ese interés de conocer sobre lo cual, desafortunadamente, no existen libros y fuentes accesibles.
Valoró que la Revolución es parte de la «nación» —que es el concepto más importante— y no todo puede ser expresado con conceptos grandilocuentes, pues para el público es importante también conocer el resto de las complejidades de la historia. Señaló que para ellos era importante debatir esta época y lo presentan como una historia inacabada, para que sea complementada con lo que otros expertos en el tema puedan aportar.
Ivette García, presidenta de la Sección de Literatura Histórico-Social, informó que con las proyecciones de los capítulos realizados hasta el momento del documental Cuba Roja, además de provocar el intercambio entre miembros de la Sección y otros invitados, se ha pretendido estimular a historiadores e investigadores para que participen en el proyecto de antología de la historia de la Revolución cubana que se han propuesto realizar para este año, en un grupo que coordina Luis Suárez y por el cual están llamando a presentar las propuestas hasta el próximo 30 de abril.
Se conoció que en el mes de mayo se organizarán dos sesiones de la Sección: una dedicada al proyecto La Habana Criolla, que dirige Lohania Aruca, para la tarde del lunes 11 de mayo; y la otra dedicada a homenajear a prestigiosos miembros de la Sección que han recibido importantes reconocimientos en los últimos meses: Juan Valdés Paz, Oscar Zanetti y Armando Cristóbal, durante el encuentro habitual de la Tertulia el jueves 21 de mayo.
Además, se informó sobre la creación —después de mucho batallar— realizada en El historiador, revista cubana de historia auspiciada por la Unión de Historiadores y otras instituciones relacionadas con el tema en el país, como el Instituto de Historia, el Centro de Estudios Martianos y otras. Con frecuencia trimestral, su primer número saldrá en mayo y estará dedicada a José Martí, en lo que se espera se convierta en un espacio de artículos, reseñas, diálogo y debate sobre asuntos históricos.
Deje un comentario