Cuba libre (2015), del cineasta Jorge Luis Sánchez, es una película distinta; un acercamiento a nuestra historia desde la perspectiva infantil, contada por la mirada de dos niños y eso quizás le aporta un ingrediente de ingenuidad aparente pero sobre todo de la pureza e imparcialidad de los más pequeños.

Samuel y Simón viven la experiencia, no antes llevada  al cine cubano, post derrota de España en Cuba y la disfrazada ocupación norteamericana, e interaccionan en estas circunstancias con personajes que son símbolos de posturas comunes en una época tal, como el oportunismo, el totalitarismo, la falsedad, la vileza, la intolerancia, la discriminación, entre otros males del mundo  moral.

Jorge Luis Sánchez (La Habana, 1960) escribió el guion y dirigió este filme producido por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) y el Fondo Cubano de Bienes Culturales (FCBC), que contó con la fotografía, siempre hermosa, siempre eficaz, de Rafael Solís, la edición de Luis Ernesto Doñas, el diseño de banda sonora de Osmany Olivare, y la dirección de arte de Nanette García con un magnífico trabajo de recreación de las postrimerías del siglo XIX cubano.

Un reparto robusto y experimentado, encabezado por Manuel Porto e Isabel Santos, acompañó a los niños Alejandro Guerrero y Christian Sánchez, que lograron, algo tan difícil como convencer a los espectadores con su organicidad y gestos espontáneos.

Un personaje que no debe dejar de mencionarse es la música, en esta ocasión sinfónica; una vez más Sánchez, (El Benny, 2006 y el musical Irremediablemente juntos en 2011), acude a esta manifestación del arte para completar, resaltar o ayudar a interpretar las muchas emociones que su cinta rezume.

Obra de arte en sí y para el público, Cuba libre no apela ni a teques ni a compilaciones de slogans, sin embargo, es sin dudas una gran enseñanza de la historia y específicamente de un momento del devenir de la nación que marcó en extraordinaria medida el futuro cubano y que aún hoy se siente su ascendente, por lo que el filme en cuestión, y el grito de guerra que es su título, no han perdido ni vigor ni validez en los tiempos que corren, todo lo contrario.

Cuba libre tuvo una presentación especial el 20 de octubre de 2015, como homenaje certero al Día de la Cultura Nacional y su director, hombre de gran talento, sensibilidad y emoción, se la dedicó a su abuelo, el coronel del Ejército Libertador Simeón Armenteros Calvo; ambos gestos demuestran el profundo sentimiento de amor patrio del reconocido cineasta.

En fecha similar, pero hace 40 años y con igual motivo, fueron estrenados los documentales: Mariano, de Marisol Trujillo, Rita, de Oscar Valdés, Con la misma pasión, de Constante Diego, La clase, de Héctor Veitía, Madera, de Daniel Díaz Torres y Granada: pequeño país, gran revolución, de Víctor Cassaus, todos los que han realizado un importante tributo al cine cubano y por tanto a la cultura nacional.