Próximamente quedará inaugurado un nuevo espacio expositivo en la ciudad: el estudio K-51. El mismo se presenta como una zona para la creación artística y el intercambio cultural, a la vez que se inscribe dentro de la tónica propia de la producción de las Artes Visuales cubanas y como parte de una necesidad vital en los artistas de mostrar sus obras en su mismo proceso de realización. Es, también, un suceso de promoción, en tanto las artes lo permiten y estimulan.

En los últimos años, gracias al impulso sostenido por el Ministerio de Cultura y el Consejo Nacional de las Artes Plásticas, han sido inaugurados nuevos espacios alternativos que enriquecen la vida cultural comunitaria de la ciudad. Y en este sentido, K-51 OPEN STUDIO se suma a esta proyección, con una mirada diferente —si se quiere— que hace relucir el estudio tradicional del artista y las nuevas dinámicas de interacción.

Esta vez, y para el oppening, los artistas participantes hemos decidido presentar una parte de nuestra última producción titulada CUBA K-51; una mirada desprejuiciada y crítica, desde el filtro propio que tiene cada creador, de su realidad circundante. Y en este sentido, Carlos Javier Alonso Sosa [La Habana, 1986], da espacio a una ciudad trabajada con fuertes contrastes monocromáticos. Con lienzos y cartulinas que van desde el gran formato hasta el pequeño —algunos más figurativos que otros—, deja sentir el tránsito que lo conduce por un camino que tiende a la depuración de la línea y de la mancha, o al regreso de un bocetado como parte del proceso que sigue y que en estos momentos se estructura como el corpus de su trabajo. Para él, la relación que se establece entre la imagen y la interpretación que hace de ella, es un accionar estimulante que se mueve entre los hilos de lo sublime y lo bajo, pero que otras veces descansa en un tipo de goce totalmente perceptivo, que nos lleva desde una pincelada impresionista a la sensación de lo abstracto-expresionista. Un artista que apuesta todos sus esfuerzos, por ahora, en la búsqueda de lo formal, de ahí su negación constante, en un reacondicionamiento de su naturaleza y en la asimilación de La Habana como su nuevo espacio vital.

En un extremo no tan distante se encuentra la obra de Bernardo Alonso Vázquez, Gaito [La Habana, 1958], un artista experimental y pasional, quien presenta nueve piezas de mediano formato y técnica mixta. Para él Cuba es una selva de complejidades y colores, de líneas enrevesadas y dinámicas. Son obras barrocas en su composición, de múltiples lecturas y con una fuerte influencia de Lam, no obstante su policromía. En cada una, la forma desenfadada de su realización terminan por incorporarle un contenido existencial. Todas fueron realizadas en un momento especial, en el que el arte se manifestaba como la única ventana posible para escapar y socializar. De ahí que su serie se alce como una declaración de principios frente el acto mismo de creación, de autoimponerse una meta y de confrontar constantemente las operatorias que intervienen en la producción de una obra.

En cambio, para el autor de estas líneas —el tercer artista de K-51 OPEN STUDIO—, la ciudad se presenta como una plaza intertextual y también como un manifiesto. Es por eso que el grueso de las fotografías que muestra forman parte de su última serie: Citas. En ellas, las calles, edificios y monumentos se estructuran a partir de textos y de esa maravillosa relación que tienen con la vida misma. La historia ha sido, a la vez, implacable con nuestra ciudad. El paso del tiempo, la huella imborrable —oculta muchas veces bajo la mano restauradora— intenta salvar del infortunio de la desmemoria a una urbe que canta y narra sus conquistas y sus derrotas. Transitar cualquiera de sus espacios es suficiente para reconstruir las más inverosímiles historias. La Habana es una ciudad de citas, y no solo la del viaje forzado de los viajeros, sino la del lenguaje suculento, cargado de interconexiones y metáforas, la que se deja capturar y representar de miles de maneras, cada vez diferente y retadora. Regresar a ella cada vez es un alivio y un bálsamo. Nuestra ciudad es nuestra defensa.

Una misma realidad desde tres visiones diferentes, que se aúnan en un proyecto que tiene como motivo genésico la imposibilidad real de los espacios oficiales de exhibir la obra siempre creciente de los artistas, que se renueva constantemente en capacidad y calidad, más allá de los límites, los calendarios programados y los momentos expositivos.

Es interés también, que este espacio se convierta en un lugar de referencia al permitir visualizar un arte joven, en constante evolución, que no teme a recurrir a las nobles artes, como tampoco a lo tecnológico y más contemporáneo. Se erige, en suma, con la intensión de mostrar y hacer patente las operatorias de los artistas que emanan del proceso de producción.

K-51 OPEN STUDIO, inspirado en una clase de submarinos soviéticos, establece una cadena de analogías con el mismo proceso del arte. Al mismo tiempo, incita a descender a un rincón diferente y seductor, a un sótano donde se presenta una obra inquieta y enérgica, para luego descompresionar y emerger, desde lo profundo, con un pensamiento crítico y renovador.

CUBA K-51, quedará abierta a partir del próximo 2 de abril, en el estudio de los artistas Carlos Javier Alonso Sosa, Jorge Luis Rodríguez Aguilar y Bernardo Alonso Vázquez. Situado en el centro de la ciudad, casi en la esquina de Calzada y K, en la barriada de El Vedado, K-51 OPEN STUDIO se inserta en una comunidad de vida activa y cultural. Es un lugar de llegada rápida y de fácil acceso, que invita a disfrutar de un buen rato, compartir un rico café, una conversación amena e inteligente y apreciar, por sobre todo, el buen arte cubano.