El 16 de febrero de 1936 la coalición de izquierda Frente Popular ganó las elecciones generales de España, que llevó como presidente de la República Española al político y escritor Manuel Azaña. La respuesta de la derecha, encabezada por el general Francisco Franco, no se hizo esperar. Él y un grupo de generales que mantuvieron el control militar, prepararon una sublevación opositora, y en julio de 1936 estalla la Guerra Civil.
En ese acontecimiento contendieron encarnizadamente las fuerzas del fascismo español y las defensoras de los intereses populares. Inglaterra y Francia practicaron una engañosa política de No Intervención, anunciando el embargo de armas y pertrechos bélicos, la cual favoreció a los falangistas españoles, quienes comenzaron a recibir todo tipo de respaldo del fascismo italiano y, sobre todo, de la Alemania nazi.
Simultáneamente, el grado de movilización internacional contra el avance del fascismo, movió a las fuerzas democráticas y de izquierda, protagonizando una solidaridad con los republicanos españoles que incluyó la incorporación de cientos de miles de combatientes, que, agrupados en las Brigadas Internacionales, combatieron heroicamente junto al pueblo español, en un ejemplo de solidaridad revolucionaria con su justa causa, que constituye un hito en la historia del sentimiento unitario y la solidaridad humana y revolucionaria. Combatientes de todos los confines de la tierra se dieron cita en España, para aplastar al fascismo, con el respaldo incondicional de la antigua URSS. También desde territorio francés se dio una valiosa colaboración.
La provincia de Albacete fue el sitio de la geografía española donde estuvo ubicada la Base de las Brigadas Internacionales y su Estado Mayor. Allí eran recibidos los combatientes internacionalistas. También estuvieron la 15ª Brigada Internacional y el Batallón Lincoln, llegado de Estados Unidos, al cual pertenecieron muchos cubanos que se enrolaron en él por encontrarse entonces en dicho país.
Llegaban a Albacete esencialmente desde Francia. De ese país salían en buques por los puertos de Le Havre, La Pellice y otros, hasta los puertos de Barcelona, Valencia, etc., para continuar viaje hacia Albacete. Otros hacían el trayecto atravesando los Pirineos en tren o a pie, en un andar, estos últimos, de 36 ó 37 horas.
Dicha provincia era el primer punto para organizar y preparar a los combatientes. Ellos recibían un elemental entrenamiento militar, máximo de 10 días, tras los cuales eran incorporados a filas.
El estudio de los expedientes de 144 internacionalistas cubanos, aportó los siguientes datos: el 4,16% fueron mujeres. Con respecto al lugar de nacimiento, de los que consignaron su nacionalidad, el 78,3% nació en Cuba y el resto en España, EE.UU, México, República Dominicana y Rusia.
De los nacidos en Cuba, hubo representación de todas las provincias: Pinar del Río: 3,19%? La Habana: 54,25? Matanzas: 11,70? Las Villas: 13,82? Camagüey: 4,25 y Oriente: 12,76%.
La procedencia socioclasista antes de partir a España, indica una mayoría obrera, con el 65%? las capas medias: 22,7? la campesina 11,4 y la burguesa, 0,9%.
En correspondencia con los datos anteriores, el 44,5% eran obreros? los estudiantes resultaron el 12,6; los militares el 11,9? los campesinos fueron el 5,4? médicos y deportistas 3,6% respectivamente. Técnicos medios eran el 10% y músicos y artistas representaron el 1,9%.
Un análisis más detallado permite asegurar que tuvieron representación casi todas las clases y sectores populares.
En consonancia con los resultados anteriores, el 29 % militaba en el primer PCC? el 20,6 en la Liga Juvenil Comunista y el 14% en la Joven Cuba. En cuanto a los españoles incorporados, el 8% pertenecía al PCE, y el 10,2% a la Juventud Socialista Unificada, También hubo algunos miembros de otras organizaciones políticas o sin afiliación oficial.
Al preguntársele a los encuestados sobre sus motivaciones, mayoritariamente coincidieron en afirmar, de un modo u otro, que su concurrencia a la Guerra Civil era una prolongación de su lucha contra la dictadura de Gerardo Machado y los posteriores gobernantes de turno, de la lucha contra el fascismo y las fuerzas reaccionarias internas y externas que lo respaldaban, así como la necesidad que tenía cada revolucionario o luchador común, de expresar activamente, en el escenario de los hechos, sus sentimientos de solidaridad con el pueblo español, con total ausencia de la obtención de méritos personales o de solucionar situaciones difíciles de la subsistencia personal y familiar.
De la cifra encuestada, 48 combatientes obtuvieron grados de Teniente, Sargento, Capitán, Comandante, Coronel, Alférez, Teniente Coronel o Cabo, y el 20,8% se desempeñó como Comisario.
No menos importante es que la inmensa mayoría de los analizados conocieron la tragedia de los campos de concentración: en Francia el 51,2% y en España el 33%.
Por mucho que se escriba sobre aquella guerra, nunca será suficiente para describir la crueldad de los fascistas y el heroísmo de los guerrilleros, que produjo, según algunas fuentes, entre 400 y 500 mil muertos? otros tantos españoles exiliados? la destrucción de más de 250 mil viviendas y unos 270 mil presos políticos al finalizar 1939. Esto sin contar los cientos de miles de mutilados, sobre los cuales no hay cifras exactas.
El pasado octubre la población española de El Bonillo, en la provincia de Albacete, inauguró su calle denominada República de Cuba. Con ello dio inicio a la jornada por el Día de la Cultura cubana.
Esa calle, República de Cuba, recuerda a los 1412 cubanos que, según fuentes españolas actualizadas, acudieron a defender al pueblo hermano, que era defender a todos los pueblos del mundo, toda vez que, de la derrota del fascismo, dependía la paz y la democracia para la humanidad.
En este mes de julio, al cumplirse 80 años del inicio de la Guerra Civil Española, procede recordar la razón de este merecido y cotidiano homenaje de amor y reconocimiento a nuestro país, que evidencia también la conservación de la memoria histórica de los albacetenses, conocedores de la participación de los cubanos en aquella gesta.
La experiencia de los cubanos que combatieron con tanta entrega contra el fascismo en suelo español, fortaleció sus convicciones revolucionarias. Al respecto esto tuvo implicación significativa en su alineamiento político revolucionario en los años que siguieron. Más del 60% de los encuestados continuó o se incorporó al PSP? el 36% se incorporó al MR-26-7 o al DR, mientras el 3,1% luchó a través de la Resistencia Cívica.
Después del triunfo de enero de 1959, laboraron como técnicos medios u obreros, el 29,7 y el 28,1% de los encuestados, respectivamente? el 15,7% prestó servicio en las FAR o el MININT, y el 10,9% tuvo responsabilidades en las organizaciones políticas y de masas. Con respecto a la defensa, el 21% participó en la lucha contra bandidos, el 10% combatió en Playa Girón, y el 16,7% cumplió misiones internacionalistas en la esfera militar. (1)
Similares características son válidas también para el resto de los combatientes cubanos que, entre 1936 y 1939, en respuesta a la convocatoria del PCC, dirigida por Ramón Nicolau, Joaquín Ordoqui y Víctor Pina combatieron en defensa de la República Española, en un acto sin precedente por su masividad, pero no nuevo en cuanto a la manifiesta vocación solidaria e internacionalista del pueblo cubano.
Hombres y mujeres de procedencia obrera, campesina y de las capas medias, de distintas profesiones, oficios y militancia política, inscribieron sus nombres en las listas de combatientes de Teruel, Gandesa, Madrid, Aragón, Guadalajara, Ebro, Carbanelles, Brunete, Guadarrama, Cuartel de la Montaña y otros muchos lugares.
En aquella gesta entregaron sus vidas, constatados hasta ahora, más de 100 cubanos, entre ellos, Pablo de la Torriente Brau, Rodolfo de Armas Soto, Policarpo Candón, Rafael Fernández Martén, Alberto Sánchez Menéndez y Julio Valdés Cofiño.
En Cuba, simultáneamente, se desplegó un amplio movimiento de solidaridad y cooperación material con los luchadores antifranquistas, que contribuyó mucho a la forja de la unidad patriótica, revolucionaria y antimperialista del pueblo cubano. Miles de cajas de cigarros, cigarros sueltos, tabacos en rama y torcido, latas de leche condensada, latas de salchicha, azúcar, ropas, café, chocolate, guayaba, jabón, medicamentos y dinero, entre otros, sirvió para colaborar con la satisfacción de las necesidades mínimas en los frentes de combate.
Vale destacar que toda ayuda fue válida, y enviada con absoluta honradez y pulcritud a través de la Asociación Nacional de Ayuda al Pueblo Español, a la que tributaban todas las organizaciones que le eran filiales: sindicales, políticas, culturales, sociales de diverso tipo, etc., y también individuales. Tal es el caso del bejucaleño José Horta, por poner un ejemplo, que donó un pantalón y $1,57 en efectivo. También se destacó la Asociación de Auxilio al Niño del Pueblo Español, que no se limitó a la recopilación y envío de ayuda material, sino que llegó a fundar y sostener una casa-escuela, llamada “Pueblo de Cuba”, para niños del poblado de Sitges, Barcelona, bajo la dirección de la destacada pedagoga revolucionaria comunista cubana, Rosa Pastora Lecl?re.
A propósito de Rosa Pastora, un formidable ejemplo de la vinculación e influencia de las diversas generaciones de revolucionarios que han luchado por la emancipación política, social y cultural de nuestra patria, lo constituye una anécdota testimonio que bien vale recordar por estos días en que estamos conmemorando un aniversario más del Asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.
Cuando Rosa Pastora fue elegida para dirigir la casa-escuela “Pueblo de Cuba”, un niño que cada noche acudía con sus padres y hermanos al lugar donde se reunían para entregar los centavos que habían ahorrado de la merienda diaria como ayuda a los niños españoles, Camilo Cienfuegos, se acercó a la maestra y le preguntó: Señorita ¿es usted la que va a España? Bueno, le respondió Rosita, ahora se está analizando. ¿No será que usted no quiere ir?, agregó Camilo. Rosita le respondió: No hijo, yo sí quiero ir, puedes estar tranquilo. Y cuentan que desde aquel día Camilo comenzó a querer entrañablemente a Rosita. Algunas décadas después, Rosa Pastora fue una de las primeras personas a quien Camilo quiso ver, a su regreso victorioso, en su condición de Comandante del Ejército Rebelde y hombre de confianza de Fidel.
Hoy, cuando ya han fallecido todos los protagonistas cubanos de aquella gesta de internacionalismo solidario, aún se desconocen muchos detalles de la acción heroica, su grandeza. Urge el estudio integral de ese acontecer. Los nombres de esos héroes necesitan enriquecer los símbolos, en tanto forman parte del protagonismo histórico.
La inserción de aquella epopeya en la historia nacional, como suceso que se incorpora a la cultura política revolucionaria cubana, es imprescindible.
Nota:
(1) Los datos son tomados de investigación realizada por las historiadoras Mildred de la Torre y la autora en 1996, bajo el título: Por su libertad y la nuestra.
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