Sin una previa alerta la bailarina y coreógrafa Gladys González dio un eterno adiós a la vida este 13 de enero, tras un infarto que la lleva a la eternidad. Su muerte ocurrió en la nación azteca, donde residía hasta sus últimos días la consagrada artista, quien  fuera figura principal del Ballet de la Televisión Cubana. 

Su estancia en México limitó su pasión por la danza, y su constancia como docente en TEC, una de las universidades mexicanas  más prestigiosas, donde se desempeñó hasta su muerte como asesora de danza y especialista de bailes de salón, son testigo de su constancia y entrega al arte danzario. 

Junto a su esposo Antonio Sánchez, formó una de las parejas de baile más conocidas en nuestro país. Gladys y Antonio se destacaron por su aporte pedagógico al programa Para Bailar y luego crearon Aprendiendo a Bailar donde impartieron clases de bailes populares y tradicionales de Cuba y otros países.

Su trabajo como coreógrafa para el ballet está presente en obras que adaptó para el arte de las puntas, a través de adaptaciones como Las Pericas, inspirada en la célebre obra teatral de Nicolás Dorr, creada especialmente para el Ballet Nacional de Cuba. 

Su partida física deja un profundo dolor en el movimiento danzario cubano y en la cultura cubana en general, por su gran legado y  constancia en la defensa de la danza cubana.