Guantánamo.- Los juglares de la XXIX Cruzada Teatral Guantánamo-Baracoa, hoy en intrincados parajes del municipio de Yateras, honran en cada función al recién fallecido maestro titiritero cubano Armando Morales, defensor de la anual travesía artística por las montañas del oriente de la Isla.
Desde el poblado de Vega del Toro, donde hoy se desplegó el retablo campestre, el actor Emilio Vizcaíno, director del periplo, dijo a la ACN que todos los teatristas aunados en la Cruzada y la expedición en sí, son deudores de quien fue por casi dos décadas, hasta su muerte, director del Teatro Nacional de Guiñol, maestro de generaciones de artistas, y asiduo al itinerario guantanamero.
Vizcaíno recordó que Morales —Premio Nacional de Teatro 2018—, estuvo en 1996 entre las primeras figuras de renombre, del arte de las tablas en Cuba, en incorporarse al suceso por las montañas, y junto a otros como el teatrólogo Omar Valiño, hizo un análisis de la dramaturgia de los espectáculos allí presentados y contribuyó con sus criterios a lograr un proyecto más sólido.
Desde entonces el gran maestro titiritero se hizo frecuente por esos parajes, redescubrimos con él la estética del teatro de marionetas, el repertorio creció, su visión fue vital para el desarrollo del teatro guantanamero, y la ruta por las lomas dejó de ser local para convertirse en fenómeno de convocatoria nacional e internacional, dijo Ury Rodríguez, veterano actor de la Cruzada.
Y se le recuerda y recordará en sus intervenciones aquí, aun ya septuagenario, compartiendo la aventura serrana junto a colegas de toda la Isla, como el más joven —apuntó Ury—, sin una queja por las condiciones en campaña, lanzando su sonoro “vengan todos”, cual juglar de la edad media, haciendo reír y soñar al público con historias fascinantes y sus dotes actorales.
Las enseñanzas de Morales como diseñador y titiritero se hicieron imprescindibles en el coloquio central de esta gira, de cientos de kilómetros por el Macizo Sagua-Baracoa, cuyo impacto cultural en los campesinos —dijo él en varias ocasiones— le recordaba la huella dejada en 1961 por los alfabetizadores de la campaña cubana para enseñar al pueblo a leer y a escribir.
En otros eventos teatrales en Guantánamo también estuvo el juglar capitalino con sus aportes, y es el caso de la bienal Titereando en la Ciudad, que en abril de 2018 agasajó al Guiñol Nacional por sus 55 años y a su líder y fundador, que correspondió al halago impartiendo provechosa conferencia sobre la dramaturgia del guiñol y la historia de ese arte en Cuba.
Desde el fallecimiento de Morales el pasado viernes, sentidas palabras han publicado varios “cruzados” en Facebook, donde han resaltado su destaque como uno de los padres del teatro de títeres en la Cuba actual, y su valioso impulso a la promoción del Guiñol guantanamero y la travesía que lo conquistó por siempre.
Hoy la XXIX Cruzada Teatral, con sus numerosas funciones gratuitas en recónditas zonas (unas 45 desde el 28 de enero hasta ahora), lo honra de la mejor manera: ensalzando al arte al que él se consagró, perfeccionando destrezas en el manejo de muñecos y tejiendo un puente de maravillas hacia todos los públicos, para enriquecer valores éticos y estéticos en niños y adultos.
El 20 de febrero en Maisí, cuando se haya cumplido buena parte del trayecto (más de 100 actuaciones en cinco municipios) habrá una gran jornada titiritera que será también ideal para evocar a Armando Morales, quien la inspiró al afirmar que “en la Cruzada los títeres portan las armas” (...) cachiporrazos a diestra y siniestra —dijo en 2018— contra apatías y tendencias seudoculturales.
Por Yaymara Villaverde Marcé
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