Aunque es evidente que la república inaugurada el 20 de mayo de 1902 no era realmente un Estado soberano, en los días que corren siguen celebrando en Miami, con presencia, incluida, no pocas del presidente de los Estados Unidos, el 20 de mayo como un supuesto “Día de la independencia cubana”.
Durante la ocupación militar crearon el Ejército Permanente y su principal cuerpo: la Guardia Rural así como la Policía, órganos represores que pusieron al servicio de las compañías estadounidenses y la burguesía criolla.
En el primer gobierno republicano, presidido por Tomás Estrada Palma, se firmaron tres tratados que constituyeron verdaderos mecanismos de dominación política imperial sobre Cuba: el de bases navales o carboneras, el de “reciprocidad” comercial y el Tratado Permanente. Éste último, era prácticamente el mismo articulado de la Enmienda Platt.
Con el primero de estos tratados se pretendía que cuatro bahías cubanas fueran arrendadas por el gobierno estadounidense por ridículas facturas para crear en ellas igual número de bases de la Marina de Guerra de aquél país: la Bahía de La Habana, la de Nipe, Guantánamo y Cienfuegos. Dos en la costa norte y dos en la sur; una en el occidente, otra en la región central y dos en el oriente. Una de ellas, la mayor bahía de Cuba y una de las mayores de Caribe: Nipe y otra, nada menos que donde se asienta la capital del país.
La repulsa popular fue inmensa, el pueblo se movilizó en las calles y la prensa inició una campaña de oposición; el escándalo fue tal que tuvieron que retractarse de la posible base en la bahía de La Habana y redujeron a dos las propuestas: Bahía Honda, en la costa norte occidental y Guantánamo, en la costa sur oriental.
No conforme el pueblo, no se desmovilizó y finalmente, aunque no se logró eliminar todos los proyectos, al menos quedó en uno: Guantánamo, pero aumentado en extensión a la idea original: 117 kilómetros cuadrados, existen países más pequeños que eso. En la actualidad se mantiene esa base en contra de la decisión del pueblo cubano.
El tratado de supùesta “reciprocidad” comercial garantizaba la entrada de productos estadounidenses en Cuba libres de aranceles y sin competencia, pues recordemos que la Enmienda Platt prohibía a Cuba celebrar tratados de ningún tipo sin consentimiento de Estados Unidos, sin embargo, los productos cubanos pagaban aranceles a su entrada a Estados Unidos.
Las inversiones estadounidenses en la agroindustria azucarera entre 1900 y 1930 fue fenomenal, compraron centrales azucareros existentes y construyeron muchos nuevos; despoblaron de bosques la isla grande del archipiélago, las maniguas prácticamente desaparecieron para sembrar caña de azúcar. Se impuso un esquema de monocultivo-monoproducción-monoexportación, “Sin azúcar no hay país”, fue un slogans que se impuso en la vida cotidiana aunque se mantenía el cultivo de la hoja del tabaco y la industria del tabaco torcido como otra fuente de exportación, también con dominio norteño.
En 1904, el secretario de Estado del gobierno cubano, Gonzalo de Quesada y Aróstegui, secretario en vida de José Martí y albacea post mortem de su documentación, logró firmar el Tratado Hay-Quesada con su homólogo estadounidense en el se lograba que los Estados Unidos abandonar la idea de apoderarse de la Isla de Pinos y la reconocieran parte de Cuba.
De inmediato el senado cubano ratificó el tratado pero el senado estadounidense no lo hizo hasta el 1ro. de marzo de 1925 y en todo ese período continuó el proyecto “Isle of Pines” que se había iniciado desde la ocupación militar de 1899-1902, consistente en ofrecer lotes de tierra a colonos norteamericanos los cuales se asentaron en Isla de Pinos, desconocieron a sus autoridades, izaron su bandera, la reclamaban como parte de Estados Unidos, en una ocasión asaltaron la alcaldía municipal, el juzgado y el cuartel de la Guardia Rural y todo ese estado de cosas duró hasta 1925.
Las guerritas civiles electoreras y politiqueras de agosto de 1906 y “La Chambelona” de 1917; la protesta armada del Partido Independiente de Color el 20 de mayo de 1912 y la cruel represión gubernamental racista que le sucedió. La alternancia en el poder entre liberales y conservadores con la casi imperceptible diferencia ideológica entre ellos. Una corrupción administrativa a todos los niveles: “la Botella”, la lotería nacional, el pago con vales a los obreros agrícolas, “el caballaje” en el puerto, “el garroterismo”, la falsificación de propiedades de tierras que fueron realengas durante la colonia y que pasaron por tanto al Estado cubano.
La infausta república era caricatura de república hasta el proceso de la Revolución del 30, iniciado con la manifestación estudiantil del 30 de septiembre de 1930 y concluido con la asamblea constituyente de 1940, pasando por momentos trascendentes como la caída del gobierno de Gerardo Machado el 12 de agosto de 1933 por la acción revolucionaria de las masas; el gobierno revolucionario provisional de Grau-Guiteras o de los cien días (10 de septiembre de 1933 – 15 de enero de 1934); los “soviets” en algunos centrales azucareros, la derogación de la Enmienda Platt; la huelga de marzo de 1935, el asesinato de Antonio Guiteras el 8 de mayo de ese año y la legalización del Partido Comunista en 1938.
Las esperanzas se centraron en el articulado demócrata burgués de la Constitución de 1940 y en el Partido revolucionario Cubano (Auténtico) surgidos como fruto de la Revolución del 30 pero los gobiernos auténticos entre 1944 y 1952 no sólo fueron más de lo mismo sino lo mismo exacerbado.
El golpe de estado de Fulgencio Batista Zaldívar el 10 de marzo de 1952, “le puso la tapa al pomo” de una república incierta. Para hablar de este período y el período revolucionario que se inició el 26 de julio de 1953 propongo leer mi artículo: “26 de julio de 1953. El ejército, la república y la revolución” (Cubarte, 25 de julio de 2020).
Cuba tuvo una primera república, en armas, fundada el 10 de abril de 1869 en la asamblea constituyente de Guáimaro. La segunda república, fundada el 20 de mayo de 1902 duró 56 años, 7 meses y 11 días.
Una república humanista
El 1ro. de enero de 1959, una tercera república nació, vestida de verde olivo, con jóvenes barbudos y heroicas muchachas y se vistió más adelante de uniforme gris de alfabetizadores y maestros voluntarios, verde-azul de milicianos, pañoletas pioneriles, batas blancas exportadas a disímiles confines del mundo, hazañas deportivas, industria médico-farmacéutica, ingeniería genética y biotecnología de punta. Agricultura industrializada. Un país de hombres y mujeres de ciencia y de pensamiento que acudió a liberar a varios países africanos y a liderar la integración latinoamericana a la luz del legado de Simón Bolívar y José Martí. “La Isla de la Libertad” le llamaron por todo el mundo y se reconoce que la obra lleva un nombre exaltado hasta el infinito: la Revolución de Fidel.
Deje un comentario