Kcho es noticia una vez más. Su exposición personal, En ningún lugar como en casa se despliega en la planta baja del Museo Nacional de Bellas Artes y varias de sus instalaciones se hallan a la entrada principal del edificio de Arte Cubano.
Se trata de la mayor muestra nunca realizada antes de este afamado artista cubano donde pueden apreciarse obras prominentes creadas a lo largo de tres décadas.
Creo que la exhibición es una retrospectiva que funciona por partida doble: como revelación manifiesta de esculturas, instalaciones, pinturas y dibujos, de las cuales una parte significativa no se había visto en Cuba y solo algunos conocían gracias al acceso de determinados catálogos, y a la vez, como selección que nos invita pensar de modo introspectivo sobre el decursar de un cuarto de siglo sobre la nación y el Sur global ,a través de las poéticas visuales de Kcho.
Hace seis meses entrevistamos para Cubarte a Kcho cuando la exposición era un proyecto para inaugurarse en abril, aunque debió detenerse debido a las condiciones de aislamiento que exigía la pandemia del siglo XXI. Hoy, con la megaexposición en Bellas Artes solicitamos una entrevista con la curadora, la reconocida especialista en arte contemporáneo cubano, Corina Matamoros.
Allí en el Museo, se desarrolló este diálogo, a unos pasos del trabajo de montaje, previo a la amplia muestra abierta el día 3 de diciembre, un encuentro que tuvo lugar mientras en el patio de Bellas Artes los afanosos colaboradores de Kcho trabajaban ensamblando piezas, quienes lo mismo levantan casas en Haití que articulan un par de esculturas de figuras humanas en hormigón y acero. Piezas que, por cierto, alcanzan la altura de un edificio de varios pisos, y asimismo obras que parecen recibirnos en la exposición, ubicadas en paralelo al fondo del patio, sentada una y recostada en el piso la otra, monumentales hombres de hormigón que Kcho concibió con humorística gracia criolla.
¿Cuál es la diferencia entre el proyecto inicial que se detuvo por la Covid-19 y este que se exhibe hoy en Bellas Artes?
Bueno, en realidad sigue siendo una exposición antológica de un gran artista que lleva muchos años de una carrera muy exitosa, con una calidad curricular muy importante para Cuba, por lo que en ese sentido sigue siendo la misma exposición que nos propusimos, En ningún lugar como en casa.
Ha tenido proyecciones diferentes según los meses que han pasado. Se han incluido algunas obras porque el artista ha seguido trabajando. Hemos tenido que cambiar algunas locaciones dentro del propio museo, por tanto, hemos rediseñado espacios, y hay algunos cambios, pero se mantiene como una antología de uno de los escultores más importantes del país.
¿Qué dificultades te planteó la curaduría de una exposición tan ambiciosa y en medio del contexto actual?
Bueno, muchas. Es una producción enorme, que el Museo no podía acometer y que ha sido producida por Estudio Kcho Romerillo. Ha sido de ellos porque ha habido que desplegar materiales, instrumentos, fuerza laboral, adiestramiento, entereza, voluntad. Hay una cantidad de personas en su Estudio que son fantásticas y que te rogaría que lo hicieras notar porque son extraordinarias, humildes, que lo mismo construyen una casa que montan una exposición. Ese personal no abunda en Cuba, Carina.
En ese momento Kcho, que nos escucha, interviene en la conversación y aporta:
Lo mismo hacen casas en Guantánamo, escuelas en Camagüey, en Caibarién y ya son especialistas en el montaje de mi obra. Por ejemplo, hay expertos como Chichi, quien con toda su tropa, va conmigo a todas partes, y a construir en provincias.
La obra de Kcho ha cursado por varias etapas, no obstante que pueda parecer a muchos espectadores que no ha sido así, dadas las características de los materiales y alguna iconografía distintiva que se reitera en su obra. Sin embargo, sí ha sufrido variaciones durante su trayecto. ¿Cómo has analizado estos periodos y los haces evidentes en la exposición?
Sí, son muy evidentes las etapas. Él fue una revelación desde que comenzó y ha cambiado por supuesto como muchos artistas y como tantos también tiene sus obsesiones y sus líneas constantes. O sea, esa dialéctica entre lo que permanece y lo que cambia en una trayectoria es muestra de la singularidad de su trabajo. Veremos materiales y escalas diferentes y nuevos conceptos que van creciendo en el universo del artista.
Una crítica no complaciente, más dura, ha calificado la obra de Kcho como que puede agotarse dentro de la tendencia del arte povera (arte pobre). ¿Consideras que esta es una limitación o por el contrario que es la morfología y medios que el artista utiliza en su creación y que para nada lo conmina a una zona estético-artística específica?
Yo no lo creo así. El arte povera (arte pobre) fue una tendencia muy importante, que cambió muchas cosas desde los años sesenta. Kcho admira a muchos de esos artistas, y eso está en su formación. Pero considero que Kcho es un artista que trabaja con lo popular, más que con el arte povera y eso es algo muy importante que lo distingue de estar adscripto únicamente a una tendencia. Porque él lo que hace es un diálogo perenne con su patria. Y ese diálogo es con una Cuba que tiene dificultades, pero que se levanta. El va a los lugares más humildes. Por ejemplo, no todos los artistas van a reconstruir escuelas en Guantánamo y las montañas. Ni pueden reunir una brigada de 50 personas e irse a Haití a reconstruir. Eso no es arte povera, es tener una vocación de servicio popular muy importante.
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