Ni por casualidades ni por coincidencias sino por una voluntad del acercamiento de ambos pueblos con todas las implicaciones que esto conlleva por parte de los gobiernos de Cuba y de Estados Unidos, respectivamente, poco a poco, paso a paso en lo referente al intercambio cultural, están apareciendo ante nosotros personalidades de renombre universal de la música norteamericana contemporánea como ha sido la agrupación vocal Take Six, a quienes pudimos disfrutar hace ya algunos meses en el capitalino teatro Karl Marx.

Ahora corresponde el turno al guitarrista, cantante y compositor Billy Gibbons quien al frente de un grupo conformado por músicos de diversas nacionalidades, ha disfrutado plenamente presentar tanto en la Fábrica de Arte Cubano (FAC) como en el Teatro Mella, las canciones de su disco Perfecta Mundo, un tributo de amor a la música cubana. Entusiasmado por haber podido actuar a la tierra de sus ensueños, lugar que de acuerdo con sus propias palabras “…para donde quiera que mires, está la música”, Gibbons es de los que reconoce la influencia de nuestros artistas en el entorno cultural de Norteamérica desde hace mucho tiempo. Sin embargo, quizás en piezas tomadas del disco en cuestión como Sal y Pimiento al igual que Hombres Sin Nombres, es donde de alguna manera sentimos su admiración por la música cubana de los años 50´, pero para nada esperen escuchar sonidos que pudieran recordar al sello de Santana, el creador del llamado rock latino en los 70´. Se trata de otra propuesta bien diferente. Es que Gibbons, independientemente de semejante admiración por nuestra música, resulta obvio que no puede desprenderse de sus orígenes cuando valoramos al disco Perfecta Mundo en su conjunto. Desbordante de acentos propios del rock más autóctono como se puede apreciar en el desempeño de los teclados, realmente tales señales se nos aparecen en los timbres de la guitarra, para así descubrir la identificación de un roquero de pura cepa. Billy Gibbons, este músico de quien fuimos testigos que no podía abandonar su humildad tanto en la  escena como fuera de ella, al estar dispuesto al dialogo más fraternal con cualquier persona, es nada menos quien junto a Dusty Hill en el bajo y al batería Frank Beard, se les conoce como los integrantes de ZZ Top, legendario trío de rock norteamericano. Oriundos del estado de Texas, dicho trío formado por los mismos músicos desde 1969, constituye en opinión de la crítica, uno de los más fieles exponentes del apasionado rock sureño cuya expresividad crece exponencialmente cada vez que Gibbons pulsa las cuerdas de su guitarra.

Honrado y sumamente agradecido por ese gesto de tocar para nosotros un disco prácticamente acabado de sacar de la fábrica y porque este precisamente sea su homenaje a la música cubana, no obstante, siempre hubo espacio para comentarle a Billy Gibbons que en cuanto a su prometido regreso, nuestro publico lo recibiría de nuevo con gran entusiasmo, en esta ocasión para escucharlo al frente de ZZ Top en temas que han convertido en clásicos del rock como Tush y La Grange, pero en especial en Blue Jeans Blues, una verdadera obra de arte hecha canción que nos confirma una vez más la certeza que más universal será aquella pieza que más profundamente aparezca enraizada en la identidad cultural de una nación.