“…el museo (…) es un espejo donde cada uno de
los miembros de la comunidad puede mirarse como
generador y portador de cultura y asumir una
actitud frente a los hechos del ahora y del mañana”.
María Mercedes García Santana
La relación entre los recintos museales y su contexto inmediato es uno de los puntos más importantes a tener en cuenta desde la instauración de la llamada nueva museología, surgida a partir de la segunda postguerra mundial. La idea principal de la nueva museología, es que los museos deben responder a los intereses de la comunidad donde se insertan, y a ella es que deben su razón de ser. Por extensión podemos hablar, entonces, de museos comunitarios.
La concepción de museos comunitarios fue la regente en la otrora provincia Habana, durante más de cuatro décadas de desarrollo. Ello devino en un factor imprescindible dentro del uso social que se le adjudicó a las instituciones museales: además de incentivar la asistencia más o menos activa de la población en las actividades, pretendían unificar los intereses de la comunidad y la institución.
Conjuntamente con la búsqueda de integración entre territorio, comunidad y museo, se trabajó en la readecuación de las colecciones. Como ejemplo fehaciente de ello vemos el proyecto de reestructuración del Mausoleo a los Mártires de Artemisa, construido en la década del 70 del pasado siglo, que fuera el primer recinto fúnebre realizado por el gobierno revolucionario donde se albergaban los restos de aquellos combatientes de la provincia, muertos en la gesta del Moncada.
En él se asumieron como colección no solo los objetos pertenecientes a los héroes artemiseños fallecidos en el ataque al Cuartel Moncada, sino también los bienes que pertenecían a los sobrevivientes de la contienda. Con ello se concibió, simbólicamente, un atlas regional que incluyó en su recorrido todo lo referente al hecho histórico. Así, las coordenadas establecidas para la gestión realizada desbordaron los límites físicos del inmueble e hicieron partícipe a la comunidad, no solo del municipio Artemisa, sino de todos los municipios de La Habana. El resultado de este esfuerzo es lo que hemos denominado Colección Moncada.
Este proyecto de naturaleza territorial propició articular una red de instituciones y áreas de acción conjuntas, así como proyectos y eventos colectivos a partir del eje temático central (gesta del Moncada). Al mismo tiempo, se incentivaron estrategias para el manejo integral del patrimonio relacionado con las gestas revolucionarias. Visto como un todo, lo más novedoso del proyecto fue la integración de las investigaciones que se realizaron a nivel local (y continúan realizándose) sobre el hecho histórico, con cada uno de los museos de la antigua provincia La Habana, y lo más efectivo la satisfacción del deseo de los sobrevivientes de la gesta, de que sus restos y pertenencias descansaran con los de sus compañeros de lucha.
En el año 2011, la dirección política del país decide dividir la provincia en dos, quedando al Oeste un conjunto de once municipios agrupados en la nueva provincia, nombrada Mayabeque. Con ello, se reestructura la Dirección Provincial de Patrimonio Cultural y entre otros cambios, se asumen nuevas estrategias comunicacionales, relacionadas con los distintos segmentos de público con los que se operan. El lenguaje museográfico se flexibilizó y se incorporaron elementos que pretenden hacer partícipe al visitante, de forma que este comprenda el mensaje museográfico, se identifique y se apropie de él.
Continuando la lógica de la Colección Moncada, se asume un nuevo guión museológico y museográfico para el proyecto, a raíz del cambio de categoría, de Monumento Local a Monumento Nacional, de la Finca Santa Elena. Con la reapertura del sitio en el año 2014, la dirección política de la provincia pretendía desarrollar en él un centro cívico patriótico-territorial, tal como el Mausoleo en Artemisa. A partir de esta propuesta, se retoma la idea de coordinar un mapeo histórico que articulara regionalmente la Colección Moncada, para resaltar la presencia en las instituciones museales de los territorios en los que nacieron o vivieron participantes de la gesta.
A través de la colección Moncada, los museos de Mayabeque han logrado acercarse a la comunidad e integrarse con sus intereses. El tipo de museo comunitario con el que operamos, pretende promover los espacios de exhibición y resguardo habilitados al efecto y aboga, tal como la otrora provincia La Habana, porque la misión del museo, además de las que usualmente se les adjudican, se extiende a generar procesos educativos que fortalezcan la identidad y sentido de pertenencia entre los distintos grupos etarios y su contexto inmediato.
Desde esta perspectiva, la museología en Mayabeque ha logrado desarrollar mejor su concepto de participación y animación cultural. Los habitantes han podido redescubrir la revelación e integridad de su patrimonio y tomar conciencia a nivel comunitario de los beneficios culturales que recibirán de su entorno. Así, los museos que se reabrieron en la provincia, reflejan los mitos, creencias, formas de vidas y organización social de su gente.
Las colecciones con las que contamos materializan la presencia de la historia (pasado) como una parte activa en el devenir social (presente). En este sentido la colección Moncada es uno de los ejemplos más logrados, pues ilustra el alcance de la gestión dinámica de la institución museal. La gesta sale de los muros y los libros y se diluye en el imaginario; idealmente, la comunidad tiene la posibilidad de acercarse al hecho y conocerlo, colocarse en una situación activa respecto a su pasado histórico y así, por extensión, conformarse un referente cultural y político para su futuro.
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