“(…) del clarín escuchad el sonido, ¡a las armas valientes, corred!”.
Así exhorta, y con mucha fuerza y arrojo, la última estrofa del Himno Nacional de Cuba, escrito por el patriota mambí Pedro Figueredo, y que el pasado 20 de Octubre cumpliera 152 años de ser cantado por el pueblo de Bayamo (1). Quizás, sin temor a equivocarnos, podríamos afirmar que la lucha revolucionaria del pueblo cubano, reflejada en la invencibilidad de su himno patrio, ha manifestado cuatro Clarinadas. La primera, durante la Guerra del 68, forjada a partir de patriotas como Carlos Manuel de Céspedes, Padre de la Patria, inspirados en el pensamiento de nuestros Padres fundadores, y en la necesidad de destruir fenómenos tan oprobiosos e inhumanos como la trata y la esclavitud.
Así escribirían páginas de grandeza histórica aquellos que pasaron de ser negros de antiguas dotaciones de esclavos a aguerridos combatientes mambises, con machete en mano. La Segunda Clarinada, llevada a cabo por hombres de todas las razas, credos y estratos sociales esencialmente descendientes de aquellos de la primera gesta del 68, campesinos, intelectuales, emigrados, trabajadores en general–; guerra necesaria y de unidad popular concebida, preparada y desarrollada por nuestro José Martí junto a dos grandes: un mulato cubano, Antonio Maceo Grajales, descendiente de familia negra, humilde y digna, y un combatiente dominicano internacionalista, el generalísimo Máximo Gómez Báez.
Tras la instauración de una República neocolonial, supeditada a una potencia en notable ascenso imperial extendido al Archipiélago antillano pero también en buena parte del mundo –situación expuesta en diversas doctrinas ya preconizadas por el Apóstol–, podríamos incluir la Tercera Clarinada. Esta fue enarbolada y llevada a vías de hecho por la Generación del Centenario, aquella liderada por un joven abogado exhortando a todo un pueblo a la unidad y a la lucha definitiva por su independencia y liberación nacional.
Fidel traería consigo y demostraría en la práctica las enseñanzas y el accionar del Maestro; el proceder de tantos próceres, héroes, luchadores anónimos…de una historia secular de la que formarían parte también no sólo aquellos descendientes de negros esclavos de dotaciones –traídos inhumanamente de tierras africanas a bordo de barcos negreros para el desempeño de uno de los más ignominiosas ocupaciones (si así pudiera calificarse), jamás conocidas en la historia de la humanidad–, sino también voluntarios de otras tierras, emigrantes conscientes de la necesidad de crear la gran Patria unida latinoamericana y caribeña en este otro lado del mundo, y contra los objetivos y zarpazos del vecino norteño en continua y peligrosa expansión.
¿Cuarta Clarinada? El heroísmo ilimitado de las tropas cubanas en tierras angolanas y, en especial, la presencia de cientos de descendientes de aquellos esclavos negros devenidos hermanos leales y solidarios, de una buena parte de la Cubanidad. En tierras africanas, entre cubanos y angolanos, en igualdad de sangre y de voluntades, comulgarían las filosofías de nuestros Padres fundadores, al igual que la valentía, resolución y dignidad de los forjadores de nuestras guerras independentistas. En numerosas batallas, como en la impronta de Cuito Cuanavale, intransigencia revolucionaria y conciencia de unidad internacionalista se abrazarían.
En Angola: los cubanos tocamos con aliento y fuerza indescriptible el Clarín de nuestras luchas libertarias e independentistas. ¡Allí lo hicimos también internacionalista!
Clarinada cubana en tierras africanas
En octubre de 1975, a solicitud de la máxima dirección del Movimiento para la Liberación de Angola (MPLA), el gobierno cubano envió a ese país 480 especialistas militares con la misión de organizar y poner en funcionamiento centros de instrucción militares. A esta operación militar se le llamó Operación Carlota.
En ese momento peligraba la independencia de esa nación del colonialismo portugués, luego de varios años de lucha. El peligro de una agresión extranjera amenazaba a la ex colonia portuguesa. Sudáfrica y Zaire, con el apoyo de los Estados Unidos y otras potencias europeas, intentaban mantener el control de los recursos económicos angolanos e impedir el triunfo de las fuerzas revolucionarias. A ello se sumaban las organizaciones contrarrevolucionarias internas que trataban de desestabilizar el país: las llamadas Unión Nacional para la Liberación Total de Angola (UNITA), el Frente Nacional para la Liberación de Angola (FNLA) y el Frente de Liberación del Esclavo de Cabinda (FLEC).
A fines de octubre de 1975 dichas organizaciones contrarrevolucionarias habían ocupado importantes ciudades y puertos de la nación africana. Fue en esas circunstancias de peligro total que la dirección del MPLA solicitó ampliar la ayuda de Cuba ya allí existente, y fue así como el cinco de noviembre de 1975, en vísperas del Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, la máxima dirección de nuestro país tomó la decisión de enviar la ayuda militar requerida.
Desarrollo de una ayuda internacionalista (2)
“(…) A la llegada de las tropas cubanas, las fuerzas de Zaire y del FNLA se hallaban a 25 km. al norte de Luanda y las sudafricanas a 200 km. al sur. El diez de noviembre las tropas angolanas y cubanas derrotaron la ofensiva de Zaire y el once, como estaba previsto, se proclamó la independencia de Angola.
“(…) Una vez proclamada la independencia, la situación en Angola continuó siendo muy difícil. El MPLA sólo controlaba siete de las quince provincias del país. El enemigo siguió recibiendo armas del imperialismo. Ante esa realidad, Cuba prosiguió enviando tropas y armas. A finales de 1975, el contingente cubano en Angola contaba con 36 000 hombres, pero sin aviación ni medios de defensa antiaérea. Las tropas angolanas no podían, por sí solas, enfrentar la agresión enemiga superior en hombres y armas. Gracias a la ayuda de las fuerzas internacionalistas cubanas, se le ocasionaron numerosas derrotas al adversario hasta su expulsión total del territorio angolano, hecho ocurrido el 23 de marzo de 1976, con la ocupación del último reducto. Igualmente, en el Frente Sur, las tropas cubanas y angolanas lograron detener el avance de las fuerzas sudafricanas (…) Ya en febrero de 1976 fueron tomadas las más importantes ciudades del sur angolano. En estas condiciones y en medio de cruentos combates, el ejército sudafricano huyó sin entablar combate y evacuó gran parte de sus efectivos por vía aérea. El 27 de marzo de 1976, las últimas fuerzas intervencionistas en el sur abandonaron el territorio angolano”.
El primero de abril de 1976 culminó la liberación de la República Popular de Angola de fuerzas invasoras. Cuba, junto a los hermanos angolanos, escribió una de las páginas más gloriosas en la historia del internacionalismo. Al respecto, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, expresó:
“(…) El hecho de que nuestro país, situado a 10 mil km. de Angola haya prestado este apoyo decisivo es, sin duda, uno de los actos más nobles y solidarios de nuestra época”. Fidel Castro Ruz (3)
Notas:
- Veinte de Octubre de 1868. En el número del 27 de Octubre de 1868, Año 1, No. 4, de la citada publicación, siete días luego de haber sido conocida su letra públicamente, aparece por primera vez el texto impreso firmado por su Autor: Pedro Figueredo. Se publica con el nombre de La Bayamesa, Himno Patriótico. Sólo consta de dos estrofas que constituyen actualmente el Himno Nacional cubano.Silva León, Arnaldo. Breve Historia de la Revolución cubana, 1959-2000. Editorial Félix Varela, La Habana, 2008.
- Silva León, Arnaldo. Breve Historia de la Revolución cubana, 1959-2000. Editorial Félix Varela, La Habana, 2008.
- Miná, Gianni. Un encuentro con Fidel. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado. La Habana, 1987.
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