¿Quién no ha escuchado la frase “vamos al Coppelia, cine y malecón”, en referencia a una salida económica que cubre los tres lugares uno detrás del otro? ¿Quién no ha vivido en la práctica esa frase? Sin embargo, cuando comienza el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano el invento de los hermanos Lumière ocupa el rol protagónico absoluto.
Para muchos, por estos días el cine funciona como ese espacio medio mágico que desde la ficción del celuloide nos hace escapar de nuestras realidades hogareñas y laborales más rutinarias. Uno entra a la sala y la pantalla grande se convierte en esa otra vida simulada que nos arranca del Internet y sus aliados Facebook, YouTube, el tablet, el celular…
Para otros resulta sinónimo de amistad, amor, encuentro con una amiga o con esa otra muchacha que se nos acerca por primera vez para preguntarnos sobre la programación y, de súbito, se convierte en nuestra compañera de viaje cinematográfico o, por qué no, de vida.
Pero también y de manera más pragmática, descubrir a los artistas, las interioridades de sus proyectos, medir en términos de calidad cuál es el estado actual de nuestra cinematografía en comparación con otras del área…
Mi viaje comenzaba con esas reflexiones, mientras miraba la multitud enardecida que reclamaba por un sitio en el interior del cine Yara.
Nido de mantis es una cinta de Arturo Sotto (Pon tu pensamiento en mí, 1995; Amor vertical, 1997; Boccaccerías habaneras, 2013) y cuenta la historia de una joven que es culpada por el asesinato de su madre y sus dos amantes, y para defenderse narra los sucesos de la progenitora unida a estos hombres.
Hay de todo: padres muertos, abogada en plena lucha profesional contra el fiscal, mentiras y verdades unidas a un crimen múltiple, un crimen pasional. También un complot urdido por parte de los trabajadores del Batey Azucarero (los hechos nos conducen a 1994) para esconder la realidad.
Un excelente guion que se estructura mediante dos líneas argumentales. Una, en presente, trazada alrededor de la investigación detectivesca. Otra, en pasado lejano e inmediato, que ubica la historia del trío amoroso (característica del melodrama) antes de la época del proceso de alfabetización, además pasa por la “etapa de la zafra”, por citar dos hechos fundamentales.
Las actuaciones son de primer nivel. Volvemos a presenciar un elenco mezclado, artistas consagrados como Luis Alberto García, Caleb Casas y jóvenes como Yara Massiel, Armando Miguel, Claudia Álvarez, Amelia Fernández. Esta última, como la hija acusada, es una típica femme fatale –aquellas mujeres rubias del cine negro– que transita muy bien desde la tristeza y el dolor contenido y suave a la desesperación, la sensualidad, todo sin perder de vista lo principal de su rol: el simulacro. La mayoría de ellos, entienden la actitud predeterminada de este tipo de personajes según el género tratado, thriller policíaco repleto de humor, absurdo y melodrama.
Por otra parte, el trabajo de dirección de arte apoyado en el diseño de vestuario, el maquillaje y de una fotografía que logra con tino caracterizar desde la imagen a los personajes, los espacios y tiempos de la acción, denota una excelente puesta en escena.
La gente que está en el Yara se divide en tres secciones. Uno, los que se convierten en Fiscal y quieren encarcelar a la muchacha. Dos, quienes apoyan a la acusada. Otros,a favor de la abogada, quien se estrena por primera vez en el caso. Aunque estos últimos la tienen bien difícil porque la abogada experimenta sentimientos de compasión por la joven; inclusive, es novia del fiscal. ¡Qué dilema!
Ah, se me olvidaba, hay una tercera lista que es muy pequeña. En esa lista me encuentro yo, de pie hace ya casi 50 minutos, que entré por delante de la multitud enardecida tras hablarle al funcionario de la puerta de un cierto trabajo sobre el film que debía escribir.
A decir verdad, Nido de mantis narra las situaciones mediante excelentes toques de humor negro y absurdo. Los personajes que investigan el caso discuten entre ellos delante de la acusada con la mayor trivialidad del mundo (parodia al procedimiento oficial). Las peleas entre los dos amantes —en la historia en retrospectiva— suscitan todo tipo de enredos, también las más alocadas apuestas, encerrados en un local como si se tratara de una pelea de gallos. Otro elemento que reafirma esta idea son los planteamientos “inverosímiles” que siembran los personajes en sus diálogos. Por ejemplo, cuando el amante que se desempeña como alfabetizador-fotógrafo, le dice a la “guajira” que la esperará en el Malecón, o cuando el personaje que interpreta Caleb Casas renuncia al éxodo necesario de la familia por la joven, incluso le construye una isla simbólica con una piedra.
Nido de mantis es uno de los filmes cubanos más logrados que compite por el Premio Coral de este Festival. Un homenaje al policíaco universal con personajes e historias que recrean nuestra realidad en supremo esfuerzo de realización.
Guardo los cambios en el documento Word y apago el celular. La película termina y al salir me entran ganas de tomar helado en el Coppelia, pero no lo hago, la próxima película está por comenzar.
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