Jugar a crear, podría bien caracterizar a los talleres que cada sábado estival –desde el 24 de junio–, acoge el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA).
Los talleres –según Ignacio Cruz Ortega, jefe de Relaciones Públicas– tienen alrededor de cinco décadas de fundados y en la actualidad, por el gran interés comunitario y la afluencia cada vez mayor de niños, son ocados hasta dos veces al año.
Crayones, lápices, tizas, pizarrón, materiales reutilizables...; un mundo de colores esparcidos en el suelo del área central de Bellas Artes, son el maridaje perfecto para pequeños y adolescentes, entre diversión y aprendizaje.
Para esta edición, la temática escogida ha sido el cosmos y nuestro sistema solar, asunto en que los “profes” –como de forma afectuosa llaman los pupilos a sus mentores– logran hacer confluir el saber científico con las distintas técnicas de las artes plásticas.
El tema de cada taller se vincula a las colecciones del museo. Como el tópico que nos ocupa ahora son las formas de los planetas y astros, se decidió abordar el movimiento de la abstracción concreta, explica Liritza López Gómez, graduada de Historia del Arte y asociada a dichos talleres desde sus años de universidad.
Cerca de doscientas matrículas engrosan cada taller de creación en lo que va de año, aún sin tener un sistema de convocatoria promovido en los principales medios de comunicación del país.
Para Ignacio Cruz este tipo de actividades goza de reconocimiento popular por su calidad y los tantos años de trabajo en esta iniciativa. Apoyados también por la UNICEF, los infantes tienen a su disposición los materiales necesarios para elaborar sus proyectos.
Los talleres de creación se organizan en grupos etarios. Son aceptados todos los niños interesados desde 6 hasta 16 años. A partir de los 11, como son los adolescentes quienes tienen mayor definición de sus preferencias artísticas, los profesores o facilitadores son especialistas en dibujo y pintura. Por otra parte, las clases de los más pequeños están concebidas para la apreciación artística y tienen como objetivo desarrollar el entusiasmo por la creación.
Es una iniciativa que también está aproximando a la familia. Los padres muchas veces se quedan en el área del museo realizando actividades colaterales a las de sus hijos. Esta propuesta se sale de los esquemas de clases y de ilustración que podemos encontrar de su tipo en La Habana; es un taller que opta por desarrollar valores no solamente asociados al arte, sino también a la sensibilidad humana en los niños. Ese es nuestro gran mérito, afirma Liritza.
Este proyecto inclusivo, permite a cada niño o joven participante tener una obra de su autoría de exhibición en un área destinada por el Museo, a partir del día de la graduación.
La iniciativa del MNBA reafirma con su ejemplo que las instituciones culturales cubanas pueden y deben acercarse de forma sistemática a la comunidad y en especial, a esas nuevas generaciones donde se forja verdaderamente la cultura de la nación.
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