Hay una música cubana, popular y alternativa, que está circulando en diversas zonas geográficas y para el común de los nacionales en ocasiones es desconocida o le llega tarde por aquello de cierto fatalismo que más que geográfico es de difusión. Y aunque el fenómeno no es nuevo, se ha agudizado en los últimos veinte años con la particularidad de que las nuevas tecnologías acortan el tiempo y las distancias.
Así ocurrió en los años noventa con fenómenos como la música tradicional (muchos cubanos tardíamente supieron que Omara Portuondo existía, por solo citar un ejemplo), el hi hop con la transformación de Amenaza en Oricha, la alternativa con el fenómeno Habana Abierta (antes Lucha Armada) y otros tantos.
Entre los desconocidos está el caso del notable pianista Omar Sosa, a quien se deben dedicar estudios y valoraciones sobre su trabajo trascedente con las raíces de la música afrocubana, sobre todo aquella de fuerte contenido ritual y que aún no ha sido victimizada por esos hacedores que han llevado a un estado de notable promiscuidad mercantil el hecho de ser practicante de la regla de ocha o el palo monte; por citar las más conocidas.
Caso similar es el del bayamés Pedro de Jesús que hizo carrera como compositor e intérprete de música popular bailable, en lo fundamental con un fuerte acento puertorriqueño; y cuyo trabajo fue difundido en mayor o menor medida por algunos espacios radiales; hasta que un día dejamos de tener noticias de su carrera.
Ahora, llega –bien se pudiera decir retorna—Alain Pérez tras más de un lustro de ausencia (otro bolero) con su debut discográfico al que titulado Hablando con Juana y que deja en manos de BIS MUSIC para su distribución nacional. Mas este regreso no es gratuito; bien pudiera preguntarse el común de los mortales y de los melómanos: ¿… y este Alain quién es… de dónde viene… será buena su música… bailaremos con ella…?
Permita que someramente de respuestas a estas interrogantes y aporte alguna que otra información.
El nombre de Alain Pérez comenzó a hacerse notable entre los músicos cubanos a mediados de los años noventa cuando debutó como bajista y productor musical en la banda que acompañaba al cantante Issac Delgado; sin embargo ya era conocido su paso por Irakere, donde alterno el bajo y alguna que otra guitarra (es su instrumento de formación) junto al recientemente fallecido Carlos Emilio Morales a quien debidamente habrá que justipreciar en algún momento. Sin embargo su origen está en el centro del país bajo la batuta de su padre, todo un conocedor de las lides trovadorescas y soneras y quien de alguna manera ha sido su mentor creativo.
Su paso por la orquesta de Issac Delgado le permitió probar determinados resortes creativos y estéticos para la música popular que fue empleando en su carrera posterior que incluye su paso como parte de la banda que acompañó al gran guitarrista español Paco de Lucia, hasta este noviembre de 2014 que decide presentarnos el disco Hablando con Juana.
Escribir música popular implica dominar determinados resortes de comunicación y empatía con el público bailador y ello parte de conocer sus necesidades, sus alegrías y hasta algún que otro detalle insignificante que estimule el consumo de la música y de ello da muestra conceptualmente cada uno de los once temas que componen el disco, donde se cuida cada frase cual jardín de Versalles en los años del Rey Sol. Resuelto el conflicto de las letras toca el turno a la manera de virtudes de este fonograma y que le diferencian de otras propuestas recientemente puestas a disposición de bailadores y promotores.
Hay una diversidad que discursa con cuanta variante rítmica se pueda asimilar en el lapsus de cincuenta y siete minutos. Sonidos caribeños, alguna que otra referencia al Mozambique y al Songo, sones con el espíritu del centro de la isla, que lo diferencian del oriental y el habanero en determinadas sutilezas; pasajes donde se entrecruzan las rumbas de ida y vuelta (o es que acaso la rumba flamenca y la cubana no tienen puntos de contactos visibles); la necesaria timba, solo que esta vez matizada por el reposo creativo vivido por Pérez tras diez años de alejamiento y el jazz. Y como referente la voz del mismo Alain para darle vida a su música.
Honestamente tras la escucha sigo pensando que algunos temas fueron escritos para ser cantados por Issac Delgado, otros para ser parte del repertorio de todo aquel que quisiera acompañarlo en esta su primera aventura discográfica, pero su interpretación no resulta molesta al bailador que tenga referencias sobre su trabajo anterior; que hoy son pocos pues los referentes musicales han cambiado en una década y (re)abrir o recuperar los espacios depende de factores extramusicales infranqueables.
A muchos preocupa la calidad que pueda tener o tengan los textos de la música popular cubana. Unos piden textos elegantes y con alta espiritualidad, otros creen en el discurso de lo cotidiano como forma de hacernos conocer; creo que todos tienen razón mientras se pueda a pelar al carácter universal de lo que se expresa y esta es otra fortaleza del disco en cuestión; su ausencia de un entorno marcadamente local pero si rezumando cubania por todos los costados.
Alain Pérez pertenece a una generación de músicos que por más de veinte años ha marcado pautas en la música cubana, sean instrumentistas, productores, o compositores de temas que bailaron y bailan los naturales de esta tierra; algunos aún están trabajando acá, otros después de un tiempo radicados en otras tierras están regresando; queda una parte lejos de casa pero todos tienen en común el hecho de estar interconectados por la música y sus referente siempre es el son y lo que en Cuba pasa. Comienzo y final de toda nuestra ruta musical.
Hablando con Juana es parte de esa suerte de catálogo inagotable de una música que no para de superarse a sí misma y donde hay tantas Juanas como se quiera y tantos Alain como se necesite.
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