Cascanueces para otro enero


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Las puertas de la sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba se abrieron anchas, el primer día del año, para celebrar, como ya es tradición, el aniversario 66 del triunfo de la Revolución Cubana. Desde esta histórica escena, el Ballet Nacional de Cuba (BNC) saludó la efeméride con Cascanueces, con coreografía de Alicia Alonso.

Alicia marcó la danza del novecento, y, por supuesto, a sus coreografías les sumó el rico caudal de experiencia y sus dotes naturales. La de Cascanueces –versión en dos actos sobre la original de Lev Ivánov– no es una excepción. Fue estrenada, en esta misma sala, el 5 de noviembre de 1998, durante el 16to. Festival Internacional de Ballet de La Habana, en coincidencia con las festividades del aniversario 50 del BNC. Se trata de una obra que, cada vez que sube a escena, le reconocemos que la última partitura de Chaikovski desborda ganas de vivir, y contagia, con su alegría, tanto al espectador como a los intérpretes.

La función del clásico acercó buenas energías emanadas de la agrupación danzaria. Haciendo el recuento, y empezando por el final, se destacó la primera bailarina Grettel Morejón, ataviada como el Hada Garapiñada, quien se desempeñó con todo su arsenal, y esa forma de bailar, en la cual técnica y pasión se hacen arte del movimiento. A su lado brilló Patricio Revé, quien fuera bailarín principal del BNC y artista invitado del Queensland Ballet (Australia). Con una técnica depurada, elegancia y virtuosismo, sorteó las visibles dificultades del Caballero en sus solos, y acaparó, junto a Grettel, las más fuertes ovaciones de la noche, con un aplauso al unísono que retumbó en la institución habanera.

Entre lo bueno sobre las tablas en esta jornada, estuvo la fresca pareja de los jóvenes Carolina Fonseca –quien se estrenó en el rol de Clara, con destreza escénica y espontaneidad– y el excelente primer bailarín Yankiel Vázquez (El Cascanueces), un papel que ha hecho ya suyo. Ambos bailaron con ímpetu para demostrar, con sus ejecuciones, cómo va creciendo la descendencia del BNC.

También se destacó el audaz trío de la danza rusa, que desborda energía y vitalidad (Dairon Darias, Ernesto Acevedo y Ángel Rojas); la frescura de la versátil Gabriela Druyet, como la Reina de las Nieves; Nadila Estrada, quien cautivó en la enigmática serpiente de la danza árabe; Alejandro Alderete, que matizó con bríos al Rey de los Ratones, y Laura Kamila, que dio vida a La Muñeca, con profesionalismo.

En esa primera tarde de 2025, relució también el Drosselmeyer de ese artista que es Ernesto Díaz, quien cada vez con más fuerza se interna en los papeles demi carácter; y en este, particularmente, se observa muy profesional, en un personaje estudiado hasta en los más mínimos detalles.

La primera tarde del año regaló un espectáculo colorido, optimista y alegre que marcó la fuerza juvenil existente en la compañía cubana.

Foto: Marila Sarduy


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