Carta abierta a Juan Formell


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Mi Hermano: Creo que esta viene a ser como la tercera o cuarta carta que te escribo. Me es igual porque estoy seguro que vas a leer unas cuantas más. En la noche del pasado domingo 25, estuve por el maravilloso Salón Rosado de la Tropical con tu Orquesta y ¡qué decirte…!  Me sentí tan bien que hasta hice el juramento que cada vez que ustedes tocaran ahí, nada ni nadie podían impedirme participar en este jubileo de nuestra cultura. Me sentí como que hubiera regresado de viaje por el extranjero y que al hallarme entre tanta gente disfrutando de tu música, me entró un orgullo que no por familiar, dejó de emocionarme profundamente. Fue como reencontrarte con códigos patrimoniales como es la rumba, la que nadie sabe que bailo si me presionan mucho, o con cualquier vieja canción de la trova tradicional, de esas que todos cantamos, cuando entre copas y nostalgias, aparece la imprescindible guitarra. No ahora que estás de viaje Juan, sino desde hace muchos años, pero mucho rato que la música de Los Van Van es uno de nuestros tesoros más preciados y de veras que cuando se le escucha de nuevo después de un tiempo, uno se da cuenta de cuanto la necesitamos para vivir, compadre. En la carrera de la trayectoria del Arte, todos partimos desde la misma meta, todos hacemos nuestro mayor esfuerzo para llegar primero, pero no todos como Ustedes, rompen los records.

Todos sabemos que tú y tu querida Orquesta, hace rato que ya están fuera de eso. Ahora que corran los que vienen detrás, que en este tipo de competencia no vale la popularidad que te puedan construir los medios porque la verdad, la concreta en esta disyuntiva crucial, es el tiempo que cada cual consigue marcar en el cronómetro de la vida; reloj que, al encontrarse resguardado en el corazón, los ha ubicado a Ustedes en el Salón de la Fama más importante: en el del pueblo cubano. Antes de despedirme, déjame contarte esta anécdota que no deja de tener humor. Tan pronto llegué al concierto del domingo, un vanvanero de esos de verdad, me dijo: “¡Gracias Guille por estar aquí, aunque esta no sea tu música…!” Solo le respondí que él no sabía que esta era mi orquesta, porque en realidad se trata de un concepto mucho más profundo. No lo culpo por tener esa opinión, pues para promocionar el concierto de los Rolling Stones, solo me faltó hablar por Radio Reloj con tic-tac y todo. Salí por todas las partes, pero si pude expresarme con tanta displicencia sobre el tema en cuestión es porque quiero profundamente a Cuba y a lo cubano. Y eso, de entre mis amigos más cercanos, tú lo sabes muy bien. Entonces, desde la cúspide de esta montaña de amor, asumo serenamente todo lo bueno que hay en el mundo, como es el caso de los Stones. Y a propósito de estos ingleses, lamento que se hayan ido con tanta prisa, porque entre el montón de cosas que tenemos por mostrar es como para que se hubieran vueltos locos, y por supuesto que se encuentran Los Van Van. Bueno Juan, mi hermano, ¡voy abajo…! Recuerda que este domingo, en Radio Progreso desde las tres de la tarde, te vamos a dedicar un programa en vivo de dos horas y media con gente de tu orquesta, familiares y amigos, para hablar de ti y de tu obra. Si no pudieras oírlo porque estás en otras cosas, después te cuento. Será una cosa memorable. Te lo aseguro.

Un fuerte abrazo,

 

 

 


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