Hace ochenta años escribió Nicolás Guillén su poemario “Cantos para Soldado y Sones para Turistas”. Fue en 1937, un año muy significativo en la vida y en la obra de nuestro Poeta Nacional. Este libro fue impreso en la Editorial mexicana Masas, con prólogo de Juan Marinello y en ocasión de su primera visita, a la Patria de Juárez.
Juan Marinello, su amigo personal y prologuista de estos versos expresó: “Por la calidad, por la naturaleza de sus poemas este libro es conflicto y solución, aventura y triunfo, experiencia y culminación. Hay en estos versos hazaña atrevida y conquista señera. No se exagera al decir que desde aquí se muestra un modo nuevo, inusitado, de poesía revolucionaria. Y puede afirmarse, sin miedos, que toda poesía política que se realice hoy en nuestras tierras ha de lucir, en la entraña, la sustancia de estos cantos limpios y fuertes”.
No sé por qué piensas tú
soldado, que te odio yo,
si somos la misma cosa
Yo.
Tú,
Tú eres pobre, lo soy yo,
soy de abajo, lo eres tú,
¿De dónde has sacado tú,
Soldado, que te odio yo?
Guillén se ha convertido definitivamente en la voz de nuestros pueblos de América sometidos a abusos similares por parte del Imperio opresor. El dolor, la injusticia, aquí y allá, siempre buscando el cantor, al soldado que quiera ser su amigo y pidiéndole que se niegue a tantas ignominias:
Di que no, di que no! Di compañero
que tu hermano es primero
que vienes de la tierra, eres de tierra,
y a la tierra darás tu amor postrero,
Que no irás a la guerra
a morir por petróleo o por asfalto,
mientras tu impar caldero
de primordial maíz bosteza falto…..
Es un canto de firmeza en las ideas, de ternura infinita en el corazón del poeta, es la sinceridad hecha verso, es la verdad en gritos de futuro, es el grito en garganta del pueblo que no claudica. ¡Cuánta vigencia y notoriedad en el clamor poético, cuánta riqueza y armonía en cada uno de los cantos que tienen en el centro al ser humano, necesitado de ayuda y salvación!
Marinello, siempre lo dijo: “Ha llegado para Nicolás Guillén un instante crucial en su vida de artista y de hombre. Tiene la palabra que piden su tierra y su tiempo”.
Nada de esto es fortuito. Guillén va madurando sus ideas hasta llegar a su vinculación definitiva con el pensamiento izquierdista que defiende la Revista Resumen y la publicación Mediodía, del Partido Comunista. En las dos, colabora con entusiasmo y combatividad.
El estallido en 1936, de la Guerra Civil Española, lo afecta profundamente. Ingresa al año siguiente en el Partido Socialista Popular y viaja a México de manera clandestina. Era la época del Presidente Lázaro Cárdenas. Tenía algunos proyectos para su estancia en ese país. Nunca hubiera pensado en la posibilidad de ser invitado al II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura en la República Española, que se realizaría en Barcelona, Valencia y Madrid. Era una maravillosa oportunidad que se le presentaba y que no podría desaprovechar.
Nos cuenta Ángel Augier, el mejor biógrafo de Guillén, que a mediados de mayo del 37, salió de las prensas mexicanas el libro de Guillén. Y agrega: “sin ceder en sustancia poética, en fuerza lírica, el verso cada vez más se hace de mayor caudal doctrinario”:
Como expresara Marinello: “Hay que dar ahora un acento en que nada se pierda, en que estén presentes y ostensibles los valores activos de sus dos sangres, es decir, de sus dos pueblos, ahora hay que fatigar hasta el límite la capacidad de síntesis, de modo que todos los hombres de su tierra, de sus Antillas, se sientan en su verso”.
Un soldado blanquirrubio
y un soldado negritinto
van, empapados de sol,
haciendo el mismo camino
El mensaje está bien claro. La mezcla racial que viene de atrás, sigue presente en su poética, pero ahora el cantor se siente tan poderoso, tan seguro de su voz combatiente y verdaderamente auténtica, que avanza victorioso, sin que nadie ni nada pueda detenerlo. Yo diría que ha llegado al Parnaso y allí junto a los grandes, se ha quedado.
¡Ah querido, querido!
No tú, soldado muerto,
soldado tú dormido.
Ven y grita en mis calles, tú, despierto,
tú, con lengua, con dientes, con oído
de húmeda piel cubierto
el ancho cuello henchido,
y el zapato aplastando el triunfo cierto;
que así ha de ver el mundo suspendido
nuestro futuro abierto,
fragua de una mitad y la otra nido,
y sobre el lomo del pasado yerto
el incendio implacable del olvido,
como una luna roja en el desierto.
En Sones para Turistas, sigue el poeta al compás de sus ideas. El son cabal de José Ramón Cantaliso, en esa voz que canta liso, para que lo entiendan bien.
El cantor se muestra desafiante, enérgico, firme.
Todos estos yanquis rojos
son hijos de un camarón,
y los parió una botella,
una botella de ron
¿Quién los llamó?
Con el cubanísimo acento, del que sabe lo que quiere, invita persuasivo al turista a dejar su Hotel de lujo y visitar un solar:
Turistas quédense aquí
Que voy a hacerlos gozar
Turistas quédense aquí
Que voy a hacerlos gozar,
Cantándole sones, sones
Que no se pueden bailar!
Ahora ni la injusticia, ni a la pobreza, ni al desahucio parecen invencibles. El pobre no tiene con qué pagar, y tiene que mudarse, pero, ¡no hay miedo!
No, señor
a mí no me achica el miedo,
y aquí me quedo,
Sí, señor,
y aquí me quedo,
Sí, señor
y aquí me quedo!!
La voz de nuestros pueblos ha dicho ¡Basta!
¡La voz de Nicolás es la voz de Nuestra América!
Como dato interesante podemos decir, que Juan Marinello fue designado “Jefe de la delegación hispanoamericana” al Congreso en España, que por cierto, estaba integrada por otros intelectuales de alto calibre procedentes de Cuba y de otras pocas naciones de Nuestra América. En el Congreso se reunieron importantes intelectuales de España y de diversos países del mundo.
Marinello y Guillén, ofrecieron en el evento, sendos discursos, los cuales fueron publicados en el No. 29 de la Revista “Mediodía”, de agosto 17 de 1937.
Sirvan también, estas líneas, para rendir tributo al distinguido intelectual e insigne prologuista de Cantos para Soldados y Sones para Turistas, en el Aniversario 40 de su fallecimiento, este cubano ejemplar, que un día expresó: “El verso de Guillén es parte de nuestra carne porque encontramos en él, nuestro ayer, nuestro presente y nuestro mañana”.
Deje un comentario