En estos últimos tiempos, y con mucha más fuerza ha tenido lugar un tránsito de la fotografía como medio, a aquella como vehículo de inquietudes y cuestionamientos estéticos y artísticos. La realidad sigue potenciando la imagen fotográfica, pero esta se ha convertido también en un ente autónomo y subjetivo con significados indirectos. Todo ello ha dado como resultado cambios en los códigos tradicionales de recepción.
Aquello que resulta la antesala de una exhibición, presentación /espectáculo, o simplemente de la verdad presta a multiplicarse ante la mirada de un público que espera “afuera” el momento de convertirse en realidad, los camerinos —donde se construye y da forma para ser en la escena o en este caso pasarela— es el espacio seleccionado por el artista del lente, Tony Hernández para crear desde la fotografía.
Un grupo de siete imágenes que enfocan este mundo, reunidas bajo el título de Camerinos, inauguró en una sala del hotel Armadores de Santander, La Habana Vieja el joven creador. Desde el silencio de las instantáneas, en blanco y negro, indaga sobre la intimidad del artista que está preparándose para ser “radiografiado” por los espectadores, dispara reflexiones acerca de qué registra en sus interiores en esos momentos y capta la realidad, del antes y hasta el durante/después, expresando el brillo, la singularidad del universo de las pasarelas/espectáculos, y las sutilezas encontradas por el camino… Y nos hace preguntas desde las obras en torno a lo verdadero: ¿Es lo que aparece registrado en ellas o lo que queda fuera del cuadro?
El artista, autodidacta, proyecta el trazado de su mirada hacia todo lo que le rodea antes de la pasarela…, para devolvernos luego la más evidente impresión que de ese acto suyo ha quedado: sus postales fotográficas. Sentimientos, anhelos, preocupaciones, sueños y esperanzas ocupan posiciones en muchas de sus creaciones, pero fundamentalmente anidan con más expresión en esos “poemas” que constituyen algunas de sus fotografías que buscan más allá del modelo, para atrapar el instante en toda la acepción de la palabra, desplegando su destreza para captar hasta el entorno, el clima, todo del universo que le rodea.
Son, sin temor a equivocamos, metáforas visuales repletas de significados, composiciones ordenadas, sensuales y atractivas donde emerge, por sobre todo, un carácter humanista. Las fibras, las nervaduras, la mancha, la huella del corte, enfatizan las cualidades plástico-simbólicas de estas fotografías, al tiempo que confieren resonancia al discurso...
Magia de las pasarelas…
Como un mago de la retina “atrapa”, de la inmensidad del momento, secretos e instantáneas que parecen nuevas ante nuestra vista, pues escarba en lo más profundo de esas fronteras y encuentra “presas” inéditas en su búsqueda, reflejos sobre las pieles (blancas y negras o mestizas) de luces/sombras, donde se hace patente la aguda mirada detrás del lente y el segundo exacto para apretar el obturador, con todo lo que subyace en esas fronteras que devienen artísticas. A ello suma arte, para conseguir posiciones y ángulos diestros que aumentan el valor de la foto y de lo que observamos. Amén de que emerge una intención de llevarnos de la mano y hacernos sentir cual si estuviéramos ante una representación teatral, moda mediante.
Para caracterizar su método, el sentido de su enfoque y personal estética fotográfica, se puede decir que el creador no se circunscribe a una u otra modalidad, ni al “ángulo ancho” y el retrato “posado”, ni sólo a la instantánea o la denominada recreación artística de texturas, contrastes, veladuras de la luz y composición de “estudio”. Él sabe de la amplitud de la realidad y de lo variado del lenguaje fotográfico; y se vale por eso de toda manera, “estilo”, convención, siempre que al usarlos correspondan a los requerimientos de visualización de cada objetivo, mensaje o sensación poética que lleva implícita su obra.
En Camerinos, su primera muestra personal, confluyen de manera interesante, variados lenguajes artísticos: el tratamiento del cuerpo humano —protagonista de estas pasarelas—, los retratos donde subraya intenciones artísticas y técnica que enriquecen las fotos, hasta esa imagen que regodea/recrea estéticamente la belleza femenina. Aunque lo esencial es la distancia que Tony Hernández interpone entre su mirada y lo hallado en el campo visual, entre él y la realidad. Sobresaliente es, no solo la factura/impecable técnica, sino en el proceso creativo, la sensibilidad y maestría para captar lo interno. Y sucede así porque detrás de la cámara, manipulándola, existe una persona, con sus concepciones del mundo, criterios, manera de mirar y sentir. Todo ello se fija en el papel junto con la foto alcanzada que adquiere tintes de una sensibilidad dispuesta a continuar por estos senderos.
El creador quiso explicar que Camerinos, es parte de una búsqueda personal, un punto de partida de algo que comenzó hace algunos años, cuando se acercó al lente para captar y trasladar, a la imagen fotográfica, las joyas realizadas por su esposa, la célebre diseñadora/orfebre Rosana Vargas. “Era tan difícil encontrar quien fotografiara esas piezas que puse manos a la obra para ayudarla y ahí dio inicio esta labor. Pues, además, comencé a acompañarla a las pasarelas y hacer fotos, interactué, exploré y descubrí ese mundo apasionante, y… aquí estoy. Este tipo de trabajo artístico me apasiona, desde el inicio, en que buscaba —dijo— conquistar a los clientes con las imágenes de las joyas de ROX (nombre de la firma de autor de Rosana Vargas). Allí se ejercitó, se sumergió en este universo tratando siempre de crear un estilo propio y, atrapar las miradas. Debía tener en cuenta —especificó— la profundidad, el punto de enfoque correcto, el ángulo, la posición… “jugué con las piezas, las colocaba al azar y encontraba el momento preciso para apretar el obturador. Y también entré al “reino” de las pasarelas. Es un instante efímero, y hay que ser capaz de saber lo que quieres y complacer a otras personas, comentó. Fue dando así sus primeros pasos, buscando su agenda artística, captando todo “los momentos de espalda, de frente, primeros, segundos planos, close-up, rostros y, sobre todo entendiendo este universo que me encandiló la mirada”.
Poco a poco, expresó, las fotografías iban gustando, me buscaban, pero me sentía y aún soy, un aprendiz de esta técnica. Por eso, participa en cursos, encuentros, talleres donde pueda aprender más todos los secretos/técnicas acerca de esta manifestación. Entre los creadores del lente que le han dejado huellas, está, en primer lugar, el Chino Arcos, quien lo ha ayudado mucho en este campo. Y siente atracción por el quehacer de artistas de la imagen como Cañibano, Peña… entre otros.
Instantes con la soledad
De esas soledades/instantes en que se prueba el hombre y la mujer, hablan estas imágenes. Fotos captadas detrás de bambalinas, de los telones, cuando en un minuto de silencio, hablan con los adentros desde el prisma de la cámara, que indiscreta, llega al punto neurálgico, enfoca, desde la otra dimensión, esa que los espectadores no conocen y que, algunos, los más sensibles, pueden en algún momento intuir para descubrir, ante nuestras retinas esos instantes, invisibles pero existentes, en que los artistas conversan en la oscuridad con ellos mismos, recuperando fuerzas, reconstruyéndose de nuevo para seguir entregándose al arte.
Este artífice del lente está alerta siempre para enfocar, y darnos la visión, más real, de este mundo casi irreal, que buscamos en las pasarelas, carpas, teatros, que tiene, como todo en la existencia del hombre, varias caras. Aquí yace la otra, la invisible, la oscura, la que espera en el silencio para desatar emociones internas que no se ven, y la magia de la fotografía y la sensibilidad, nos acerca para conocernos un poco más. No estamos ante esas esfinges sin secretos nacidas de una preocupación morfológica. Estamos dialogando frente al ser humano… Porque la fotografía siempre está en función de decirnos algo acerca de la vida, como testimonio de lo que fue. Esto es un viaje inusual al centro del hombre.
Tony Hernández piensa seguir por estos caminos, irrumpir en otros camerinos del teatro, circo, ballet, danza… incursionando por este campo subterráneo/distinto al que se ve en la escena. Pero su prisma está atento a otros temas como la familia, la nostalgia, recuerdos que pueden cristalizar el alma, por eso la serie se llamará Almas de cristal. Amén de la mujer, que es otra temática que le atrae, porque también quiere acercarse a la fotografía documental para dejar constancia de su paso por la tierra, por este mundo diverso en el que todos habitamos, y tenemos cabida como humanos.
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