El matancero Bonifacio Byrne, nació en 1861. Cuenta la historia que su rareza alarma a la crítica y esto desde que apareció su poemario “Excéntricas”, en 1893. Dicen que su apellido corroboraba su ascendencia irlandesa y hasta eso hacía que se intensificara ese criterio que pretendía restarle credibilidad.
Escribiendo este libro, una vez sola
No he abismado mis ojos en el cielo....
¡Es para ti, Luzbel! Cuando te aburras
Léelo en alta voz en el Infierno.
Hoy vamos a recordarlo. Murió un 5 de julio en 1936 y vamos a hacerlo, cuando expliquemos cómo el poeta Julián del Casal, al tener en cuenta esa aparente singularidad que caracterizaba a Byrne, afirmó la autenticidad de la obra de aquel bardo. Esto explica un poco el objetivo de este trabajo. Cómo transita el matancero, de la rareza, a la gloria.
Bonifacio, cultivó el periodismo y supo conservar íntegra su personalidad, en el momento en que lograr esto, era realmente muy difícil. Así lo señala Casal, y nada menos que en una sociedad donde “los acontecimientos políticos, como expresara Martínez Carmenate, gravitaban sobre su conciencia atormentada como debió ocurrirle a la mayoría de los cubanos con inclinaciones independentistas”.
Para Julián del Casal, el poeta Bonifacio Byrne, es el primero de su generación que interrumpió, según lo explica, el tono monótono de la poesía cubana, y observa que disocia el trabajo poético y lanza una nota nueva extraña y original y continúa:
“Es un caso más raro de lo que a primera vista parece, porque supone una fuerza incontrastable, resistente al medio, propia sólo de los verdaderos artistas… Otra de sus cualidades, que tal vez sea un defecto para algunos, es que el poeta tiene, como muy pocos de los nuestros, el sentido de lo vago, de lo misterioso, de lo lejano, de lo desconocido, es decir, de todo lo que constituye la esencia misma de la poesía”.
Y cuando te lo sepas de memoria
Y yo duerma en el vasto cementerio,
Sus páginas destroza, y haz que bailen
Una danza macabra con el viento.
Muchos de los críticos de su época, sólo le encontraban prosaísmos y rarezas, que no parecían escritos por un cubano, según decían.
Nada de esto era sorpresa para Casal, y cito textualmente: “No me parece extraño, pues, que Byrne, a quien tengo por verdadero poeta, haya hecho versos que parezcan escritos en las regiones nevadas del globo, prescindiendo en absoluto de cantar las decantadas bellezas tropicales… Lo que me sorprendería mucho es que, a pesar de sus decepciones, de su cansancio y hasta de su desesperación, bastante visibles, en todas las páginas, para los que sepan leer, sin que necesite yo detenerme a entresacarlas, conservara todavía su antigua manera, la de las Mariposas, cantando las ilusiones, los ensueños y los devaneos de la primera edad. Por idéntico motivo, no creo que el poeta, al dedicar sus versos a Luzbel, el príncipe de las tinieblas, lo haya hecho por seguir las huellas de Baudelaire o de Richepin, sino más bien, porque cansado de invocar al Bien acude a arrojarse entre los brazos del Mal”.
Y agrega “yo admiro en alto grado al poeta, porque me ha iluminado, con la antorcha de su talento, las tinieblas de su corazón; porque es un espíritu triste, y las almas felices, como los objetos grotescos, me inspiran repugnancia sin límites; porque no ha halagado, con sus estrofas, los caprichos de la inmensa mayoría de los lectores; porque se ha atrevido a cantar, en admirables versos, lo que aquí no se puede apreciar, porque no se acierta a comprender, sin temor a la indiferencia del público, a las censuras de los críticos o a las burlas de los critiquillos”.
Bonifacio Byrne, autor atormentado, excéntrico, era sin lugar a dudas, un poeta modernista cubano e hispanomericano, imposible de excluir de nuestro universo poético.
Desde que era muy joven, el poeta en referencia, ama la literatura, funda periódicos y frecuenta un Círculo literario en su provincia. Poco a poco, va definiendo su posición frente a las agonías de su pueblo por alcanzar su independencia de la España Colonial, se expone demasiado y tiene que emigrar de su tierra amada. Fue en 1896, cuando aquellos Sonetos a Domingo Mejía, que mucho lo comprometieron, lo llevaron a Tampa. La familia, después lo acompaña. Cuentan que, en Tampa, fundó el Club Revolucionario por la independencia de nuestra tierra. Fue lector de tabaquerías y algunas páginas de publicaciones de aquella ciudad esperaban sus colaboraciones. Los estudiosos de su vida, plantean, que una vez de regreso a la Patria, volvió a visitar Estados Unidos, allá por el año de 1915.
José Lezama Lima, otro gran poeta e intelectual cubano, en ocasión de preparar sus Antologías de Poesía Cubana, precisó al leerlo de nuevo, que en Byrne, hubo sin duda alguna, dos corrientes poéticas; aquella de sus primeros versos que tanto reconoció Julián del Casal, y de otras creaciones posteriores y el poeta patriótico, ese poeta revolucionario y como lo llama Lezama, el “cantor del separatismo”.
En los versos al estilo de “Excéntricas”, que tanto la crítica quiso dañar, el poeta que llamaban de las rarezas y que tanto Casal, como Lezama, lo consideraban con una voz secreta, se hallaba precisamente, la fuerza poética que acompañaba al bardo; versos en los cuales el autor de Paradiso, los encuentra: “lleno de aciertos, matizaciones, riqueza verbal y cierto intimismo. En Los muebles, La alcoba, hay una poesía de evocación, de nostalgia, por las pequeñas cosas abandonadas, que serán después nota frecuente en la poesía de Antonio Machado”
¡Oh muebles, muebles míos,
trémulo de emoción y de alegría,
dejadme a todas horas contemplaros,
igual que los avaros
contemplan su tesoro cada día!
Otros poemas del matancero, también le recordaron a Lezama, a Leopoldo Lugones, muchos años anteriores al momento en que el argentino, mostrara el valor excepcional de sus creaciones.
Además del poemario “Excéntricas”, que conoció Casal, en el año 1893, le sucedieron otros: “Esfinges”, en 1896; “Lira y Espada”, en 1900; “Poesías”, en 1903 y “En Medio del Camino”, en el año de 1914. Es imposible dejar de mencionar, el logro de sus Sonetos: El Sueño del Esclavo, Nuestro idioma, y otros, de gran pericia y total expresión.
En el libro “Lira y Espada”, aparece el texto que lo llevó a la gloria. Un poema trascendental. Me refiero “A mi bandera”, más que un poema, es un himno de intenso valor patriótico. Regresa el poeta de Estados Unidos, y ahí surgen esos versos, que uno de nuestros valiosos guerrilleros, Camilo Cienfuegos, declamó una estrofa, emocionado en su discurso frente al pueblo en el antiguo Palacio Presidencial en 1959. Unos versos conocidos por la mayor parte de nuestro pueblo, unos versos patrimonio de la Patria nuestra, socialista, un texto sembrado en lo más hondo del corazón de Cuba y de muchos cubanos.
El poema es largo, y no puedo dejar de mostrar con unas estrofas, el aliento inspirador que lo define, el amor por la Patria y nuestra bandera de la estrella solitaria:
Al volver de distante ribera,
con el alma enlutada y sombría,
afanoso busqué mi bandera
¡y otra he visto además de la mía!
¿Dónde está mi bandera cubana,
la bandera más bella que existe?
¡Desde el buque la vi esta mañana,
y no he visto una cosa más triste...
Un poema cuya última estrofa aún retumba en nuestros oídos y se repite y repite una y otra vez, con el ímpetu de nuestra cubanía.
Si deshecha en menudos pedazos
llega a ser mi bandera algún día...
¡nuestros muertos alzando los brazos
la sabrán defender todavía!...
Una estrofa que la Revolución Cubana ha hecho suya, gloria para el poeta, un poema que a nuestro pueblo le pertenece desde hace muchos años y que es, sin lugar a equivocarnos, de unos versos cálidos y profundos, que encierran la fuerza de nuestro inquebrantable grito de “¡Patria o Muerte!”, en este julio de aniversarios.
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