BNC: Don Quijote, el estilo, y Cervantes / Por Toni Piñera


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Don Quijote, ballet creado en 1869 por Marius Petipá y con música de Ludwig Minkus, sufrió con el devenir de los años cambios. El primero fue hacia 1871 realizado por el propio autor y, más tarde, cuando en 1900 el coreógrafo Alexandr Gorski le aportó más coherencia al guión y más participación al Quijote. Además de que Gorski junto con los diseñadores Konstantin Korovin y Alexandr Golovin españolizaron algo más el vestuario y la escenografía.

Es precisamente en el Don Quijote de Petipá-Gorski en el que se han basado, en los últimos tiempos, las compañías en su montaje. Como por ejemplo, la versión de Nureyev (1966) para el teatro de la Opera de Viena; la del yugoslavo Zarko Prebil, en el teatro San Carlos, de Nápoles (Italia) —también la tiene el teatro Colón de Buenos Aires—, y la de Mijail Barishnikov en el American Ballet Theatre. Y también la del Ballet Nacional de Cuba (BNC), la primera realizada por hispanoparlantes, en 1988. Basada en algunos capítulos de la obra de Miguel de Cervantes y Saavedra, la versión del BNC cuenta con la dirección artístico-coreográfica de Alicia Alonso y coreografía de Marta García y María Elena Llorente.

Trabajada sobre la hermosa partitura de Ludwig Minkus, el Don Quijote cubano ganó en coherencia, es más corto —dos horas y cuarto— y está más cercano a nosotros (Salvador Fernández, guionista y diseñador de la pieza, lo situó a principios del siglo XIX, durante la invasión francesa a España, para tener la oportunidad de utilizar a Goya desde el punto de vista plástico. Lo que resultó un buen acierto. Por eso, desde que se descorrió el telón en julio de 1988, despertó la admiración de muchos la funcional y dinámica escenografía, así como el vestuario, que sin deslumbramiento daba el toque de efecto... El primer acto tiene vida, es el inicio de la ambientación en una plaza. La luz cambia, se realza la figura del Quijote, quien sigue tras las huellas de su amor: Dulcinea. Desde el propio prólogo se observa una diferencia con otras puestas. Hay mucha alegría —es contagioso el optimismo producido por la música de Minkus—, y los jóvenes —una gran parte presentes en casi todos los papeles, y también en el cuerpo de baile— participan por vez primera en el clásico.

Gala Primero de Enero

Don Quijote abrió las puertas del 2018 en la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso (GTH), que una hora antes fue testigo, en la escalera de acceso a los salones, de la develación de la impresionante escultura en bronce fundido de la prima ballerina assoluta Alicia Alonso realizada por el artista José Villa, Premio Nacional de Artes Plásticas, quien ha dejado sus huellas en disímiles piezas en el volumen en la Isla. Allí, donde tanto ha bailado en el tiempo y regalado lo mejor de su arte, quedó perpetuada para la eternidad, para enaltecer a la importante institución que lleva su nombre.

Ese primer día del año, es tradición ya en el GTH Alicia Alonso, la Gala que celebra un nuevo aniversario de la Revolución Cubana. Don Quijote fue la obra seleccionada para tan magna ocasión. Vistieron los protagónicos esa ocasión los primeros bailarines Anette Delgado (Kitri) junto con Joel Carreño (Basilio), quienes ofrecieron escenas memorables. Radiante, grácil, ella fue paradigma de la pasión. Su actuación deslumbrante, dio luz a cada acto viviendo con fruición cada momento con esa técnica que la acompaña. Desde su salida, en el primer acto, con saltos que desafían la gravedad, en esa dificilísima diagonal con constantes giros que exigen velocidad y milimétrico ajuste, con su coqueteo elegante/persuasivo y la extensión de sus posiciones, ella iluminó la escena. En el segundo, hay una larga escena donde el Caballero de la triste figura, en que cansado de sus andanzas, cae en un sopor en el que sus anhelos se tornan realidad... Allí, la protagonista se transformó en  la sublimada visión de su amada ideal, Dulcinea. Etérea, como su sueño, bailó en ese entorno con el Amor y las Dríadas, en el más puro estilo clásico. Kitri/Dulcinea son los polos opuestos, demostrando un estilo que es menester lo estudien los noveles bailarines. Ella, Viengsay y Sadaise son las bailarinas de donde beben hoy las jóvenes generaciones para llegar a ser y mantener una tradición que NO puede perderse. Eso es primordial mantener porque, el ballet clásico, es, ante todo, un acto de estética, de buen gusto, y como tal hay que enaltecerlo, como premisa de una Escuela Cubana de Ballet que debe mantenerse y enriquecerse con cada generación.

Mientras que en el Grand pas de deux del tercer acto brilló con detalles propios en su variación y el baile conjunto. Tiene un modo singular  de ralentar el estiramiento de los developpés, un eje preciso en los giros, puntas de acero en los piqués.... Todo con suma soltura, aun en los instantes de mayor bravura. Ella ha sabido absorber la mejor de las fuentes para alcanzar una fresca imagen que crece en el tiempo con sello y personal expresividad.

Humor, agudeza, técnica y sobre todo... estilo

Junto a ella, el primer bailarín cubano Joel Carreño, quien en una pausa en el Ballet de Noruega donde se desempeña desde hace algunos años, regresó a danzar con su compañía —algo importante también para los jóvenes, quienes pueden mirarse en ese espejo de estilo—, fue vibrante como el jocoso Basilio del primer acto, donde entre juegos/bromas, se incluye una variación de especiales características que sorteó con fuerza/experiencia. Amén de sus dotes de partenaire, ambos armaron una pareja de altos quilates. Él regaló a su papel humor y sutil agudeza. Y con sus recursos técnicos —de amplio espectro—, cargó la escena de emoción, lanzándose a una coda explosiva, saltos audaces y giros que mantuvieron en vilo al público hasta llevarlo a eclosionar en largas ovaciones.

Valgan estas consideraciones a dos grandes del BNC actuales, para acercar el comentario a un tema tan importante como el ESTILO, en cuestiones de ballet clásico/danza. Pues tiene muchas otras vertientes en moda, literatura, teatro, cine..., hasta la propia vida. Y es, en pocas palabras, el sello de lo que se hace, la forma que se le impone a algo, la manera de proceder, actuar, vivir, y en el caso que nos ocupa: bailar una determinada obra con sus características dadas, por la época, el autor... Cada uno tiene su estilo, que es en buena medida el alma de la coreografía/obra, esa que deben atrapar los danzantes/artistas para vestirla en la dimensión precisa, con las características propias del tiempo en que fue creada. Es, haciendo un símil, el lenguaje correcto, la palabra precisa en el habla.

Es, pues, menester, tocar este acápite de vital importancia para los noveles bailarines que comienzan a incursionar en las diferentes obras del universo balletístico que, muchas vienen de otros siglos. El mundo ha cambiado, máxime a partir de la segunda mitad de la pasada centuria. Y el estilo es, a fin de cuentas también, una manera de enfrentar la vida, ya sea cotidiana, o si es artista, en esa otra realidad llamada escena. Por eso, es vital cuidar al máximo la forma de actuar. Ya que si su conducta en el día a día, no es la correcta, acorde a los cánones exigidos, sus modales, forma de proceder..., y desbordan los límites establecidos: sea en el vocabulario, acciones, gestos..., es muy difícil llevar de pronto a las tablas un estilo muy diferente al que la realidad le tiene acostumbrado. Porque es su manera de vivir la que lo marca.

Desgraciadamente, en nuestra sociedad, en los últimos tiempos hay un resquebrajamiento de valores —algo visible también a nivel mundial—, pero que en nuestro caso permea la cotidianeidad en gran medida: en el comportamiento de algunos, la manera de hablar, de vivir en el amplio sentido, que afecta las mejores costumbres exhibidas por los cubanos, el respeto, la ética, las virtudes culturales y la educación de nuestro pueblo, que se ve arrastrar por algunas conductas inapropiadas, en un país que ha hecho y dado tanto en estos rubros en el tiempo. Una cosa es lo popular —que nos caracteriza en el buen sentido del término—, a lo populachero, la vulgaridad y chabacanería que va permeando a una cada vez mayor cantidad de personas, desgraciadamente, de todas las edades, y no solo a los jóvenes.

Los artistas son parte del pueblo, y, es importante saber delimitar las fronteras, comportarse. Pues, toda vez que su proceder sea el correcto y su manera de "vivir", la apropiada, correspondiente a un ciudadano de bien, no hay problemas. Pero, a veces, hay rasgos, formas que van sedimentándose —sin darnos cuenta— en la personalidad, de tanto verlas, "respirarlas" a nuestro lado.

Y es ahí donde llega el momento de hacer un alto, darnos cuenta, reflexionar. Para poder discernir y cambiar el rumbo, pero además, en el momento indicado, estudiar a fondo la manera de bailar/actuar en cada obra. Para ello están los profesores, maîtres que deben esculpir en ellos la palabra precisa con la que abordar y hacer frente a los personajes de cada época, con su lenguaje idóneo, es decir el estilo que lo viste, ellos también, cada vez son menos para hacer frente a este mal.

A veces, en el fragor de la actuación se olvida y aparecen rasgos, gestos, formas que no se corresponden a lo que allí acontece en tiempo/espacio, y vienen los problemas de estilo, que con el tiempo, si no hay una sabia dirección/corrección se van estableciendo como algo normal. Nada más lejano. Es ahí precisamente adonde no se puede llegar, porque echaríamos por tierra un logro/sueño hecho realidad con mucho esfuerzo, que pronto cumplirá sus 70 años: la fundación de nuestro Ballet Nacional de Cuba (algo insólito en esta parte del mundo), y su consiguiente Escuela, que es orgullo y Patrimonio de todos nosotros, los cubanos. Algo que se exhibe por doquier, haciéndonos brillar en el espectro artístico.

Cada novel bailarín junto a cada profesor/maître/ensayador debe encaminar/estudiar a fondo su actuación, su conducta cotidiana, su manera de bailar y moverse en la escena para no llevar a las tablas ningún gesto, manera o forma de actuar ajena a lo establecido en la coreografía en cuestión. Es una labor conjunta, de todos los que de una forma u otra nos implicamos en este universo.

Y es algo que sucede, con mayor o menor frecuencia en la escena, por los más jóvenes, que tienen poca referencia a su lado, de aquellos que estuvieron antes, por diferentes razones. Por ello, debe ponerse como práctica cotidiana de todos: la educación y la manera de comportarnos, para ser cada vez mejores personas, y, por consiguiente, mucho mejores artistas.

Cervantes y sus personajes

En una de las funciones del ballet Don Quijote, y aprovechando la ocasión de mostrar en la escena del GTH Alicia Alonso a uno de sus "hijos" predilectos, quedó inaugurada una singular exposición: 16 personajes que maravillan  y... Miguel de Cervantes, que rinde homenaje a uno de los más grandes autores de la Literatura española y universal.

Precisamente en el vestíbulo de la sala García Lorca, donde tiene lugar la larga temporada del clásico, se ubican los 9 módulos-libros que, repletos de imágenes/textos recrean importantes personajes creados por Cervantes. A través de ellos se puede recorrer el camino trazado en las letras y esculpir hoy, a más de 400 años de su muerte (1616-2016), la inmensa figura que representa este escritor para la Humanidad.

Producida  por Acción Cultural Española, y coorganizada por la embajada de España en Cuba y el GTH Alicia Alonso, la muestra rinde homenaje al célebre autor, al mismo tiempo que visualiza, didácticamente la creación literaria de Cervantes y su universo.

Laberintos de naipes, ovejas de madera, peces, máscaras que son símbolos del creador, espejos, adornos de vidrio..., escoltan con buen gusto y elegancia, los dibujos de los figurines de los personajes de Cervantes, realizados por Pedro Moreno (Premio Nacional de Teatro de España, 2015) que enarbolan los libros de esta grata exposición, cuya comisaria Rosa Navarro Durán, catedrática de Literatura Española de la Universidad de Barcelona (España) ha acompañado a la Isla, donde peregrinará por distintas provincias cubanas, después de despedirse del teatro habanero. Antes de la escala cubana ha visitado otros países "acercando a los pueblos a personajes que forman parte del universo Cervantino", como señaló el día de inauguración el embajador de España en Cuba, el Sr. Juan José Buitrago de Benito.

Fotos: Nancy Reyes y Buby


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