Múltiples esteras de luz pobladas de insulsas emociones contaminan la mirada de los lectores contemporáneos. Son, entre muchas otras, la engañosa publicidad vertida como mamparas de pensadas curvas, edificadas para multiplicar en la sociedad trazos inconclusos ante lo sustantivo, venidos de los mensajes fugaces, inocuos, de calculada intencionalidad.
Estos son tan solo parte de los pilotes narrativos del filme Blackfish (2013), obra de la cineasta estadounidense Gabriela Cowperthwaite. La documentalista lo ha montado como ventanas superpuestas narrado in crescendo, en muchos puntos climáticos. Un texto de singular temática, entretejido también por un abundante testimonio de valor documental donde la retórica es secundada por el discurso de icónicas imágenes y sonidos tomados de la realidad.
Blackfish, es un documental de agudos relatos que habita en el texto cinematográfico. Una puesta cinematográfica entretejida con sabia narrativa donde su autora apela a los descartes y las exigidas piezas de renovado acento, zurcidas con un discurso contundente, contrastable, agudo. Todos estos recursos son tomados para entregarnos una obra mayor, de prominente factura.
Los primeros acordes del documental se revelan con un contundente y estremecedor prólogo. Una apertura subrayada por una banda sonora desprovista de los artificiosos recursos de las nuevas tecnologías. A fin de cuenta los instrumentos acústicos bastan para subrayar en el lector fílmico emociones, ritmos, cadencias o el esperado sentido del tiempo donde convergen todo, entre un corte y el otro.
Vibrante, emotiva, seductora, así se revela la música de este virtuoso documental en el primer tercio, pensado para atrapar a ese espectador cautivo que transita por los anquilosados cercos de las miradas inconclusas. Una lograda obra de no ficción desatada por la sobriedad de una puesta, por el sentido compromiso de sus creadores empeñados en mostrarnos los relieves de un escenario vendido como un ensueño.
Cowperthwaite retrata el mundo de las ballenas en cautiverio y lo hace serruchando los pilotes de un argumentario global sostenido por las empresas del “divertimento” que nos venden estos espacios como de “buen ocio, de sano recreo, de singular espacio para el aprendizaje”. Una experiencia claramente efímera que los asistentes resuelven congelar en una foto, un video doméstico, un selfie.
Un prominente grupo de adiestradores de ballenas, de cazadores de estos cetáceos es convocado a participar en este filme, resuelto también con el testimonio de investigadores marinos y veterinarios especializados en neurología. Subrayo esta última área científica pues nos aporta varias ideas, esenciales para entender el entramado de estos excepcionales animales en el contexto de estos espacios cerrados. Con este material fílmico se nos revela que las ballenas tienen un cerebro muy desarrollado, capaces de procesar emociones, apegadas también a las prácticas sociales.
Los testimoniantes que nos aportan valores, historias, conocimientos, moran en los pietajes de este filme ocupando diáfanos espacios narrativos, superpuestos ante un discurso que apunta a empresas norteamericanas como Sea World, Sealand del Pacífico o Loro Parque, esta última afincada en Tenerife, Islas Canarias.
Estos emporios desarrollan prácticas nocivas que ponen en entredicho la ética del ser humano en relación con la naturaleza, en detrimento de la libertad y el desarrollo de las ballenas atrapadas para complacer el gusto mediocre, el espectáculo fácil, el divertimento fugaz.
¿Cuál es el punto de partida de este filme? Varios entrenadores y cuidadores de las orcas en cautividad han sido atacados por estos cetáceos. La autora del filme indaga sobre esta reiterada noticia explorando el mundo interior de estos escenarios y las prácticas a las que son sometidas las ballenas, para complacer a los espectadores que degustan estos “divertimentos”.
Las escenas que secundan el armazón de estos parques acuáticos son escritas como puestas en escena. La documentalista va escribiendo una lógica, un sentido narrativo. Apela a la entrevista como resorte cardinal del filme documental pues los argumentos son imprescindibles para llegar a los lectores fílmicos, a todos.
Desmontar los comportamientos agresivos de estas ballenas es vital en Blackfish. Son cetáceos sometidos a castigos o separados de sus crías, privados de estar en los mares que constituyen su hábitat natural. La emotividad, el cuidadoso criterio de selección de las imágenes, los momentos de expectación, de emotividad, son parte de las estrategias discursivas del filme que toca las fibras y el pensamiento de los que aún no han podido conocer los valores culturales, periodísticos y cinematográficos de esta pieza documental, que yo recomiendo leer con especial mirada.
Nota:
Blackfish será presentado este miércoles 14 de septiembre a las 10:00 p.m. en el programa Pantalla documental del Canal Educativo de la Televisión Cubana, un espacio fundado por el prestigioso cineasta cubano Octavio Cortázar.
Equipo de realización de Pantalla documental:
Guión y dirección: Yosiris López-Silvero.
Producción: Antonio Daumy.
Asistente de dirección: Artímides Ramírez.
Asesor: Omar Fontes.
Edición: Ariam Castro Fraga.
Conducción: Alain Amador Pardo.
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