Así, el de soberbia lengua, consideraba José Martí a Baudelaire, este poeta francés nacido en París en 1821 y fallecido en 1867, que no vaciló ni un instante en denunciar con expresiones audaces, el mundo hastiado que le tocó vivir y que le granjeó aberrantes enemigos.
Algunos jóvenes poetas cubanos se me han acercado interesados en indagar en la vida y obra de este poeta francés, pues quieren participar en la Convocatoria a la Antología “Mil Poemas a Baudelaire” que anuncia el conocido poeta y promotor chileno, Alfred Asís.
Este Proyecto, a manera de Antología, es similar al de “Mil Poemas a José Martí” que fue un éxito de convocatoria a nivel planetario y donde escritores cubanos de distintas generaciones y muchos otros, de más treinta países, participaron con verdadero entusiasmo.
Para estos jóvenes poetas escribo este artículo. Espero se sientan motivados y escriban interesantes textos. La Antología, desde Isla Negra, en Chile, espera por ellos. La convocatoria cierra en el mes de abril.
Fue la existencia de Baudelaire, muy dolorosa y triste. La vida bohemia, la droga, los ambientes prostituidos desde muy joven y el tedio que lo abrazaba, hicieron de él una de las figuras más interesantes de su época.
Mi juventud no fue sino una tenebrosa borrasca
atravesada aquí y allá por brillantes soles
El trueno y la lluvia ha hecho tal desastre,
que restan en mi jardín muy pocos frutos bermejos…
Estos versos pertenecen a su obra cumbre Las Flores del Mal, publicada en 1857, después de ser obligado el poeta, a retirar algunos de los textos del poemario. Parecía que sus versos estaban cincelados en mármol blanco, decía nuestro Héroe Nacional.
Los poemas escandalizaban a la burguesía, alentada por un artículo que apareció en El Fígaro y que echaba leña al fuego.
Es considerado Baudelaire, el profeta de la poesía moderna. Fue este cantor, un personaje muy popular en los Círculos artísticos de Paría.
Solo vivió 46 años, tan intensos, que se podía decir, que había llegado bastante joven al otoño de sus ideas, al ser capaz de emplear la palabra y el rastrillo para acomodar lo que él llamaba, las tierras inundadas donde el agua horadaba hoyos grandes como tumbas.
La obra de arte, para él, no debía imitar ni reproducir la realidad, sino ofrecer una visión interior donde la imaginación jugaba un papel muy importante.
Cuentan sus biógrafos, que las primeras letras las recibió de su padre, un ex seminarista y preceptor que cultivó el dibujo y la pintura, artes que también practicó el hijo junto a la música. Fue Baudelaire, un gran crítico artístico.
Wagner, decía, era la síntesis de un arte nuevo y la crítica, un diálogo con el universo. La música me coge como un mar, decía.
Edgar Allan Poe, fue para él, importante referencia, su precursor. Baudelaire lo tradujo y lo estudió a profundidad.
Dicen los investigadores, que aprendió del autor de El Cuervo, lo que se puede llamar el poder divino de la imaginación. Fue un hábil cultor de las correspondencias entre los elementos del mundo natural y sensible y las del mundo espiritual y eterno.
Los simbolistas Rimbaud, Verlaine y Mallarmé, mucho deben a Baudelaire.
Abre el autor de Las Flores del Mal, el camino hacia un nuevo universo poético. Cierra el período romántico y da paso a la modernidad.
¿Qué cosa era para Baudelaire, lo nuevo?
Para el poeta lo nuevo era lo concreto y cotidiano.
La necedad, el error, el pecado, la tacañería
ocupan nuestros espíritus y trabajan nuestros cuerpos
y alimentan nuestros amables remordimientos
como los mendigos nutren sus miserias.
El culto a las imágenes era su única y primitiva pasión.
Barbey d´Áurevilly lo llega a considerar como el Dante de una época decadente.
T.S.Eliot expresaba, que era un genio que mostraba un virtuosismo técnico imposible de subestimar. Se sentía la influencia de Baudelaire más allá de sus fronteras.
Sus cánticos llegaron a América.
El movimiento Modernista se enriqueció con sus versos.
En Cuba, José Martí, Julián del Casal y Enrique José Varona, apreciaron la trascendencia de sus expresiones poéticas.
Para Octavio Paz, cada poema de Baudelaire es una lectura de la realidad, esa lectura es una traducción, esa traducción es una escritura, un volver a cifrar la realidad que descifra. El poema es el doble del universo.
Para el profesor J. M. del Águila Gómez de la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica, Baudelaire como nosotros, pertenece a una contemporaneidad surgida de la Revolución Francesa de la que está tan cerca y que en su época invadía de tensiones y tópicos las conciencias. Vive el poeta en un mundo en completa transformación y con sus flores malsanas, sus pequeños poemas en prosa y sus grandes críticas, demuestra la importancia de la actuación política y social del hombre, ante las realidades que le rodean.
De esta manera expresa que el francés, se protege de la mediocridad ambiental y agrega: “en este contexto, desde su distanciamiento, persigue un ideal estético basado en la originalidad creadora, la búsqueda de una poesía autónoma y visionaria al servicio exclusivo de la revelación y la evocación del ritmo misterioso del universo”.
En estos poemas malsanos, se presenta Baudelaire, como un ser maldito, impugnado por la sociedad burguesa, mientras anhelaba lo bello precisamente en lo no bello y avanzaba a nuevos espacios de creación a través de intrépidas imágenes de carácter sensorial representadas en la desordenada vida espiritual del hombre moderno.
Tus ojos son la cisterna donde beben mis hastíos
El poeta de aquel tiempo, sentía un frío tenebroso que le envolvía el alma. Una época llena de espanto, naciones corrompidas, mientras el dolor era la nobleza única:
¡Es el diablo quién empuja los hilos que nos mueven!
El poeta se asemeja al albatros, ese príncipe de las nubes que en el suelo, sus alas de gigante son las que le impiden volar
¿Y quién sabe de las flores nuevas con que sueño encontrarán en este suelo lavado como una playa el místico alimento que haría su vigor?
¡Oh dolor! ¡Oh dolor! ¡El tiempo devora la vida! Y el oscuro enemigo que nos roe el corazón con la sangre que perdemos crece y se fortifica.
Es Baudelaire, el creador de cada instante de la vida, el poeta del hombre embriagado por su sombra que lleva para siempre un castigo por haber querido cambiar de sitio; es el creador del alma rajada, el que muere sin moverse entre inmensos esfuerzos, el que tiene más recuerdos que si tuviera mil años.
Se hacía necesario alcanzar sin esfuerzo el lenguaje de las flores y de las cosas mudas.
Siempre creyó, que el hombre debía ocuparse no solo en cultivar la belleza, en satisfacer sus pasiones, sino en sentir y en pensar.
Una nueva teoría de la creación poética se halla en la obra del parisino.
El arte puro en su concepción moderna, era para él, crear una magia sugestiva que contenga al mismo tiempo el sujeto y el objeto.
Quiso que todo ser humano recordara, que en la locura hay grandeza y fuerza en el exceso.
Amó el recuerdo, las grandes creaciones de la humanidad. Decía que era un pintor que creaba sobre las tinieblas., mientras el tiempo injurioso cada día brota con su ala dura como negro asesino de la vida y del arte.
Yo soy como un rey de un país lluvioso, rico, pero impotente,
joven y no obstante, antiquísimo.
En 1867 murió. El cementerio de Monparnasse recibió sus restos.
Su obra Las Flores del Mal, es un texto clásico de la literatura universal. Lo dedicó a su querido y muy venerado maestro Theófilo Gautier, al que llamaba “el perfecto mago de las letras francesas”. Le entrega sus sentimientos y su más profunda humildad.
Quedaban atrás sus años de primera juventud, sus fallidos estudios en Lyon, su vida libertina y su participación en la Revolución de 1848. Su obra completa incluyendo su epistolario, fue publicada en 1872
Debemos como él decía, rendir un homenaje a la juventud, a lo que él llamaba la santa juventud, sus perfumes, sus cánticos, sus dulces colores.
Queda junto a nosotros la fuerza sublime y diabólica de sus versos con la filosofía de la conciencia en el mal, con todo su idealismo vigente en este siglo y ante una humanidad amenazada por nefastos impulsos imperiales. Baudelaire no ha muerto. A tantos años, aún nos sigue convocando.
Mientras haya dolor e injusticia, el verso de Baudelaire clamará por una realidad diferente que no devore la fragancia de la vida y el amor.
¡Oh muerte, soberana capitana
sumergirnos en el fondo del abismo
Infierno o Cielo ¿qué importa?
hasta el fondo de lo desconocido
para encontrar lo nuevo!
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