Este 24 de junio se cumple el Bicentenario de la Batalla de Carabobo (1821), epopeya militar que marca la culminación de la contienda independentista en tierra venezolana. En ella se destacaron próceres como fueron, entre muchos otros, Páez, Cedeño, Plaza, Pedro Camejo, Urdaneta y, en especial Simón Bolívar, como el gran estratega.
Mas, ¿cuáles fueron sus antecedentes y desarrollo? ¿En qué se cimentó su triunfo final?
Acuerdo de Armisticio y Tratado de Regulación de Guerra
El 26 de noviembre de 1820 se firma un acuerdo de Armisticio y Tratado de Regulación de guerra entre patriotas y realistas (tropas colonialistas hispanas) mediante el cual se suspende la guerra por seis meses, ratificado en entrevista del día siguiente entre Bolívar y el oficial español Morillo; este último, un hombre reconocido por su capacidad como militar, y a la vez por ser implacable como enemigo, y por tener un concepto sumamente rudo del mando. Dicho acuerdo favorece los planes con miras a la liberación de Venezuela.
En esta etapa, Bolívar ha logrado reunir y liderar sin contratiempos al más grande y eficiente de los ejércitos, organizar con suma diligencia la tregua del armisticio, la distribución del dinero enviado por Santander, y las aspiraciones y empeño de Páez en adiestrar mejor sus cuerpos en Apure. En suma, se había capacitado por vez primera, con mejor disciplina y nuevos métodos al ejército que iba a cerrar la etapa iniciada años atrás.
Geografía de la batalla
La región donde se libra la Batalla de Carabobo es una pequeña llanura bordeada al norte y al oeste por numerosas colinas y cerros al suroeste de la ciudad de Valencia, Venezuela. Al norte limita con la quebrada de Las Manzanas y la de Carabobo, que da nombre el campo, la que baja de la montaña al lado de la Colina del Chaparral.
Simón Bolívar, El Libertador, define la estrategia de ataque
El Libertador planifica la reunión de su ejército con los de Páez y Urdaneta en el centro del país para, en un mes, movilizar las tropas hasta San Carlos. En total se concentran 6 500 hombres provistos de armamento, cabalgaduras y provisiones.
Organizado en divisiones, la vanguardia libertadora avanza y se apodera de Buenavista, zona que dista más o menos una legua de Carabobo.
“Desde tal sitio –explica el general Briceño Méndez en sus memorias–, observamos que el enemigo estaba preparado al combate y nos esperaba formado en seis fuertes columnas de infantería y tres de caballería, situadas de manera que mutuamente se sostenían para impedir nuestra salida a la llanura”. Y agrega: “El camino estrecho que llevábamos no permitía otro frente que, para desfilar, y el enemigo no solamente defendía la salida al llano, sino que dominaba perfectamente el desfiladero con su artillería, con una columna de infantería que cubría la salida y dos que la franqueaban por derecha e izquierda”.
Bolívar se percata sobre la imposibilidad del ataque frontal y de que precisamente, la ocupación de la llanura fue una medida de previsión del mariscal realista La Torre para obligar a su contrario a combatir como él quería. Aquello alteraba la norma común del Libertador de obligar siempre al enemigo a la lucha, pero en las condiciones que él imponía.
La maniobra envolvente la cumplirían Páez, Plaza, Cedeño, Feriar y Rondón. Páez, en su división lleva a Los Bravos de Apure, al Batallón Británico y a mil jinetes; Cedeño, al frente de la segunda división, comanda al Tiradores, junto al de Las Heras y al Boyacá, con Feriar; Arismendi comandaría al Escuadrón Sagrado. La tercera división la componían los batallones Granaderos de la Guardia con Juan Uslar; Rifles, con Arturo Sandes; Anzoátegui, con El Vencedor junto a José Ignacio Pulido, y el Regimiento de Lanceros que mandaba Rondón. Ambrosio Plaza era el jefe de la tercera división.
La Batalla
El 24 de junio de 1821 en la llanura de Carabobo, se enfrentan los dos bandos. Bolívar confía la jefatura de las divisiones a Páez, Cedeño y Plaza. Mariño es jefe del Estado Mayor. Pedro Briceño Méndez es responsable de la logística.
Los llaneros de Páez marchan bajo fuego enemigo por la Pica de la Mona. Eran desfiladeros que en ciertos sitios no permitían más de uno en fondo. Las divisiones inician la acción envolvente ante el asombro del jefe militar español La Torre que no apreció la importancia del ataque por el flanco derecho.
Finalmente, el ejército realista en Carabobo tuvo las siguientes pérdidas, entre muertos, extraviados y prisioneros: 2 jefes, 43 capitanes, 77 subalternos y 2 785 individuos de tropa. Las pérdidas de los patriotas no se contaron, pero debieron ser alrededor de 200 muertos y heridos, según señaló Bolívar en su comunicación al Presidente del Congreso de la Gran Colombia.
Tras el triunfo en Carabobo…
…suceden la rendición de La Guaira, la capitulación del realista Pereira, la toma de Cumaná y la capitulación de Cartagena. A mediados de 1823 quedan libres las provincias de Coro y Maracaibo y, en noviembre del mismo año, Páez ocupa Puerto Cabello, última plaza realista en Venezuela.
A partir de ese momento El Libertador procede a organizar el ejército del sur, desde la zona de Trujillo. Es entonces que se dirige al general José de San Martín y le afirma que su primer pensamiento cuando vio el triunfo en Carabobo fue que: “Nada me sería más grato que ir al Perú”. En iguales términos hizo también referencia sobre Chile.
Así, la idea de El Libertador, anunciada años atrás en Jamaica, va cobrando gran envergadura al considerar que su patria era la América y que los pueblos explotados de nuestra América tenían que ser liberados del yugo colonial.
Con fecha 6 de julio, el mariscal La Torre expresó en una nota enviada a Bolívar lo siguiente:
Excmo. Señor: “Ha llegado a mí noticia que por V. E. han sido tratados con toda consideración los individuos del ejército de mi mando que han tenido la desgracia de ser prisioneros de guerra. Doy a V. E. las debidas gracias por este rasgo de humanidad, que me hace disminuir el sentimiento de la suerte de dichos individuos; esperando que continuará V. E. de este modo dando pruebas nada equívocas de que hace renacer las virtudes sociales que habían desaparecido por el enardecimiento de las pasiones que han desolado estos fértiles países”.
Aún continúa la llama de la guerra en las zonas de Coro y Maracaibo, y Páez tomará el Castillo de Puerto Cabello en noviembre de 1823, cerrando para siempre el proceso de la emancipación política, al mismo tiempo que Bolívar se dispone a eliminar de traidores el cuadro político del Perú, donde la oligarquía limeña aspiraba a la independencia sin combatir contra España.
La más honda y noble manifestación que surge después del triunfo de Carabobo, se debe al Libertador. Desde Valencia se dirige al Presidente del Congreso de la Gran Colombia al que le expone:
“(…) la sabiduría de tal cuerpo está de acuerdo con las leyes existentes, y ese favor puede y debe extender su beneficencia sobre los futuros colombianos que son recibidos en cuna cruel y salvaje (…) Los hijos de los esclavos que en adelante hayan de nacer en Colombia deben ser libres, porque esos seres no pertenecen más que a Dios y a sus padres, y ni Dios ni sus padres los quieren infelices (…) El Congreso pues, debe decretar la libertad absoluta de los que nazcan en territorio de la República (…) conciliándose los derechos posesivos, los derechos políticos y los derechos naturales (…) como recompensa de la Batalla de Carabobo, ganada por el Ejército Libertador, cuya sangre ha corrido por la libertad”.
Tal aspiración de Bolívar no era nueva, pues mucho antes en el tiempo, desde su Cuartel General de Carúpano, el 2 de junio de 1816, decretó la libertad absoluta de los esclavos y el deber de todo hombre, desde los 14 hasta los 60 años de edad, de presentarse en su distrito para su alistamiento junto a las banderas de la República.
Así, con fecha 6 de julio, en proclama a los habitantes de la provincia de Caracas, destacó con suma elocuencia:
“La naturaleza, la justicia y la política, piden la emancipación de los esclavos: de aquí en adelante sólo habrá en Venezuela una clase de hombres. Todos serán ciudadanos”, al igual que el 16 de julio de 1818, desde Angostura, en nota al Presidente de la Alta Corte de justicia, le reiteraba su decisión con vistas a la liberación de los esclavos y las oportunidades en que la había decretado. Finalmente le exponía: “Nadie ignore en Venezuela que la esclavitud está extinguida entre nosotros”.
Algunos apuntes históricos importantes
Venezuela alcanzó su definitiva independencia en 1821, con la Batalla de Carabobo, después de una prolongada y cruenta guerra, aunque la formación histórico-jurídico del nuevo Estado se inició el 19 de abril de 1810. Para entonces, el Ayuntamiento caraqueño había desconocido la autoridad del capitán general Vicente Emparan, formando una Junta Defensora de los Derechos de Fernando VII. Un año después, un Congreso de diputados de la mayoría de las provincias sujetas a la Capitanía General de Venezuela, proclamaban su independencia.
En el aspecto de la integración territorial venezolana, la geografía actuó como factor integrador, más que la historia, aunque es indudable que algunas decisiones y oportunas peticiones acordadas por el Cabildo de Caracas, influyeron para convertir a esta ciudad en el eje privilegiado y aglutinante de este proceso. Así, en 1776 fue creada la intendencia, y en 1777, la Capitanía general de Venezuela, que centralizaba el poder militar en Caracas. La Real Audiencia de Caracas, establecida en 1786; el consulado, en 1793; y el arzobispado en 1804 completaron la integración de la territorialidad venezolana.
De esa forma Venezuela nacía, según su Constitución de 1811, con los límites legados por el ordenamiento jurídico español, particularmente, los que correspondían a la capitanía general y a la audiencia de Caracas. No obstante, al igual que para el resto de las jóvenes repúblicas hispanoamericanas, no fue fácil delimitar con precisión las fronteras nacionales. Las grandes distancias, las dificultades de comunicación, la escasa población y, sobre todo, la falta de integración económica, fueron elementos que dificultaron durante el siglo XIX su unidad política y su configuración territorial.
Ciertamente, Venezuela obtenía su independencia en 1821, pero nacía como parte de la Gran Colombia, proyecto político unitario bolivariano conformado, además, por Ecuador, Colombia y el área de lo que hoy es Panamá. En 1830 se separaron esos países retomando Venezuela los límites bajo los cuales la Corona española fundó la Capitanía General de Venezuela. El Estado español había ratificado tales límites posteriormente, en 1786, con la Real Orden que creaba la Audiencia de Caracas.
La consolidación del Estado venezolano fue una de las más lentas y conflictivas en América Latina. Durante casi un siglo el país se vio asolado por fuertes tensiones sociales y guerras civiles. Tan traumático como fue el proceso de consolidación del Estado nacional, resultó el de demarcación de sus límites, no obstante, los documentos jurídicos españoles y los precedentes históricos que demostraban, en la mayoría de los casos, la validez de las tesis venezolanas. Venezuela perdió así casi la mitad del país en el proceso de demarcación de fronteras con Brasil, Colombia e Inglaterra.
Igualmente, vale la pena rememorar una anécdota, entre muchas otras, que confirman la estatura digna y valiente de El Libertador. Es la siguiente:
Consciente el general realista Pereira de la derrota de Carabobo, este deambuló por el litoral buscando una salida hacia Puerto Cabello o una embarcación que también le condujese a ese puerto. Bolívar envió en su persecución a Manrique, a Silva y a Ibarra, a la vez que le dirigió al oficial realista una comunicación en la cual le ofrecía capitulación honrosa, reiterándole los sentimientos de filantropía y liberalidad que animaban al Gobierno. Bolívar le expresó, además: “Cuando un oficial ha llenado como usted sus deberes aún más allá de lo justo, es una loca temeridad no ceder a las leyes imperiosas e irresistibles de la fuerza y de la necesidad”.
Pereira responde, y Bolívar le envía las bases de la capitulación. Seguidamente, El Libertador acata las modificaciones que hace el jefe realista y le afirma que debe ir un oficial a hablar con él acerca del cumplimiento del pacto “con la inteligencia de que en el término de dos horas debe ser ocupada la plaza por las armas de Colombia”.
Finalmente, Pereira es conducido a Puerto Cabello tras firmar la capitulación. Tiempo después fallece en ese puerto como consecuencia de la fiebre amarilla.
José Antonio Páez, “El Centauro de Los Llanos” de Venezuela
El pasado trece de junio se conmemoró el Aniversario 230 del Natalicio de José Antonio Páez Herrera (1790-1873), más conocido como El Centauro de los llanos. Oriundo de Curpa, estado actual de Portuguesa, fue uno de los más reconocidos jefes militares de la hermana nación sudamericana durante su lucha independentista.
El general Páez tuvo gran participación en las batallas que dieron la libertad a Venezuela junto al Libertador Simón Bolívar y a otros próceres de alto rango.
La Batalla de Las Queseras del Medio es considerada el triunfo bélico más resonante de la carrera de Páez –allí empleó su famosa táctica de Vuelvan Caras–, que junto a la Batalla de Carabobo le permitieron ejercer sus alcances como estratega y dirigente de tropas. Como estratega militar se destacaba por su gran carisma y personalidad indomable, cualidades que le permitieron ganar adeptos en su escalada hacia la posición de máximo caudillo
Páez asumió de primera mano la transición a la Venezuela independiente, al constituirse en República y lo eligió como primer presidente para el periodo de 1831 a 1835.
El seis de mayo de 1873 murió en Nueva York, Estados Unidos. Sus restos fueron repatriados y sepultados en el Panteón Nacional, el 19 de abril de 1888.
Bibliografía:
William Z. Foster: Esbozo de una Historia Política de Las Américas. Editorial Nacional de Cuba. La Habana, 1965.
ECURED
Diccionario Larrouse. Edición Revolucionaria. La Habana, Instituto del Libro 1968.
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