¡Ay mamá Inés!


ay-mama-ines

El 29 de septiembre de 1927 se inauguró una temporada de zarzuelas en el teatro de variedades Regina, situado en Galeano y Neptuno. Las primeras presentaciones estuvieron a cargo de un sainete titulado Niña Rita o La Habana de 1830. La obra que abría el espectáculo era el tango-congo Mamá Inés donde Rita Montaner representaba al calesero José Rosario y luego cantaba “Ay mamá Inés, todos los negros tomamos café”.

El sainete tenía música de Ernesto Lecuona y Eliseo Grenet, mientras que el libreto se debía a los autores Riancho y Castells.

Por supuesto que Rita Montaner se lució en aquella obra, pero, como señalamos anteriormente, ella era la que abría el espectáculo, y en aquellos tiempos, como a veces sucede ahora, los espectadores suelen llegar después de comenzar la obra y toman su tiempo buscando el asiento que les corresponde, así que se perdían parte de lo que cantaba Rita que era el plato fuerte del sainete. Fíjense que esto es así, que aún hoy a tantos años de aquel suceso artístico todavía muchas personas exclaman: “todos los negros tomamos café” sin saber de dónde procede esa frase.

Entonces los organizadores del espectáculo tuvieron la buena idea de correr el cuadro donde cantaba Rita para la parte media de la obra, o sea, cuando ya todos estaban acomodados. De más está decir que Mamá Inés tuvo que repetirse hasta tres veces porque el público no se conformaba con escucharlo una sola vez.

Rita Montaner ya era admirada y conocida cuando actuó en 1927. Había participado en la revista musical La tierra de Venus, donde cantó Siboney, de Ernesto Lecuona. El éxito fue tan grande que el sello discográfico Columbia la contrató para grabar varias piezas entre estas el pregón de Moisés Simons El manicero.

Rita decidió a partir de entonces incorporarse de lleno al mundo del espectáculo.

El año de su gran éxito fue 1928, donde se presentó en París sustituyendo en el Teatro Palace a la gran cupletista española Raquel Meller. En aquellas actuaciones la acompañó el trovador Sindo Garay que formaba dúo con su hijo Guarioné. Pero Sindo regresó antes de terminar el contrato porque, según se afirma, tuvo algunas desavenencias con Rita, pero él nunca lo dijo. Era muy caballeroso. Era tal el furor que Rita despertó en París que las muchachas parisienses para parecer mulatas se teñían el pelo de negro y se pintaban con crema oscura la piel.

Luego de conquistar París, Rita marchó a Nueva York donde en 1831 actuó en la compañía del famoso Al Jhonson, la principal figura del Music Hall norteamericano.

Rita cantaba de todo. En el año 1935 fue proclamada como “La reina del pregón”. El Son El golpe bibijagua de Julio Cueva lo cantaba como nadie y en determinados pasajes rasgaba la voz imitando la de un negro viejo dándole un sello muy personal a la pieza.

También cantó rumbas y congas y hasta bailó por las calles de La Habana cantando con Chano Pozo. Cantó mambos con la orquesta de Pérez Prado en dos películas y en una revista musical del Cabaret Mont Martre hizo una verdadera creación del Cha cha chá La engañadora, de Enrique Jorrín.

Fue actriz, presentándose en filmes de Cuba y México. El cine, el teatro y la televisión también la tuvieron como figura principal y hasta fue humorista en el programa radial Mejor que me calle.

Fue el poeta y escritor radial Félix B. Caignet quien le dio el calificativo de “La Única”, en 1936 cuando ella se presentaba en un recital de sus obras musicales cantando magistralmente entre otras canciones Te odio y el pregón Frutas del Caney.

Nos dejó varias grabaciones discográficas con la EGREM y con la firma Tumbao Cuban Classic.

Su última actuación fue en la comedia Fiebre de primavera, de Noel Coward, en julio de 1957 en la sala Arlequín.

El 17 de abril de 1958, La Única se despidió de este mundo.

 

 

 

FUENTE

- Rico Salazar, Jaime: Cien años de boleros. Panamericana, Bogotá, Colombia.

 


0 comentarios

Deje un comentario



v5.1 ©2019
Desarrollado por Cubarte