Fotografías de los arqueólogos Alfonso Caso Andrade, de México, y Manuel Rivero de la Calle, de Cuba, presiden el ataviado altar que se erigió en la Casa del Benemérito de las Américas Benito Juárez, en La Habana Vieja, en ocasión del Día de Muertos.
Iluminado con velas e imágenes de santos, el retablo exhibe numerosas ofrendas, platos típicos de la cocina mexicana, adornos de papel y coronas de rosas, entre otros símbolos.
El Dr. Manuel Rivero de la Calle (Cuba, 1926-2001), una de las personalidades más relevantes de la Antropología cubana en el siglo XX, realizó notables contribuciones a la Antropología forense, estudió numerosos sitios arqueológicos y sobresalen, además, sus descubrimientos de pictografías en la Cueva Ambrosio, ubicada en Varadero, y Cueva García Robiou, en Catalina de Güines.
Rivero de la Calle dejó una profunda huella en las aulas de la Universidad de La Habana e impartió conferencias y cursos en Cuba, Estados Unidos, México, Panamá, Chile, República Dominicana, Martinica, España, Francia, Alemania, Gran Bretaña, República Checa y Rusia.
Por su parte, el Dr. Alfonso Caso, padre de la arqueología y la etnografía precolombinas de México, fue filósofo, abogado y antropólogo, ocupó importantes cargos dentro de la vida cultural de ese país; dirigió el Instituto Nacional de Antropología e Historia y se desempeñó como rector de la Universidad Autónoma de México.
Entre sus grandes descubrimientos sobresalen la ciudad prehispánica de Monte Albán, y varios sitios en la Mixteca; descifró el sistema de escritura de las culturas prehispánicas de Oaxaca; estudió la cultura y la religión de los aztecas y se convirtió en uno de sus principales peritos. Asimismo, fundó instituciones que aseguraron la continuidad de los estudios arqueológicos, y creó otras dirigidas a la protección del patrimonio arqueológico de los mexicanos, como el Instituto Nacional de Antropología e Historia y el Museo Nacional de Antropología.
Durante la celebración en la Casa de México, Miguel Hernández, su director, destacó que el Día de Muertos es una vieja y arraigada tradición mexicana, cuyo ambiente se respira en pueblos y ciudades de esa nación desde mediados del mes de octubre. Explicó que posee características muy particulares en las zonas rurales, donde la población es fundamentalmente indígena.
Cada año la festividad coincide el aniversario de la Casa de México, que, desde 1988, es el principal centro difusor de la cultura de ese país en Cuba. “Ha sido propósito de la institución convertirse en un espacio de fiesta, fraternidad y solidaridad con los mexicanos”, subrayó Hernández.
Agradeció a los trabajadores de la Casa de México, a instituciones de la Oficina del Historiador de la Ciudad (OHCH) y a la Embajada de ese país en La Habana, por apoyar las acciones culturales organizadas en ese recinto, como exposiciones, conferencias, espectáculos musicales, presentaciones teatrales y de libros, proyección de documentales y filmes de ficción.
Como parte de la jornada se inauguró una muestra de piezas de cerámicas mexicanas, encontradas en excavaciones arqueológicas en La Habana Vieja, que proceden de los siglos XVII y XVIII. La exposición resume décadas de trabajo de la OHCH, ya con su Gabinete de Arqueología.
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