Años de receso… y otras vías para mantener el ballet


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El Ballet de Cuba había recesado sus actividades como compañía en octubre de 1956. Alicia Alonso había prometido no bailar más en Cuba hasta que no cesara la sangrienta tiranía de Batista. De esta suerte, la actividad del Ballet se reduciría a las funciones que la Academia Alicia Alonso llevaba a cabo en sus salones de L y II, su sede en el Vedado. Allí funcionó durante un tiempo el Taller Experimental de Danza, donde las jóvenes Loipa Araújo, Josefina Méndez, Mirta Plá, Aurora Bosch, Margarita y Ramona de Sáa junto al resto de las ex integrantes del Ballet de Cuba, interpretaban roles en los ballets Grand Pas de Quatre, Bodas de Aurora, Imágenes, Divagaciones, Romance, Divertissement, coreografiados por Fernando Alonso, Carlota Pereyra y otros profesores de la Academia, mientras bailarines como Joaquín Banegas, Ceferino Barrios, Adolfo Roval, Eduardo Recalt, Lorenzo Monreal, tenían que trabajar en centros nocturnos, televisión, o emigrar a otros países como Estados Unidos y Puerto Rico para sobrevivir en tan difíciles circunstancias.

Alicia seguía preocupada por la suerte del ballet cubano. Así, aprovecha que el Teatro Griego de Los Ángeles la contrata para montar su versión de Coppelia en 1957 y exige a los directivos la inclusión de tres alumnos de la Academia para que la asistieran en el montaje y bailaran en la producción. Fueron Mirta Plá, Josefina Méndez y Loipa Araújo las que acompañan a la Alonso en este empeño, cuyo resultado sirvió para que en 1958, cuando se monta Giselle la acompañan Aurora Bosch y las hermanas Margarita y Ramona de Sáa.

En esta visita, las actuaciones de las jóvenes cubanas se extendieron a la compañía Ballet Celeste de San Francisco, donde interpretaron obras como El lago de los cisnes, Chinesse Cinderella y Ricitos de oro, con coreografía de la directora de la compañía Mme. Lanova. Con el Ballet Celeste, las seis bailarinas cubanas realizarían gira por diferentes ciudades de los Estados Unidos.

De esa forma se mantenía viva la llama del ballet cubano en los años 1957 y 1958.           

 


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