¡Cuánto se agradece que la televisión cubana ofrezca al país una programación de calidad!
Este mes de agosto se hizo un enorme esfuerzo para transmitir los juegos olímpicos celebrados en Río de Janeiro. Las olimpiadas son el evento deportivo más importante del mundo, el más variado y el de mayor participación de atletas de todas partes del mundo.
En medio de tan dolorosas noticias de acciones terroristas de magnitud enorme, de guerras prolongadas y brutales en Asia y África, de ofensivas por medios diversos contra los movimientos populares en América Latina, de la sucia campaña electoral para la presidencia de los EEUU, de la crisis europea, de las tensiones en el Lejano Oriente y el cerco de la OTAN a Rusia; en medio de tanta calamidad, la transmisión de los juegos olímpicos fue un aire renovador en el que las victorias competitivas fueron el resultado de la inteligencia, la preparación, la dedicación, la disciplina para emular por un galardón que no es solo del atleta que lo obtiene, sino del país que representa. Es un espectáculo de competencia en paz.
La televisión cubana transmitió incansablemente todo lo que ocurría no limitándose a la participación de los atletas cubanos. Pero no se trata aquí de analizar los resultados de la participación cubana. Queda eso para los comentaristas deportivos y las autoridades cubanas del deporte y del gobierno del país. Lo que quiero destacar es el enorme esfuerzo profesional de nuestra televisión para llevar a los hogares las peripecias de tan extraordinario evento. Es algo que la población agradeció.
El verano también ha traído una segunda temporada de la serie policíaca UNO. Cada miércoles llega un capítulo bien estructurado, cargado de acción y con matices humanos de los protagonistas, de los héroes justicieros que también sienten y tienen problemas en sus vidas, tienen sueños y añoranzas como cualquier ser humano, pero tienen, sobre todo, conciencia de su deber social y a él se entregan con la devoción que engrandece a los seres humanos. Si en la práctica del deporte competitivo el ser humano se crece hasta el máximo de sus posibilidades, en la defensa de la ley y el orden social esa entrega es mucho más valiosa, porque se hace sin exhibición pública, sin reconocimientos internacionales, sin publicidad, sin colocarse nada más que del lado del deber. Y ahí la mayor grandeza de tantos héroes anónimos que no trabajan por la alabanza pública, aunque ésta la necesita todo ser humano para sentir la utilidad de lo que hace. Y esta serie, UNO, aunque no alaba a los héroes por su nombre, lo hace a su profesión y la dignifica.
Como elementos complementarios se ha realizado la reposición de Su propia guerra y El que debe vivir que resultan novedosos para generaciones más jóvenes.
Otro acierto del verano fue la exhibición de la película Esteban. Una película realizada con escasos recursos y mucho talento artístico. Es un homenaje a la dignidad del arte, en este caso de la música, y su poder de levantar al ser humano desde sus miserias materiales, hasta su más alta espiritualidad. Las actuaciones de los protagonistas, el profesor de música y la madre del niño y la del niño mismo, son más que convincentes. Las durezas de la vida y las debilidades humanas logran transformarse en una sublimación de la capacidad humana de crear belleza. Recuerda aquella enseñanza asiática de cómo, sobre un fondo turbio, crece, impoluta, la hermosa flor de loto. Es una película conmovedora con un tema musical que se enlaza con la mejor tradición de obras para piano cubanas.
La gala por el 55 aniversario de la fundación de la UNEAC resultó otra oferta televisiva que se agradece.
La gala fue una muestra de cuánto talento artístico ha creado el país en los últimos 55 años. La variedad de géneros musicales y danzarios mostraron las raíces fundamentales de la cubanía y también la apropiación de lo mejor del arte universal. Podrían haber estado presentes otras manifestaciones, otros intérpretes, pero se trataba sólo de un espectáculo de 90 minutos y trazar un bosquejo, no presentar una enciclopedia. Lo que demostró la gala es la posibilidad de que nuestra televisión enriquezca su programación con lo que puede aportar el Ministerio de Cultura y con el acompañamiento de la UNEAC, donde se agrupa lo más representativo del talento artístico nacional junto a su hija joven, la Asociación Hermanos Saíz.
Estas breves impresiones de un televidente quieren también agradecer la reaparición veraniega de En humor a la verdad que nos aporta media hora de buen humor, tan necesario para la vida como el oxígeno mismo, en una televisión que perdió la tradición de tantos programas humorísticos, con la excepción de Vivir del cuento, esperado cada lunes en los hogares cubanos.
Me he quedado con una duda sobre lo ocurrido en el entretenido e instructivo programa La neurona intranquila. ¿Por qué los regalos a los participantes prácticamente desaparecieron? ¿O es que alguna cabeza obsoleta y calenturienta se opone a la entrega de esos pequeños estímulos en nombre de no sé qué tontería?
Ese reconocimiento material es una forma de reconocer el esfuerzo que realizan los participantes, de alabar su entrega a una competencia que ayuda a su propia superación y a la de todos los televidentes.
Para terminar, le propongo al lector compartir este texto de José Martí sobre la alabanza o el reconocimiento del mérito ajeno:
La generosidad congrega a los hombres, y la aspereza los aparta.
El elogio oportuno fomenta el mérito; y la falta de elogio oportuno lo desanima. Sólo el corazón heroico puede prescindir de la aprobación humana; y la falta de aprobación mina el mismo corazón heroico.
… La adulación es vil, y es necesaria la alabanza. La alabanza justa regocija al hombre bueno, y molesta al envidioso. La alabanza injusta daña a quien la recibe: daña a quien la hace. La alabanza excesiva repugna con razón al ánimo viril. Los que desean toda la alabanza para sí, se enojan de ver repartida la alabanza entre los demás.
… A quien todo el mundo alaba, se puede dejar de alabar.
… Pero es cobarde quien ve el mérito humilde, y no lo alaba.
… El corazón se agria cuando no se reconoce a tiempo la virtud. El corazón virtuoso se enciende con el reconocimiento, y se apaga sin él.
… Cuando consuela a los tristes, cuando proclama el mérito desconocido, cuando levanta el ejemplo ante los flojos y los descorazonados, cuando sujeta a los hombres en la vida de la virtud, lo loable es la alabanza. (1-369-70)
Nota: Las citas de José Martí fueron tomadas de las Obras Completas publicadas por la Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. Al final se indica, entre paréntesis, número del tomo y las páginas correspondientes.
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