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Alegrías de fin de año


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A finales del 2015 una gentil invitación del Ministerio de Cultura nos permitió realizar una visita al recién restaurado Gran Teatro de La Habana, que ya lleva el nombre de nuestra excepcional bailarina y directora del Ballet Nacional de Cuba, Alicia Alonso.

La sala principal, que conserva el nombre de Federico García Lorca, estaba deslumbrante. Como he tenido la posibilidad de estar en el Gran Teatro de Moscú y en el de San Petersburgo, así como en la Ópera de París, sentí una satisfacción grande al comprobar que nuestra instalación está a la altura de esos lugares paradigmáticos del ballet clásico mundial.

Los centenares de invitados fuimos sentados en las cómodas butacas de la platea y allí el Ministro de Cultura tuvo la gentileza de explicarnos todo el trabajo realizado para alcanzar el estimulante resultado. Supimos que como parte de la restauración, que incluyó la limpieza de todo el exterior y una hermosa iluminación nocturna, los grandes salones de los pisos superiores habían recuperado toda su prestancia.

Nos comentaron que se mantenía la pequeña sala que lleva el nombre de Ernesto Lecuona, para actividades de pequeño formato, y se inauguró una galería de arte que en esta primera exposición mostró obras de pintores cubanos merecedores del Premio Nacional de Artes Plásticas.

En la planta baja del edificio se preparaban nuevas instalaciones que tienen también un propósito recaudatorio, para el sostenimiento de la costosa obra realizada en lo que fue en sus orígenes del siglo XIX el Teatro Tacón y, posteriormente, el muy ilustre Centro Gallego de La Habana.

Esas nuevas instalaciones incluyen un café, donde estuvo una oficina de correos y, al fondo del teatro, un tablado seguido por una cava para los amantes del vino.

La ubicación del Gran Teatro de La Habana, frente al Parque Central, es parte de un conglomerado que devolverá al centro de La Habana su vitalidad anterior.

Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate

Los frescos del techo fueron restaurados, y la famosa araña es nueva. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate

Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate

Entre los arreglos estuvo la adición de un telón. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate

Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate

Las butacas actuales son más confortables y los pasillos son más amplios. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.

Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate

El vestíbulo fue ampliado y en él develarán una estatua de la Prima Ballerina Assoluta. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate

Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate

Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate

A la derecha del Gran Teatro avanza la restauración de nuestro Capitolio Nacional, que será la sede de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Del lado opuesto del Parque Central, en la antigua Manzana de Gómez, se construye un hotel de cinco estrellas que se sumará a los ya existentes Hotel Inglaterra, Telégrafo, Iberostar Parque Central, Plaza y, casi frente al Capitolio, el Hotel Saratoga. El antiguo Centro Asturiano, hoy Museo Nacional que conserva las obras de arte no cubanas, recibe mantenimiento para proteger su extraordinario atractivo.

Extraoficialmente, supe que hay planes ya encaminados a la restauración del Teatro Payret, que podría ser la sede del Teatro Musical de La Habana, como parte de un centro cultural mayor en el total de la edificación en la que se encuentra el teatro.

Para un habanero de nacimiento y vocación como el que escribe estas letras son noticias muy alentadoras, como las de que habrá un nuevo hotel de lujo en Prado y Malecón, y que La Habana Vieja y la del centro reciben ya los trabajos de renovación de servicios públicos en materia de acueducto, alcantarillado, electricidad, teléfonos y alumbrado público.

Es también motivo de júbilo la llegada al puerto de La Habana de cruceros con miles de turistas que son atraídos por nuestra ciudad.

Pero el Ministro de Cultura nos tenía otra sorpresa en otro lugar de La Habana, en ese barrio obrero fruto de las microbrigadas de los años setenta que es Alamar, donde habitan doscientos mil habaneros. Allí nos llevaron al local de un antiguo taller de confecciones que estuvo cerrado por años.

Felizmente, aquella edificación le fue traspasada al Ministerio de Cultura y allí se ensaya ahora una nueva instalación comunal que combina entretenimiento y cultura. Por lo que pudimos ver este centro cuenta con cuatro salitas de cine o video y un teatro, todas aledañas, en línea recta. En ellas podrán simultanearse las actividades. Las salitas tienen confortables butacas y aire acondicionado.

La instalación cuenta con una tienda del Fondo de Bienes Culturales y otra de Artex, una librería y un parque infantil semejante al de la Maestranza en La Habana Vieja, con estructuras inflables. También hay equipos para hacer ejercicios al aire libre. A un costado se terminaban las instalaciones de un restaurante, una cremería y una cafetería.

Finalmente, conocimos de un gran salón de fiestas para cuatrocientas personas, donde se podrá cenar, bailar, ver y disfrutar de espectáculos artísticos.

También se nos informó que se trabajaba para restaurar la Casa de la Cultura de Alamar.

Buenas noticias de fin de año y, aunque la dirección del Ministerio de Cultura prefiere hablar solamente de lo ya hecho, conocimos que lo realizado en Alamar se extenderá a otros barrios de la capital, rescatando inmuebles abandonados para convertirlos en centros culturales de las comunidades.

Por su parte, la Dirección Provincial de Cultura, alegró el primer día de 2016 con bailes populares en los barrios a cargo de algunas de nuestras excelentes agrupaciones musicales.

Decía José Martí que las manos de los poetas cierran las heridas que hacían las manos de otros hombres. Las manos de la cultura siempre sanan heridas y alientan la esperanza. El gigantesco esfuerzo hecho por la revolución cubana en el campo de la cultura a lo largo de 57 años ha sido un cauce para la plenitud del espíritu nacional, para nuestra identidad de pueblo alegre, luchador, generoso, solidario y profundamente humanista. 


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